violentas
julio 31, 2016
Violentas manifestaciones en Jerusalén en el día del orgullo gay
A pesar de las manifestaciones violentas, el lanzamiento de piedras y las amenazas por parte de la comunidad judía más conservadora, los homosexuales pudieron caminar y expresarse libremente por las calles de la emblemática ciudad.
La marcha del orgullo gay, celebrada ayer en un área restringida de Jerusalén, contó con la participación de más de tres mil personas, bajo la atenta vigilancia de siete mil agentes de policía y el recelo de la comunidad ultraortodoxa, que finalmente no pudo sabotearla.
Mientras los participantes se abrazaban y daban muestras de alegría por haber logrado su propósito, los grupos de ortodoxos lanzaban piedras o rezaban para “evitar la ira divina” en otro extremo de la ciudad.
Poco antes de que empezara la parada, la Policía detuvo a un vecino del barrio ortodoxo de Mea Shearim, con una bomba de fabricación casera encima que pretendía lanzar con el fin de sabotear la marcha.
Al menos una veintena de religiosos judíos fueron arrestados por ocasionar disturbios, según la policía. “La marcha terminó sin incidentes graves, logramos mantener bajo control las manifestaciones violentas de los grupos ultraortodoxos y que la manifestación terminara con éxito”, expresó sin ocultar satisfacción Ilán Franco, jefe policial de Jerusalén.
Decenas de homosexuales, lesbianas y simpatizantes de la causa gay caminaron por las calles de Jerusalén con sus banderas, globos de colores y pancartas en las que se podían leer lemas como ‘Viva la diversidad’, ‘Jerusalén es la casa de todos’, o ‘Sí al amor y no a la discriminación’.
Algunos de los manifestantes exhibieron sus trajes de muselina y sombrillas de encaje mientras que la mayoría evitaron exhibicionismos para respetar el carácter sagrado de la ciudad y a los grupos religiosos que en ella viven.
“Vinimos hasta aquí porque creemos que permitir la expresión de los homosexuales es un ejemplo de democracia. No vinimos a escandalizar. Queremos a Jerusalén y creemos que en esta ciudad debe haber un lugar para todos, para árabes, religiosos, laicos, homosexuales y lesbianas”, expresó Noam Maor, un joven universitario que portaba la bandera de Israel sobre sus hombros.
Con el fin de garantizar la calma, se cerraron las principales calles del centro de Jerusalén mientras que muchos autobuses suspendieron el servicio hasta que concluyera la marcha y cientos de policías vigilaban tanto a pie como encaramados desde los tejados de algunos edificios.
En los últimos días, unas 15 personas resultaron heridas en las manifestaciones de protesta de los ultraortodoxos, quienes consideran que eventos como éste «contaminan» y restan carácter sacro a la ciudad.
“Que hagan la marcha en cualquier lugar del mundo pero no en Jerusalén, la ciudad santa”, expresó Yaacov Cohen, un joven chileno que se encuentra en Israel para realizar estudios bíblicos.
Su opinión es compartida por Rajel Ausug, una mujer que se opuso a la marcha y que acudió a gritar contra la presencia de los gays en vez de lanzarles piedras.
“No quiero arrojar piedras pero vengo para gritar en contra de esto. Estoy muy triste porque Jerusalén es la ciudad santa para todos, no sólo para judíos sino también para cristianos y musulmanes. La homosexualidad es algo antinatural y estoy segura de que esto va a traernos desgracias, algo muy horrible va a pasar”, declaró.
Sin embargo, al escenario de la marcha acudieron muchas personas que no se consideran homosexuales pero que son partidarios de la igualdad de tendencias sexuales y la tolerancia.
“Es importante realizar este evento en la capital de Israel. Esta ciudad no debe ser sólo para los judíos ultraortodoxos o árabes, las minorías también deben tener un lugar aquí. Hay mucho odio entre la gente de distintos grupos. Por eso tenemos que luchar para que haya más tolerancia” dijo otra participante, Inbar Meirovich.
Noa Sattah, directora de Casa Abierta, entidad organizadora de la marcha, dijo que seguirán trabajando para que la marcha se repita cada año en la ciudad hebrea por lo que supone de “lucha por la libertad de expresión y la democracia”.
Al evento también asistieron grupos de vegetarianos, y de jóvenes pacifistas que se oponen a la prestación del servicio militar obligatorio y a la presencia de Israel en los territorios palestinos.
