Martha Pastrana López llegó hace 25 años a Bucaramanga con una empresa de pizzas, pero desde hace 10 dejó ese oficio para dedicarse a limpiar la cabeza de niños y adultos y librarla de incómodos visitantes. Una tarea que es requerida por todo tipo de personas en el área metropolitana.
Hasta cinco cabezas al día limpia Martha Cecilia Pastrana López, una tolimense que cambió el oficio de amasar pizzas por el de sacar piojos, una labor que genera algo de piquiña en todo el cuerpo, quizás asco, pero que es necesaria cuando pica, pica, cuando rasca, rasca.
“Lo que pica no es el piojito cuando camina, sino que ellos botan una saliva: cuando van a comer, botan la saliva, ablandan la piel y comienza a comer (sangre)”, relata Pastrana López, quien habla constantemente en diminutivo sobre su labor: los piojitos, la cabecita, se meten en los poritos, lo que hace que hasta suene tierno, pero no, la verdad es que estar presente mientras a una menor le sacan cientos de estos insectos no es muy agradable y mucho menor enternecedor.
Esta mujer, casada con un bogotano, decidió hace 25 años probar suerte en Bucaramanga montando una empresa de pizzas, que resultó ser muy exitosa, pero con los años, el cansancio en sus manos por amasar y las trasnochadas que debía tener para cumplir con los pedidos la obligaron a dejar el negocio. Y de manera bastante curiosa, un día, tras peinar a una sobrina y encontrarle piojos, comenzó todo un negocio familiar que hasta el día de hoy, 10 años después, sigue dando buenas ganancias.
“Lo que pica no es el piojito cuando camina, sino que ellos botan una saliva: cuando van a comer, botan la saliva, ablandan la piel y comienza a comer (sangre)”, relata Pastrana López, quien habla constantemente en diminutivo sobre su labor: los piojitos, la cabecita, se meten en los poritos, lo que hace que hasta suene tierno, pero no, la verdad es que estar presente mientras a una menor le sacan cientos de estos insectos no es muy agradable y mucho menor enternecedor.
Esta mujer, casada con un bogotano, decidió hace 25 años probar suerte en Bucaramanga montando una empresa de pizzas, que resultó ser muy exitosa, pero con los años, el cansancio en sus manos por amasar y las trasnochadas que debía tener para cumplir con los pedidos la obligaron a dejar el negocio. Y de manera bastante curiosa, un día, tras peinar a una sobrina y encontrarle piojos, comenzó todo un negocio familiar que hasta el día de hoy, 10 años después, sigue dando buenas ganancias.
“Él (cuñado de Martha) se puso a buscar por internet cómo acabar con los piojos y encontró un producto que vendían en Argentina llamado sensei y comenzó a traer peines, lociones y en Bogotá montó un consultorio… y ha sido muy exitoso y ha hecho contacto con México, China, Estados Unidos y tiene la franquicia de todo el país… En cada consultorio tienen hasta 10 empleadas que se dedican a limpiar las cabezas”, cuenta Martha Cecilia. Y es que quién iba a pensar que los piojos, tan abundantes que son y comunes, resultaran siendo tremendo negocio.
De esta manera, tras ver los buenos resultados en Bogotá, el cuñado de Martha le sugirió que ella también montara un consultorio en donde limpiara cabezas y vendiera los productos. Sin embargo, cuenta la mujer de 54 años, que por el costo, 60 mil pesos por cabeza, la clientela era de estratos altos y no les gustaba ir a un negocio para que vieran que ellos y sus hijos tenían piojos, por lo que comenzó a trabajar a domicilio.
“Un día hicimos una página completa en Q’hubo y comenzaron a llamar y así uno le va diciendo al otro. Nosotros vamos mucho a Ruitoque, Cañaveral… los de estrato bajo no lo hacen porque eso es mucho para pagar…”, comenta Pastrana. Y sí, aunque los piojos no tienen estrato para infectar cabezas, parece que sí lo tienen para salir de ellas.
En su labor ha limpiado familias enteras, ya que este insecto, minúsculo, insoportable y a veces invencible, se pasa con mucha facilidad de cabeza en cabeza. Ella asegura, como la experta que es, que ellos no saltan ni vuelan, sino que caminan, por lo que cuando hace una limpieza, recomienda cambiar sábanas, lavar y tapar los peluches y pringar (hervir) los peines y cepillos, pues de un huevo (liendre) salen hasta 60 piojos.
