Desconocidos asesinaron a tiros este jueves a la líder del movimiento indígena de Honduras, Bertha Cáceres, galardonada en 2015 con el premio Goldman de Estados Unidos.
Tomas Membreño, miembro del Consejo Indígena de Organizaciones Populares de Honduras, del que Cáceres era coordinadora, dijo en un comunicado que “Honduras ha perdido a una valiente y comprometida luchadora social”.
Agregó que Cáceres, de 40 años, fue asesinada en La Esperanza, a unos 300 kilómetros al oeste de Tegucigalpa. “Más de dos asesinos entraron esta madrugada a su casa y la mataron”, señaló.
Según Membreño, los individuos rompieron la puerta de la vivienda, ingresaron y le dispararon. En el hecho resultó herida de bala una mexicana aún no identificada que está fuera de peligro.
“La muerte de Cáceres tendrá un impacto profundo en las comunidades lencas con las que trabajaba y en todos los que la conocieron”, subrayó.
La ministra de Derechos Humanos, Karla Cueva, dijo a periodistas que “el Estado ha puesto en marcha una intensa investigación para identificar, enjuiciar y castigar a los asesinos de Cáceres” y aseveró que “este crimen no puede quedar sin castigo”.
En tanto, el coordinador general del gobierno, Jorge Alcerro, dijo en rueda de prensa que “el presidente (Juan Orlando Hernández) ha instruido a todos los cuerpos de seguridad del Estado que usen todos los recursos para encontrar a los asesinos”.
“Él ha definido esta situación como una prioridad del Estado y se está actuando de manera rápida y contundente”.
Cáceres, madre de cuatro hijos, había denunciado varias veces que era objeto de amenazas de muerte por parte de la policía, el ejército y grupos de terratenientes. Alcerro dijo que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos había otorgado a Cáceres medidas cautelares por las amenazas, pero no explicó por qué la mujer no tenía protección policial.
Por su campaña contra un polémico proyecto hidroeléctrico, financiado por el Banco Mundial, obtuvo el año pasado el premio Goldman que se concede anualmente a defensores de la naturaleza y el medio ambiente. En esa oportunidad Cáceres organizó al pueblo lenca, la mayor etnia de Honduras, para protestar contra una represa.
La campaña logró que el constructor más grande de represas del mundo, la compañía estatal Sinohydro de China, retirara su participación en el proyecto hidroeléctrico. La Corporación Financiera Internacional, institución del Banco Mundial que invertiría en la obra, también abandonó la iniciativa.
La represa se construiría sobre el Río Gualcarque, sagrado para las comunidades indígenas y vital para la supervivencia de esos pueblos.
Los lencas, con más de 400.000 miembros diseminados en Honduras y El Salvador, se consideran custodios de la naturaleza, la tierra y sobre todo de los ríos. Según la tradición lenca en los ríos residen los espíritus de sus mujeres, que son sus principales guardianas.
La violencia causa cada día al menos 14 asesinatos en Honduras, lo que lo convierte en uno de los países más peligrosos del planeta.
Tomas Membreño, miembro del Consejo Indígena de Organizaciones Populares de Honduras, del que Cáceres era coordinadora, dijo en un comunicado que “Honduras ha perdido a una valiente y comprometida luchadora social”.
Agregó que Cáceres, de 40 años, fue asesinada en La Esperanza, a unos 300 kilómetros al oeste de Tegucigalpa. “Más de dos asesinos entraron esta madrugada a su casa y la mataron”, señaló.
Según Membreño, los individuos rompieron la puerta de la vivienda, ingresaron y le dispararon. En el hecho resultó herida de bala una mexicana aún no identificada que está fuera de peligro.
“La muerte de Cáceres tendrá un impacto profundo en las comunidades lencas con las que trabajaba y en todos los que la conocieron”, subrayó.
La ministra de Derechos Humanos, Karla Cueva, dijo a periodistas que “el Estado ha puesto en marcha una intensa investigación para identificar, enjuiciar y castigar a los asesinos de Cáceres” y aseveró que “este crimen no puede quedar sin castigo”.
En tanto, el coordinador general del gobierno, Jorge Alcerro, dijo en rueda de prensa que “el presidente (Juan Orlando Hernández) ha instruido a todos los cuerpos de seguridad del Estado que usen todos los recursos para encontrar a los asesinos”.
“Él ha definido esta situación como una prioridad del Estado y se está actuando de manera rápida y contundente”.
Cáceres, madre de cuatro hijos, había denunciado varias veces que era objeto de amenazas de muerte por parte de la policía, el ejército y grupos de terratenientes. Alcerro dijo que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos había otorgado a Cáceres medidas cautelares por las amenazas, pero no explicó por qué la mujer no tenía protección policial.
Por su campaña contra un polémico proyecto hidroeléctrico, financiado por el Banco Mundial, obtuvo el año pasado el premio Goldman que se concede anualmente a defensores de la naturaleza y el medio ambiente. En esa oportunidad Cáceres organizó al pueblo lenca, la mayor etnia de Honduras, para protestar contra una represa.
La campaña logró que el constructor más grande de represas del mundo, la compañía estatal Sinohydro de China, retirara su participación en el proyecto hidroeléctrico. La Corporación Financiera Internacional, institución del Banco Mundial que invertiría en la obra, también abandonó la iniciativa.
La represa se construiría sobre el Río Gualcarque, sagrado para las comunidades indígenas y vital para la supervivencia de esos pueblos.
Los lencas, con más de 400.000 miembros diseminados en Honduras y El Salvador, se consideran custodios de la naturaleza, la tierra y sobre todo de los ríos. Según la tradición lenca en los ríos residen los espíritus de sus mujeres, que son sus principales guardianas.
La violencia causa cada día al menos 14 asesinatos en Honduras, lo que lo convierte en uno de los países más peligrosos del planeta.
Fuente: Agencia AP
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