violencia
agosto 11, 2018
12 millones de personas le rinden culto a Santa Muerte
La Santa Muerte es más espeluznante que divina. Es venerada en México, Estados Unidos y Centroamérica. Unas 12 millones de personas le rinden culto: desde católicos hasta devotos apartados de la Iglesia le rinden culto. Pero la Santa Muerte más grande del mundo está Mexico, recientemente cientos de personas le pidieron paz en medio de la violencia rampante que sacude al país.
El domingo (5) muchos seguidores se reunieron en el Templo Internacional de la Santa Muerte en Tultitlán, un municipio del Estado de México, donde reside la imagen de la “Niña blanca” más grande que se conozca.
Los devotos pidieron por amor, salud, trabajo, dinero y la paz del país, azotado por la violencia, el crimen organizado y las bandas del narcotráfico.
Con 22 metros de altura y seis metros de base, una gigantesca estatua se erige en este municipio, vecino a la capital mexicana. Está hecha de fibra de vidrio, viste de negro y extiende sus brazos, dejando ver sus esqueléticas manos y calavera. Sus devotos dicen encontrar en ella un oasis de esperanza.
“Es un culto hermoso, ancestral, y me siento orgullosa de pertenecer a él porque aquí todos son bienvenidos.
Son vistos como hermanos, no importa ni el color de la piel, ni el estatus social, ni las preferencia sexuales. Aquí todos somos hermanos”, explicaba a EFE Enriqueta Vargas, la “madrina” del templo.
Los ritos con la Santa Muerte se asocian a rituales y hechizos, y su culto se remonta al siglo XVIII en las comunidades indígenas. Según diversos investigadores se remonta a 1795, cuando los indígenas adoraban un esqueleto en un poblado mexicano. Se mantuvo en secreto durante casi dos siglos, y en la capital empezó a proliferarse en la década de los cuarenta del siglo XX. La eclosión del fenómeno, que dice tener unos doce millones de fieles en todo el mundo, se produjo a mediados de los noventa.
La Iglesia Católica rechaza la veneración de la figura, que cataloga de blasfemia. Sin embargo, todos los días el templo abre sus puertas desde las primeras horas de la mañana hasta que cae la noche. Allí llegan devotos de todo México. Saludan a la gran imagen, se arrodillan, rezan y se toman fotos. Visitan los nichos que hay alrededor con figuras curiosas como una imagen de la Santa Muerte con un Jesucristo moribundo en brazos, algo que la Iglesia repudia.
Sus devotos están seguros que Santa Muerte los cuida, los ayuda. Ellos le dicen “su madre”. En el templo, la gente bautiza a sus hijos e incluso se casa. La Santa Muerte “acepta a todos”. También la veneran los desamparados, marginados y minorías.
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Cristal, una chica trans de 29 años, ya lleva seis siendo devota, entró al culto a través de un amiga también transexual. “Me ayuda a ser lo que soy, me ayuda a salir adelante y de los problemas. Ella no juzga”, explica.
Aunque muchos de los devotos de la Santa Muerte siguen siendo católicos, el culto también abraza aquellos que se han alejado de la iglesia. Como Berta, una mujer de 60 años que confesó que desde hace meses cambió el catolicismo por este culto. “La Iglesia sólo piensa en el dinero, en el puro dinero”, criticó.
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Fuente: el Clarín AFP y EFE