“Una vez llegó una familia de Bogotá a Cañaveral, a un hotel, y nos llamaron para limpiar a ocho, todos llenos de piojos. Porque los papitos duermen con los hijitos a veces y ahí se les pegan…”.
Y sí, es que los piojos son la plaga por excelencia que les dan a todos los niños y no precisamente por desaseo o descuido, sino que, aunque los padres del menor tengan la precaución de limpiar la cabeza de su hijo, si sus otros compañeros no lo hacen, el mal quizás no acabe a menos que vivan con las cabezas rapadas, un método nada llamativo.
“Hay niñas que tienen demasiados. Se gasta hasta tres horas ahí dándole, dándole hasta que ya se le revisa el pelo y mira que no queden liendres. Porque el piojo uno lo saca y es fácil, pero lo difícil son las liendres, porque si quedan, nacen y siguen otra vez. Cuando uno dice que una niña tiene muchísimo es que ya lleva 4 o 5 meses con esos animales”, asegura Martha.
Depende de la cantidad de liendres y piojos que haya en la cabeza, es el tiempo de la limpieza. Generalmente cada sesión dura entre una hora y media y tres. A los ocho días de haber realizado la limpieza, se vuelve a revisar que la cabeza ya no tenga nada y así se garantiza que el trabajo quedó bien hecho.“Hay clientes a los que voy cada tres o cuatro meses. También tengo clientes de hasta cinco años. Siempre hay clientes fijos pero no todos los días sale trabajo. Cuando están estudiando casi no, pero cuando salen a vacaciones sí lo llaman bastante”, agrega.
De esta manera, tras ver los buenos resultados en Bogotá, el cuñado de Martha le sugirió que ella también montara un consultorio en donde limpiara cabezas y vendiera los productos. Sin embargo, cuenta la mujer de 54 años, que por el costo, 60 mil pesos por cabeza, la clientela era de estratos altos y no les gustaba ir a un negocio para que vieran que ellos y sus hijos tenían piojos, por lo que comenzó a trabajar a domicilio.
“Un día hicimos una página completa en Q’hubo y comenzaron a llamar y así uno le va diciendo al otro. Nosotros vamos mucho a Ruitoque, Cañaveral… los de estrato bajo no lo hacen porque eso es mucho para pagar…”, comenta Pastrana. Y sí, aunque los piojos no tienen estrato para infectar cabezas, parece que sí lo tienen para salir de ellas.
En su labor ha limpiado familias enteras, ya que este insecto, minúsculo, insoportable y a veces invencible, se pasa con mucha facilidad de cabeza en cabeza. Ella asegura, como la experta que es, que ellos no saltan ni vuelan, sino que caminan, por lo que cuando hace una limpieza, recomienda cambiar sábanas, lavar y tapar los peluches y pringar (hervir) los peines y cepillos, pues de un huevo (liendre) salen hasta 60 piojos.
“Una vez llegó una familia de Bogotá a Cañaveral, a un hotel, y nos llamaron para limpiar a ocho, todos llenos de piojos. Porque los papitos duermen con los hijitos a veces y ahí se les pegan…”.
Y sí, es que los piojos son la plaga por excelencia que les dan a todos los niños y no precisamente por desaseo o descuido, sino que, aunque los padres del menor tengan la precaución de limpiar la cabeza de su hijo, si sus otros compañeros no lo hacen, el mal quizás no acabe a menos que vivan con las cabezas rapadas, un método nada llamativo.
“Hay niñas que tienen demasiados. Se gasta hasta tres horas ahí dándole, dándole hasta que ya se le revisa el pelo y mira que no queden liendres. Porque el piojo uno lo saca y es fácil, pero lo difícil son las liendres, porque si quedan, nacen y siguen otra vez. Cuando uno dice que una niña tiene muchísimo es que ya lleva 4 o 5 meses con esos animales”, asegura Martha.
Depende de la cantidad de liendres y piojos que haya en la cabeza, es el tiempo de la limpieza. Generalmente cada sesión dura entre una hora y media y tres. A los ocho días de haber realizado la limpieza, se vuelve a revisar que la cabeza ya no tenga nada y así se garantiza que el trabajo quedó bien hecho.“Hay clientes a los que voy cada tres o cuatro meses. También tengo clientes de hasta cinco años. Siempre hay clientes fijos pero no todos los días sale trabajo. Cuando están estudiando casi no, pero cuando salen a vacaciones sí lo llaman bastante”, agrega.