Idán Goldberg, uno de los líderes del partido político Meretz, explicó su presencia asegurando que su partido defiende “los derechos de los hombres”, sin importar la religión o el estado civil.
Fuente: La Vanguardia
La marcha del orgullo gay, celebrada ayer en un área restringida de Jerusalén, contó con la participación de más de tres mil personas, bajo la atenta vigilancia de siete mil agentes de policía y el recelo de la comunidad ultraortodoxa, que finalmente no pudo sabotearla.
Mientras los participantes se abrazaban y daban muestras de alegría por haber logrado su propósito, los grupos de ortodoxos lanzaban piedras o rezaban para “evitar la ira divina” en otro extremo de la ciudad.
Poco antes de que empezara la parada, la Policía detuvo a un vecino del barrio ortodoxo de Mea Shearim, con una bomba de fabricación casera encima que pretendía lanzar con el fin de sabotear la marcha.
Al menos una veintena de religiosos judíos fueron arrestados por ocasionar disturbios, según la policía. “La marcha terminó sin incidentes graves, logramos mantener bajo control las manifestaciones violentas de los grupos ultraortodoxos y que la manifestación terminara con éxito”, expresó sin ocultar satisfacción Ilán Franco, jefe policial de Jerusalén.
Decenas de homosexuales, lesbianas y simpatizantes de la causa gay caminaron por las calles de Jerusalén con sus banderas, globos de colores y pancartas en las que se podían leer lemas como ‘Viva la diversidad’, ‘Jerusalén es la casa de todos’, o ‘Sí al amor y no a la discriminación’.
Algunos de los manifestantes exhibieron sus trajes de muselina y sombrillas de encaje mientras que la mayoría evitaron exhibicionismos para respetar el carácter sagrado de la ciudad y a los grupos religiosos que en ella viven.
“Vinimos hasta aquí porque creemos que permitir la expresión de los homosexuales es un ejemplo de democracia. No vinimos a escandalizar. Queremos a Jerusalén y creemos que en esta ciudad debe haber un lugar para todos, para árabes, religiosos, laicos, homosexuales y lesbianas”, expresó Noam Maor, un joven universitario que portaba la bandera de Israel sobre sus hombros.
Con el fin de garantizar la calma, se cerraron las principales calles del centro de Jerusalén mientras que muchos autobuses suspendieron el servicio hasta que concluyera la marcha y cientos de policías vigilaban tanto a pie como encaramados desde los tejados de algunos edificios.
En los últimos días, unas 15 personas resultaron heridas en las manifestaciones de protesta de los ultraortodoxos, quienes consideran que eventos como éste «contaminan» y restan carácter sacro a la ciudad.
“Que hagan la marcha en cualquier lugar del mundo pero no en Jerusalén, la ciudad santa”, expresó Yaacov Cohen, un joven chileno que se encuentra en Israel para realizar estudios bíblicos.
Su opinión es compartida por Rajel Ausug, una mujer que se opuso a la marcha y que acudió a gritar contra la presencia de los gays en vez de lanzarles piedras.
“No quiero arrojar piedras pero vengo para gritar en contra de esto. Estoy muy triste porque Jerusalén es la ciudad santa para todos, no sólo para judíos sino también para cristianos y musulmanes. La homosexualidad es algo antinatural y estoy segura de que esto va a traernos desgracias, algo muy horrible va a pasar”, declaró.
Sin embargo, al escenario de la marcha acudieron muchas personas que no se consideran homosexuales pero que son partidarios de la igualdad de tendencias sexuales y la tolerancia.
“Es importante realizar este evento en la capital de Israel. Esta ciudad no debe ser sólo para los judíos ultraortodoxos o árabes, las minorías también deben tener un lugar aquí. Hay mucho odio entre la gente de distintos grupos. Por eso tenemos que luchar para que haya más tolerancia” dijo otra participante, Inbar Meirovich.
Noa Sattah, directora de Casa Abierta, entidad organizadora de la marcha, dijo que seguirán trabajando para que la marcha se repita cada año en la ciudad hebrea por lo que supone de “lucha por la libertad de expresión y la democracia”.
Al evento también asistieron grupos de vegetarianos, y de jóvenes pacifistas que se oponen a la prestación del servicio militar obligatorio y a la presencia de Israel en los territorios palestinos.
Idán Goldberg, uno de los líderes del partido político Meretz, explicó su presencia asegurando que su partido defiende “los derechos de los hombres”, sin importar la religión o el estado civil.
Fuente: La Vanguardia