Tierra Santa
agosto 02, 2016
Los palestinos crucifican Tierra Santa
El pasado sábado, el cristiano palestino Rami Ayyad era secuestrado y asesinado. Su cadáver era encontrado al día siguiente. Hace seis meses, un explosivo destruía la librería cristiana de Ayyad, la Sociedad de la Sagrada Biblia, en la ciudad de Gaza.
Ningún grupo reclamó la autoría del asesinato de Ayyad, pero la destrucción de su librería encaja en el patrón de los atentados perpetrados por un grupo yihadista que se autodenomina “Las Valientes Espadas del Islam”.
La muerte de Ayyad llega en el momento en que la situación de los cristianos en la Autoridad Palestina es más precaria que nunca. El Dr . Justus Weiner, del Jerusalem Center for Public Affairs, declaraba en julio que “a lo largo de un buen número de años ya, esta reducida comunidad de cristianos ha necesitado ayuda desesperadamente. Los cristianos palestinos son incapaces de practicar su religión en libertad y paz. Los que más están en peligro son los cristianos árabes. Y los que más están en peligro entre los cristianos árabes son aquellos que se han convertido del islam al cristianismo. Con frecuencia son abandonados indefensos frente a la crueldad de los fundamentalistas musulmanes”.
Está crueldad es a menudo aprobada por la ley islámica. El jeque Abú Saqer, del grupo yihadista de la yihadia Salafiya, anunciaba el pasado junio: “Espero que nuestros vecinos cristianos comprendan que el nuevo gobierno de Hamas significa cambios reales. Tienen que estar preparados para un gobierno islámico si quieren vivir en Gaza en paz”.
Esto significaría que, en concordancia con las antiguas provisiones de la ley islámica, los cristianos podrían practicar su religión pero solamente si lo hacen discretamente: “La yihadia Salafiya y los demás movimientos islámicos se van a asegurar de que las escuelas e instituciones cristianas muestren abiertamente lo que están impartiendo con el fin de estar seguros de que no están llevando a cabo ninguna actividad misionera. Nada de alcohol en la calle. Todas las mujeres, las no musulmanas incluidas, necesitan comprender que tienen que taparse en todo momento mientras están en público”. Hamas pretende hasta reinstituir la jizya, el impuesto especial prescrito por el Corán (9:29) a judíos y cristianos, pero que los musulmanes están exentos de pagar.
Los cristianos están por consiguiente abandonando en masa las zonas controladas por la Autoridad Palestina — incluyendo algunos de los lugares más sagrados del cristianismo. En 1948, los cristianos comprendían el 85% de la población de Belén; hacia el 2006, sus cifras se habían reducido al 12%, y una enorme mezquita ha sido construida en una esquina de la Plaza del Pesebre, justo a lo largo de los templos católico y ortodoxo. Maleantes musulmanes apaleaban a un taxista cristiano en Belén, George Rabie, solamente por mostrar visiblemente un crucifijo en su taxi. Rabie observaba: “A diario sufro discriminación… muchos extremistas de las aldeas están viniendo a Belén”. En ocasiones esta discriminación se vuelve mortal; hace varios años, musulmanes abatían a tiros a dos mujeres cristianas por no vestir el velo islámico.
Las Brigadas de los Mártires de al-Aqsa asumían la autoría y explicaban: “Quisimos limpiar la casa de los palestinos de prostitutas”. Samir Qumsiyeh, dueño de una cadena privada de televisión cristiana, observaba el pasado enero: “La situación es muy peligrosa. Estoy seguro de que dentro de 15 años ya no habrá cristianos en Belén. Entonces se necesitará una lupa para encontrar cristianos aquí. Esta es una situación muy triste”. Un hostelero de Belén, Joseph Canawati, declaraba simplemente: “No hay ninguna esperanza para el futuro de la comunidad cristiana. No creemos que las cosas vayan a mejorar. Para nosotros, se ha terminado”.
Pero mientras todo esto está sucediendo el mundo ha cerrado los ojos. La ONU no ha decretado ninguna resolución llamando a los palestinos a detener el maltrato a su minoría cristiana. Las organizaciones de derechos humanos, de igual manera, han permanecido calladas. Y en Occidente, donde los grupos civiles islámicos y los colectivos estudiantiles afirman rechazar y aborrecer “el extremismo”, la opresión de los cristianos palestinos de igual manera ni siquiera se ha planteado. El Consejo de Relaciones Americano Islámicas no ha dicho nada sobre ello. Tampoco el Consejo de Asuntos Públicos Musulmanes.
Y en los campus de todo el país, colectivos izquierdistas y musulmanes denuncian a los organizadores de la Semana de Concienciación del Islamofascismo, en lugar de unirse a ellos para plantar cara a la opresión de los cristianos (como la de las mujeres, los homosexuales y los demás) en cada uno de los muchos países musulmanes hoy.
¿Porque es así? Si estos grupos se oponen realmente a las actividades yihadistas y la opresión de la ley islámica, ¿por qué no les plantan cara? Estos grupos han estado dedicando sus esfuerzos a desacreditar la Semana de Concienciación del Islamofascismo echando pestes de David Horowitz y los demás. Algunos han llegado a inventar carteles para retratar a los organizadores de la Semana como fanáticos y odiosos.
Los perdedores de todo esto son los cristianos palestinos y las demás víctimas de la opresión yihadista. Los únicos que se pronuncian por ellos están siendo difamados y atacados por parte de aquellos que afirman ser guardianes de la tolerancia y la justicia. Pero si la Semana es finalmente censurada en los campus de todo el país, entre los ganadores se encontrarán aquellos que están haciendo la vida tan miserable para los cristianos en la Autoridad Palestina y por todas partes del mundo islámico. Y no quedará absolutamente nadie para hablar por ellos.
