primera comunión
febrero 26, 2019
Una monja en la India denuncia: “El obispo me violó”
Cuando el obispo Franco Mulakkal accedió a oficiar la ceremonia de Primera Comunión del hijo de Darly, un honor en la iglesia católica, la familia se sintió orgullosa.
Durante la ceremonia, Darly miró a su hermana, una monja, y la vió bañada en lágrimas —lágrimas de felicidad, supuso. No se enteró sino hasta después de la denuncia de su hermana, de que la noche anterior el obispo la llamó a su habitación y ahí la violó. La familia dice que fue el primer ataque en un infierno de dos años en los que el prelado la violó 13 veces.
El obispo, quien mantiene que es inocente, será acusado de violación e intimidación y enjuiciado, afirmaron las autoridades policiales que investigan el caso. Pero la Iglesia reconoció las acusaciones de la monja sólo después de que cinco de sus compañeras se rebelaran y la apoyaran públicamente para llamar la atención a su búsqueda de justicia de un año de duración.
“Solíamos ver a los padres de la iglesia como equivalentes a Dios, pero ya no”, afirmó Darly. “¿Cómo puedo contarle a mi hijo que la persona enseñándonos la diferencia entre el bien y el mal le dio su Primera Comunión después de cometer un pecado tan terrible?”.
El caso ocurrido en el estado sureño de Kerala, India, es parte de un problema mayor de la Iglesia que fue abordado por el Papa Francisco el 5 de febrero, después de décadas de silencio por parte del Vaticano. Reconoció que el abuso sexual de monjas a manos de clérigos es un problema persistente.
En una época en que pocas personas asisten a la iglesia en Occidente y parroquias y monasterios están cerrando en toda Europa y el Continente Americano, el Vaticano depende cada vez más de lugares como India para que la fe siga creciendo.
Pero el escándalo en Kerala está dividiendo a los católicos de India, que suman aproximadamente 20 millones. Y más monjas se han atrevido a denunciar actos de abuso sexual a manos de sacerdotes, dice la policía en el Estado de Kerala. Cuatro sacerdotes también han sido acusados de chantajear a mujeres durante la confesión, obligándolas a tener sexo.
“Si este caso prosigue será un nuevo comienzo, y los sacerdotes y obispos serán obligados a rendir cuentas”, dijo el padre Augustine Vattoly, un sacerdote en Kerala que apoyó las acusaciones de la monja y dijo que sus superiores le ordenaron que dejara el asunto.
“La Iglesia está perdiendo su autoridad moral”, dijo Vattoly. “Estamos perdiendo la fe de las personas. Si esto continúa, la Iglesia se convertirá en un lugar sin personas. Como en Europa, los jóvenes ya no vendrán aquí”.
Los detalles de las acusaciones de la monja provienen de funcionarios judiciales, su familia y las 5 religiosas que fueron testigo de la saga en la Iglesia Católica Siro-Malabar.
La familia de la monja acusa a Mulakkal, de 54 años, de haberla violado en repetidas ocasiones a lo largo de dos años, a partir del 5 de mayo de 2014. No se pudo contactar al obispo, pero funcionarios de la Iglesia dicen que insiste en que es inocente.
La monja, que pertenece a la orden religiosa Misioneras de Jesús, informó por primera vez a las autoridades eclesiásticas de los abusos en enero de 2017, contactando a obispos, un cardenal y a representantes del Vaticano. Algunos le aconsejaron que esperara, asegurándole que la Iglesia tomaría acción. Otros le prohibieron contactar a la policía, dijo su familia.
Pero la única acción se dio en septiembre pasado, después de que el silencio de la Iglesia motivara a otras cinco monjas a rebelarse y acudir al Tribunal Superior de Kerala para protestar durante varios días. Se sentaron frente a un gran póster con la imagen de La Piedad, la famosa escultura que representa a María sosteniendo en su regazo el cuerpo inerte de Jesús después de la crucifixión. En vez de Jesús, en la imagen estaba el cuerpo sin vida de una monja. Una pancarta rezaba: “Justicia para las monjas”.
Unas dos semanas después de que iniciaran las protestas, el Vaticano retiró a Mulakkal de sus deberes administrativos. Al siguiente día, el 21 de septiembre, la policía de Kerala lo arrestó.
Un policía de alto rango que investiga el caso dijo creer que las autoridades tenían suficiente evidencia para demostrar que Mulakkal había violado a la monja y luego intimidó a su familia y a las de las religiosas que participaron en la protesta. El policía habló con la condición del anonimato, pues el informe policíaco final será presentado más tarde este mes.
“Estamos destrozadas. La iglesia a la que le hemos dado nuestras vidas ni siquiera nos escucha”, dijo Anupama Kelamangalathuveli, una monja que prestó servicio con la denunciante. “Esta pelea no es sólo para nosotras”, agregó. “La Iglesia necesita escuchar a las mujeres y no sólo a los sacerdotes y obispos”.
La monja decidió llevar su caso directamente al Vaticano y le escribió al representante del Papa en la India, el Arzobispo Giambattista Diquattro. “Apenas llegué a la habitación, me jaló hacia él. Quedé estupefacta y aterrada por su acción. Hice todo lo posible por zafarme, pero fue en vano. Me violó de una manera brutal”, se lee en una carta que le escribió el 28 de enero de 2018.
En el curso de más de un año de esfuerzos por conseguir ayuda, ella les contó a otras cinco monjas que vivían con ella en el convento, St. Francis Mission Home, en la Kerala rural.
Las monjas dijeron que decidieron hacer pública la situación después de que el obispo Mulakkal las acusara de estar planeando su asesinato. La policía dijo que las acusaciones de él habían sido desestimadas.
“Hicimos un voto para ser una congregación, para que la congregación se convirtiera en nuestra familia”, dijo la hermana Josephine Villoonickal, una de las religiosas. “Ahora tratan de destruir esta familia”.
Fuente: The New York Times