Según la misión Open Doors, un grupo de hombres armados irrumpió en el Government Girls Comprehensive Secondary School, abriendo fuego y generando pánico antes de escalar los muros y llevarse a 25 alumnas en dirección a una zona boscosa. La policía confirmó el ataque y se enfrentó a los criminales, pero no pudo impedir el secuestro masivo.
Hasta el momento, se desconoce la cifra exacta de cristianas entre las raptadas, y no ha habido ningún contacto de los secuestradores con las familias o la escuela. Organizaciones como Open Doors trabajan en la investigación y piden oración y alerta internacional ante el rápido deterioro de la seguridad en las comunidades cristianas.
La ola de secuestros en Nigeria es una pandemia de violencia denunciada por medios locales y ONG internacionales. Radicados islámicos han convertido el rapto en un “negocio lucrativo”, utilizando el miedo y la presión económica para desestabilizar a los cristianos y obligarlos a huir de sus tierras.
Grace, una joven cristiana que logró escapar de un secuestro fulani, comparte: “Es muy peligroso, no somos libres. Hay lugares donde no podemos confesar nuestra fe. Incluso durante los cultos dominicales necesitamos seguridad”.
El reciente informe de Intersociety revela que entre enero y agosto de 2025, al menos 7.800 cristianos en Nigeria han sido secuestrados y detenidos por su fe, mientras que más de 7.000 han sido asesinados por extremistas islámicos y terroristas fulani.
La crisis humanitaria se agrava con actos atroces como el ataque al hospital cristiano realizado por combatientes del Estado Islámico, quienes degollaron a madres lactantes durante una incursión. Testigos relataron que las mujeres fueron asesinadas frente a pacientes y personal después de ser identificadas por su fe y condición materna.
El Estado Islámico justificó la masacre en sus canales de propaganda, advirtiendo que castigará sin piedad a quienes defiendan el cristianismo o a las mujeres cristianas.
Organizaciones de defensa de los derechos humanos han condenado el terrorismo de género y la violencia sistemática contra las mujeres y niñas cristianas en Nigeria, reclamando a la comunidad internacional acción urgente para frenar los asesinatos y rescatar a las víctimas.
El miedo es palpable en las comunidades afectadas, donde la presión radical impide la libertad de culto y aumenta el riesgo de ataques durante celebraciones cristianas y actividades cotidianas.
La situación de Nigeria escala niveles de maldad y violencia sin precedentes, que exigen ser vistos, denunciados y tratados con la importancia que merecen, procurando el cese de la matanza sistemática de personas por su fe en Cristo.
Fuente: bibliatodo.com



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