Fuente: Diario de America
Ningún grupo reclamó la autoría del asesinato de Ayyad, pero la destrucción de su librería encaja en el patrón de los atentados perpetrados por un grupo yihadista que se autodenomina “Las Valientes Espadas del Islam”.
La muerte de Ayyad llega en el momento en que la situación de los cristianos en la Autoridad Palestina es más precaria que nunca. El Dr . Justus Weiner, del Jerusalem Center for Public Affairs, declaraba en julio que “a lo largo de un buen número de años ya, esta reducida comunidad de cristianos ha necesitado ayuda desesperadamente. Los cristianos palestinos son incapaces de practicar su religión en libertad y paz. Los que más están en peligro son los cristianos árabes. Y los que más están en peligro entre los cristianos árabes son aquellos que se han convertido del islam al cristianismo. Con frecuencia son abandonados indefensos frente a la crueldad de los fundamentalistas musulmanes”.
Está crueldad es a menudo aprobada por la ley islámica. El jeque Abú Saqer, del grupo yihadista de la yihadia Salafiya, anunciaba el pasado junio: “Espero que nuestros vecinos cristianos comprendan que el nuevo gobierno de Hamas significa cambios reales. Tienen que estar preparados para un gobierno islámico si quieren vivir en Gaza en paz”.
Esto significaría que, en concordancia con las antiguas provisiones de la ley islámica, los cristianos podrían practicar su religión pero solamente si lo hacen discretamente: “La yihadia Salafiya y los demás movimientos islámicos se van a asegurar de que las escuelas e instituciones cristianas muestren abiertamente lo que están impartiendo con el fin de estar seguros de que no están llevando a cabo ninguna actividad misionera. Nada de alcohol en la calle. Todas las mujeres, las no musulmanas incluidas, necesitan comprender que tienen que taparse en todo momento mientras están en público”. Hamas pretende hasta reinstituir la jizya, el impuesto especial prescrito por el Corán (9:29) a judíos y cristianos, pero que los musulmanes están exentos de pagar.
Los cristianos están por consiguiente abandonando en masa las zonas controladas por la Autoridad Palestina — incluyendo algunos de los lugares más sagrados del cristianismo. En 1948, los cristianos comprendían el 85% de la población de Belén; hacia el 2006, sus cifras se habían reducido al 12%, y una enorme mezquita ha sido construida en una esquina de la Plaza del Pesebre, justo a lo largo de los templos católico y ortodoxo. Maleantes musulmanes apaleaban a un taxista cristiano en Belén, George Rabie, solamente por mostrar visiblemente un crucifijo en su taxi. Rabie observaba: “A diario sufro discriminación… muchos extremistas de las aldeas están viniendo a Belén”. En ocasiones esta discriminación se vuelve mortal; hace varios años, musulmanes abatían a tiros a dos mujeres cristianas por no vestir el velo islámico.
Las Brigadas de los Mártires de al-Aqsa asumían la autoría y explicaban: “Quisimos limpiar la casa de los palestinos de prostitutas”. Samir Qumsiyeh, dueño de una cadena privada de televisión cristiana, observaba el pasado enero: “La situación es muy peligrosa. Estoy seguro de que dentro de 15 años ya no habrá cristianos en Belén. Entonces se necesitará una lupa para encontrar cristianos aquí. Esta es una situación muy triste”. Un hostelero de Belén, Joseph Canawati, declaraba simplemente: “No hay ninguna esperanza para el futuro de la comunidad cristiana. No creemos que las cosas vayan a mejorar. Para nosotros, se ha terminado”.
Pero mientras todo esto está sucediendo el mundo ha cerrado los ojos. La ONU no ha decretado ninguna resolución llamando a los palestinos a detener el maltrato a su minoría cristiana. Las organizaciones de derechos humanos, de igual manera, han permanecido calladas. Y en Occidente, donde los grupos civiles islámicos y los colectivos estudiantiles afirman rechazar y aborrecer “el extremismo”, la opresión de los cristianos palestinos de igual manera ni siquiera se ha planteado. El Consejo de Relaciones Americano Islámicas no ha dicho nada sobre ello. Tampoco el Consejo de Asuntos Públicos Musulmanes.
Y en los campus de todo el país, colectivos izquierdistas y musulmanes denuncian a los organizadores de la Semana de Concienciación del Islamofascismo, en lugar de unirse a ellos para plantar cara a la opresión de los cristianos (como la de las mujeres, los homosexuales y los demás) en cada uno de los muchos países musulmanes hoy.
¿Porque es así? Si estos grupos se oponen realmente a las actividades yihadistas y la opresión de la ley islámica, ¿por qué no les plantan cara? Estos grupos han estado dedicando sus esfuerzos a desacreditar la Semana de Concienciación del Islamofascismo echando pestes de David Horowitz y los demás. Algunos han llegado a inventar carteles para retratar a los organizadores de la Semana como fanáticos y odiosos.
Los perdedores de todo esto son los cristianos palestinos y las demás víctimas de la opresión yihadista. Los únicos que se pronuncian por ellos están siendo difamados y atacados por parte de aquellos que afirman ser guardianes de la tolerancia y la justicia. Pero si la Semana es finalmente censurada en los campus de todo el país, entre los ganadores se encontrarán aquellos que están haciendo la vida tan miserable para los cristianos en la Autoridad Palestina y por todas partes del mundo islámico. Y no quedará absolutamente nadie para hablar por ellos.
Fuente: Diario de America