Esta experta le recomienda a los padres de familia enviar a sus hijos al colegio con el cabello bien recogido y bueno que le compren el peine, de acero inoxidable quirúrgico, que es el arma letal para sacar estos insectos, para que todas las semanas los peinen y así eviten que los piojos se reproduzcan por montones.
El negocio ha resultado tan bueno para Martha y su familia, que además de las franquicias de su cuñado y los productos en todo el país, a la tarea se han sumado dos nueras, que también prestan el servicio en Bucaramanga y su área metropolitana.
“A mí no me parece complicada. A veces cuando tienen el cabello muy largo o cuando les planchan el cabello sí se hace difícil, porque las liendras se queman y quedan pegadas y es muy difícil de quitar. Entonces se pregunta, ¿se planchan el cabello? Sí, entonces en la noche se debe aplicar aceite para que al otro día salgan…”.
Y en los 10 años que lleva despiojando, ha visto de todo, desde personas profesionales que por algún motivo un menor les prendió piojos; niños muy pobres durante jornadas gratuitas de limpieza que ha hecho, que de tantos insectos que tienen su cabeza está lastimada, hasta brujería para dañar hermosas cabelleras. Una verdadera plaga, que hasta Dios usó, según el antiguo testamento, para atormentar a los egipcios.
“En Girón nos llamó un sábado una niña que si nosotros desenredábamos pelo y nosotras claro sí… Llegamos allá y ella tenía una pañoleta y se la quitó y tenía como una moña que recogía todo su cabello y le dije: suéltese la moña, porque no soy capaz y me dijo, ‘yo no tengo moña, el pelo está enredado así’… eso era una maraña de pelo pero eso parecía que hubieran cogido pegante … Y ella nos contó que apenas hacía ocho días su cabello era hermoso y largo… y ella dice que eso era una brujería y yo sí le creo, porque eran millones y millones de piojos. Es que le da a uno escaramuza, porque nunca habíamos visto tanto…”, relata Martha, quien recuerda que tuvieron que cortarle todo el pelo y salían centenares de insectos, como si fuera un hormiguero.
Apesar del riesgo de infección de su oficio, no le gusta tener su pelo recogido, en cambio está bien peinado y claro, de vez en cuando, le toca a ella misma hacerse limpieza.
El ritual de limpieza
La rutina comienza colocando las capas, las mismas que ponen cuando se va a cortar el pelo. Posterior a esto, se desenreda y divide por la mitad. Después se hacen unas seis u ocho divisiones más del pelo, dependiendo de la abundancia del mismo, con moños o ganchos. En ese momento, entre los espacios del cuero cabelludo, se ven los piojos correr a esconderse.
Este contenido ha sido publicado originalmente en Vanguardia.com en la siguiente dirección: http://www.vanguardia.com/area-metropolitana/bucaramanga/365354-despiojadora-un-oficio-que-no-conoce-estrato-en-bucaramanga. Si está pensando en hacer uso del mismo, recuerde que es obligación legal citar la fuente y por favor haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. Vanguardia.com - Galvis Ramírez y Cía. S.A.
Esta experta le recomienda a los padres de familia enviar a sus hijos al colegio con el cabello bien recogido y bueno que le compren el peine, de acero inoxidable quirúrgico, que es el arma letal para sacar estos insectos, para que todas las semanas los peinen y así eviten que los piojos se reproduzcan por montones.
El negocio ha resultado tan bueno para Martha y su familia, que además de las franquicias de su cuñado y los productos en todo el país, a la tarea se han sumado dos nueras, que también prestan el servicio en Bucaramanga y su área metropolitana.
“A mí no me parece complicada. A veces cuando tienen el cabello muy largo o cuando les planchan el cabello sí se hace difícil, porque las liendras se queman y quedan pegadas y es muy difícil de quitar. Entonces se pregunta, ¿se planchan el cabello? Sí, entonces en la noche se debe aplicar aceite para que al otro día salgan…”.
Y en los 10 años que lleva despiojando, ha visto de todo, desde personas profesionales que por algún motivo un menor les prendió piojos; niños muy pobres durante jornadas gratuitas de limpieza que ha hecho, que de tantos insectos que tienen su cabeza está lastimada, hasta brujería para dañar hermosas cabelleras. Una verdadera plaga, que hasta Dios usó, según el antiguo testamento, para atormentar a los egipcios.
