El pastor Kamran Salamat, de 45 años, fue ejecutado a tiros el viernes 5 de diciembre frente a su casa, en una comunidad cristiana de Islam Colony, en Sialkot Road, Gujranwala, Pakistán. Se preparaba para llevar a su hija a la universidad cuando un extremista se acercó por detrás y comenzó a disparar a corta distancia. El ataque desató una ola de dolor y temor entre los cristianos del país.
Según fuentes locales, el pastor fue alcanzado en el abdomen, la oreja izquierda y la muñeca derecha. Su hija intentó defenderlo golpeando al agresor con la muleta de su padre, lo que hizo que el atacante huyera en motocicleta. Aunque Kamran fue llevado de urgencia al Civil Hospital de Gujranwala, no resistió a las heridas y murió alrededor del mediodía.
La policía llegó poco después, recogió pruebas en la escena y revisó imágenes de cámaras de seguridad de la zona. Se registró un boletín de ocurrencia bajo el Artículo 324 del Código Penal de Pakistán, mientras continúa la búsqueda del responsable, descrito por la hija como un hombre de barba larga. Organizaciones cristianas exigen una investigación rigurosa y el arresto inmediato de los culpables.
De acuerdo con la familia, el conflicto se originó en una disputa por un terreno de iglesia en Rawalpindi, y Kamran ya había sobrevivido a un atentado previo en Islamabad meses atrás, que dejó graves secuelas en su pierna. Para resguardar a la familia, se habían trasladado primero a Lahore y luego a Gujranwala, pero las amenazas no cesaron. Aun así, el pastor “se negó a dejar de predicar el evangelio”, continuando su ministerio entre cristianos perseguidos.
El funeral se realizó el 6 de diciembre en la Iglesia Presbiteriana Saint Paul, en Gujranwala, donde miles de cristianos se reunieron para honrar su vida y servicio. Testigos describen una multitud conmovida, que vio en Kamran a un mártir de la fe en un contexto de creciente hostilidad. La comunidad lloró no solo la pérdida de un líder, sino también el mensaje de miedo que este crimen envía a las minorías religiosas.
El ministerio de Salamat iba mucho más allá del púlpito: impactó innumerables vidas a través de la oración, el cuidado pastoral y la defensa de iglesias perseguidas. Era conocido por apoyar a familias víctimas de violencia y discriminación, e incluso por proyectos sociales como un centro de costura para mujeres cristianas pobres. Líderes locales destacan que hablaba con valentía a favor de los derechos de los cristianos, aun sabiendo que eso lo convertía en blanco de extremistas.
Kamran deja a su esposa, Salmina Kamran, y a sus tres hijos: Numeer, Arina y Ariel, quienes ahora enfrentan no solo un duelo profundo, sino también nuevas amenazas. “La familia enfrenta una tristeza profunda y una pérdida irreparable”, informó International Christian Concern (ICC), que sigue prestando apoyo jurídico y emocional. El organismo también colabora con la policía para que se haga justicia en el caso.
ICC subrayó que la muerte del pastor “Conmociona a la comunidad cristiana en todo Pakistán”, que lo recuerda como “un humilde y fiel servidor de Jesucristo, que se negó a dejar de anunciar la verdad del Evangelio”.
La ejecución de Kamran incrementó el clima de inseguridad entre los cristianos, especialmente en la época previa a la Navidad. Ese mismo día, líderes religiosos en Lahore fueron convocados por la policía y se les pidió reforzar por su cuenta la seguridad, contratando guardias, instalando cámaras y formando equipos internos de protección en las iglesias. Las autoridades dijeron que podrían enviar uno o dos agentes los domingos, pero que la mayor responsabilidad sería de las congregaciones.
Numerosas iglesias pequeñas señalaron que no tienen recursos para cumplir estas exigencias. El caso de Salamat expone el aumento de la persecución, que ha llevado a muchos cristianos a abandonar Pakistán en la última década. Organizaciones de derechos humanos y líderes religiosos condenaron el asesinato y pidieron mayor protección para las minorías y una respuesta firme del Estado.
Este nuevo martirio refleja la realidad de muchos pastores que, como Kamran, sirven en primera línea en contextos de riesgo, defendiendo a los que no tienen voz. Aun bajo amenazas, él eligió seguir cuidando al rebaño de Cristo, confiando en Aquel que prometió estar con sus hijos incluso en el valle de sombra de muerte.
Fuente: bibliatodo.com



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