“En Girón nos llamó un sábado una niña que si nosotros desenredábamos pelo y nosotras claro sí… Llegamos allá y ella tenía una pañoleta y se la quitó y tenía como una moña que recogía todo su cabello y le dije: suéltese la moña, porque no soy capaz y me dijo, ‘yo no tengo moña, el pelo está enredado así’… eso era una maraña de pelo pero eso parecía que hubieran cogido pegante … Y ella nos contó que apenas hacía ocho días su cabello era hermoso y largo… y ella dice que eso era una brujería y yo sí le creo, porque eran millones y millones de piojos. Es que le da a uno escaramuza, porque nunca habíamos visto tanto…”, relata Martha, quien recuerda que tuvieron que cortarle todo el pelo y salían centenares de insectos, como si fuera un hormiguero.
Apesar del riesgo de infección de su oficio, no le gusta tener su pelo recogido, en cambio está bien peinado y claro, de vez en cuando, le toca a ella misma hacerse limpieza.
El ritual de limpieza
La rutina comienza colocando las capas, las mismas que ponen cuando se va a cortar el pelo. Posterior a esto, se desenreda y divide por la mitad. Después se hacen unas seis u ocho divisiones más del pelo, dependiendo de la abundancia del mismo, con moños o ganchos. En ese momento, entre los espacios del cuero cabelludo, se ven los piojos correr a esconderse.
Tras esto, se comienza a aplicar el producto en cada división y el peine empieza a hacer su labor, sacar hasta el último piojo y liendre. Todo hay que hacerlo con paciencia y delicadeza, pues la mayoría de veces se trata de cabezas de niños, por lo que además de ser más sensibles, se cansan con facilidad y muchas veces no permiten que se continúe con la limpieza. Es decir, hacen pataleta.
Y sí le pica la cabeza después de leer este artículo, mejor revise, no vaya a ser que tenga un pequeño visitante.
Fuente: http://www.vanguardia.com/area-metropolitana/bucaramanga/365354-despiojadora-un-oficio-que-no-conoce-estrato-en-bucaramanga
Y sí le pica la cabeza después de leer este artículo, mejor revise, no vaya a ser que tenga un pequeño visitante.
Fuente: http://www.vanguardia.com/area-metropolitana/bucaramanga/365354-despiojadora-un-oficio-que-no-conoce-estrato-en-bucaramanga
“Hay clientes a los que
voy cada tres o cuatro meses. También tengo clientes de hasta cinco
años. Siempre hay clientes fijos pero no todos los días sale trabajo.
Cuando están estudiando casi no, pero cuando salen a vacaciones sí lo
llaman bastante”, agrega.
Esta experta le recomienda a los padres de familia enviar a sus hijos al colegio con el cabello bien recogido y bueno que le compren el peine, de acero inoxidable quirúrgico, que es el arma letal para sacar estos insectos, para que todas las semanas los peinen y así eviten que los piojos se reproduzcan por montones.
El negocio ha resultado tan bueno para Martha y su familia, que además de las franquicias de su cuñado y los productos en todo el país, a la tarea se han sumado dos nueras, que también prestan el servicio en Bucaramanga y su área metropolitana.
“A mí no me parece complicada. A veces cuando tienen el cabello muy largo o cuando les planchan el cabello sí se hace difícil, porque las liendras se queman y quedan pegadas y es muy difícil de quitar. Entonces se pregunta, ¿se planchan el cabello? Sí, entonces en la noche se debe aplicar aceite para que al otro día salgan…”.
Y en los 10 años que lleva despiojando, ha visto de todo, desde personas profesionales que por algún motivo un menor les prendió piojos; niños muy pobres durante jornadas gratuitas de limpieza que ha hecho, que de tantos insectos que tienen su cabeza está lastimada, hasta brujería para dañar hermosas cabelleras. Una verdadera plaga, que hasta Dios usó, según el antiguo testamento, para atormentar a los egipcios.
“En Girón nos llamó un sábado una niña que si nosotros desenredábamos pelo y nosotras claro sí… Llegamos allá y ella tenía una pañoleta y se la quitó y tenía como una moña que recogía todo su cabello y le dije: suéltese la moña, porque no soy capaz y me dijo, ‘yo no tengo moña, el pelo está enredado así’… eso era una maraña de pelo pero eso parecía que hubieran cogido pegante … Y ella nos contó que apenas hacía ocho días su cabello era hermoso y largo… y ella dice que eso era una brujería y yo sí le creo, porque eran millones y millones de piojos. Es que le da a uno escaramuza, porque nunca habíamos visto tanto…”, relata Martha, quien recuerda que tuvieron que cortarle todo el pelo y salían centenares de insectos, como si fuera un hormiguero.
Apesar del riesgo de infección de su oficio, no le gusta tener su pelo recogido, en cambio está bien peinado y claro, de vez en cuando, le toca a ella misma hacerse limpieza.
El ritual de limpieza
La rutina comienza colocando las capas, las mismas que ponen cuando se va a cortar el pelo. Posterior a esto, se desenreda y divide por la mitad. Después se hacen unas seis u ocho divisiones más del pelo, dependiendo de la abundancia del mismo, con moños o ganchos. En ese momento, entre los espacios del cuero cabelludo, se ven los piojos correr a esconderse.
Este contenido ha sido publicado originalmente en Vanguardia.com en la siguiente dirección: http://www.vanguardia.com/area-metropolitana/bucaramanga/365354-despiojadora-un-oficio-que-no-conoce-estrato-en-bucaramanga. Si está pensando en hacer uso del mismo, recuerde que es obligación legal citar la fuente y por favor haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. Vanguardia.com - Galvis Ramírez y Cía. S.A.
Esta experta le recomienda a los padres de familia enviar a sus hijos al colegio con el cabello bien recogido y bueno que le compren el peine, de acero inoxidable quirúrgico, que es el arma letal para sacar estos insectos, para que todas las semanas los peinen y así eviten que los piojos se reproduzcan por montones.
El negocio ha resultado tan bueno para Martha y su familia, que además de las franquicias de su cuñado y los productos en todo el país, a la tarea se han sumado dos nueras, que también prestan el servicio en Bucaramanga y su área metropolitana.
“A mí no me parece complicada. A veces cuando tienen el cabello muy largo o cuando les planchan el cabello sí se hace difícil, porque las liendras se queman y quedan pegadas y es muy difícil de quitar. Entonces se pregunta, ¿se planchan el cabello? Sí, entonces en la noche se debe aplicar aceite para que al otro día salgan…”.
Y en los 10 años que lleva despiojando, ha visto de todo, desde personas profesionales que por algún motivo un menor les prendió piojos; niños muy pobres durante jornadas gratuitas de limpieza que ha hecho, que de tantos insectos que tienen su cabeza está lastimada, hasta brujería para dañar hermosas cabelleras. Una verdadera plaga, que hasta Dios usó, según el antiguo testamento, para atormentar a los egipcios.
“En Girón nos llamó un sábado una niña que si nosotros desenredábamos pelo y nosotras claro sí… Llegamos allá y ella tenía una pañoleta y se la quitó y tenía como una moña que recogía todo su cabello y le dije: suéltese la moña, porque no soy capaz y me dijo, ‘yo no tengo moña, el pelo está enredado así’… eso era una maraña de pelo pero eso parecía que hubieran cogido pegante … Y ella nos contó que apenas hacía ocho días su cabello era hermoso y largo… y ella dice que eso era una brujería y yo sí le creo, porque eran millones y millones de piojos. Es que le da a uno escaramuza, porque nunca habíamos visto tanto…”, relata Martha, quien recuerda que tuvieron que cortarle todo el pelo y salían centenares de insectos, como si fuera un hormiguero.
Apesar del riesgo de infección de su oficio, no le gusta tener su pelo recogido, en cambio está bien peinado y claro, de vez en cuando, le toca a ella misma hacerse limpieza.
El ritual de limpieza
La rutina comienza colocando las capas, las mismas que ponen cuando se va a cortar el pelo. Posterior a esto, se desenreda y divide por la mitad. Después se hacen unas seis u ocho divisiones más del pelo, dependiendo de la abundancia del mismo, con moños o ganchos. En ese momento, entre los espacios del cuero cabelludo, se ven los piojos correr a esconderse.
Este contenido ha sido publicado originalmente en Vanguardia.com en la siguiente dirección: http://www.vanguardia.com/area-metropolitana/bucaramanga/365354-despiojadora-un-oficio-que-no-conoce-estrato-en-bucaramanga. Si está pensando en hacer uso del mismo, recuerde que es obligación legal citar la fuente y por favor haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. Vanguardia.com - Galvis Ramírez y Cía. S.A.
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