Solo éxitos cristianos anunciando la venida de Jesucristo

Post Top Ad

Mostrando entradas con la etiqueta mental. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mental. Mostrar todas las entradas
julio 18, 2021

Asistir a la Iglesia previene la depresión y mejora la Salud mental

 


Asistir a la iglesia de manera frecuente es una manera eficaz de prevenir la depresión y mejorar la salud mental. Esto es mas satisfactorio que asistir a un grupo político, hacer deporte u obras de bien social, conforme a un estudio realizado por expertos.


Científicos británicos y holandés, estudiaron el comportamiento de nueve mil personas mayores de 50 años en varios países de Europa, hallaron varios niveles de actividad social al unirse a una entidad religiosa, y ver cómo influye en el estado de ánimo de la gente, según comunico Daily Mail.


El análisis fue compartido a través de la revista American Journal of Epidemiology. Entre los resultados obtenidos, se hizo evidente que pertenecer a la iglesia también es más beneficioso que participar en actividades deportivas, educativas o de hacer obras de caridad.


Las personas que se sumaron a grupos políticos tuvieron un beneficio en su salud mental, pero sólo al principio, porque después terminó a largo plazo de forma espectacular.


La encuesta se realizo en forma conjunta por el Centro Médico de la Universidad Erasmus de Holanda y la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres. Los especialistas hallaron, que asistir a la iglesia es la mejor manera de combatir la depresión. No obstante, no es posible precisar que sea la fe misma que ayuda a la gente, o sea la religión da simplemente a la gente un “sentido de pertenencia”, especialmente en la vejez.


El científico en salud mental Dr. Mauricio Avendaño, quien participó parte del estudio, afirmo que la única actividad asociada con la felicidad duradera, estaba en la asistencia a un grupo religioso.


“La iglesia parece desempeñar un papel social importante para detener la depresión, y también sirve como un mecanismo de supervivencia en tiempos de enfermedad en la fase de la vejez”, dijo.


Fuente: http://www.tiempocristiano.com/2021/07/06/asistir-a-la-iglesia-previene-la-depresion-y-mejora-la-salud-mental/

diciembre 31, 2016

En Costa Rica Ley prohibirá abortos por consecuencias de salud mental a la madre

En Costa Rica, una reforma en el Código Penal prohibiría el aborto por causas de salud mental y emocional de la madre y cerraría los portillos para interpretaciones que legitimen otros motivos.

La reforma, contemplada en el expediente 20.218, fue propuesta este por el diputado evangélico, Gonzalo Ramírez, y busca un cambio en el artículo 121 del Código Penal, que regula el aborto no punible en el país.

“Con este nuevo texto, eliminamos la posibilidad de que por violación, por depresión o por alguna otra condición emocional se quiera practicar un aborto, y que cerremos las puertas a corrientes internacionales y nacionales, que han tratado de devaluar la vida de los no nacidos”, expresó el Ramírez.

La propuesta del legislador deja explícito que no es punible el aborto practicado con consentimiento, por un médico o por una obstetra autorizada, si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida de la madre.

FUENTE: MundoCristiano
diciembre 07, 2016

¿Por qué tendría que morir Jesús por nosotros?

¿No es macabro que Dios tuviese que venir a morir por mí?
¿No puede Dios simplemente perdonarnos y ya está? ¿Por qué pasar por ese sufrimiento atroz?

Algunos ven a un Dios sadomasoquista detrás de un Dios que envía a Jesucristo a morir  ¿Qué padre amoroso y con una salud mental estable haría esto con su hijo?
La cruz y el sufrimiento

Algunos ven sádico y absurdo un dios muriendo así. Pero en el “cómo” murió vemos algo muy importante. Cuando a alguien se le lleva al límite, a la máxima presión, al sufrimiento, más se demuestra cómo es alguien realmente. Mejor conocemos a esa persona. Y de Jesús salió amor, compasión y perdón por sus enemigos. Yo entre ellos.

Jesús es Dios hecho humano escogiendo venir voluntariamente a nuestro encuentro. Su acción también llevaba implícita compartir nuestro sufrimiento. En espera del  día en el que el mal se acabe, sabemos que el misterio del sufrimiento ha sido experimentado por Dios mismo. Él nos entiende en nuestro dolor porque ha sido azotado, traicionado y desgarrado. Está a nuestro lado. Dios no es indiferente ante el sufrimiento. Esto nos ayuda a confiar en las promesas de un Dios que ha experimentado el dolor en sus propias carnes. Literalmente.

El sufrimiento humano es un misterio pero la mejor respuesta y consuelo posible ante el dolor la ofrece el cristianismo. Un día todo mal se acabará.

Dios no tiene ningún gusto por el dolor ajeno. Y por esto Él no envía a otra persona sino que Dios mismo sufre en nuestro lugar. Jesús y su Padre es el mismo Dios.
La justicia y nuestro mal

¿Y si Dios tiene en cuenta cada palabra hiriente que sale por nuestra boca? ¿Y qué de cada momento en el que pude haber ayudado y decidí buscar egoístamente lo mío? Cuando hacemos aquello que tantas veces criticamos en otros o encontramos gente más bondadosa que nosotros podemos hacer un poco mejor el análisis de la realidad de nuestra maldad.

En la cruz Dios se ha interpuesto entre nosotros y las personas a quienes hemos dañado. Un golpe contra otros es también un golpe contra Dios. Cuando golpeamos a otro golpeamos a alguien a quien Dios ama. La muerte de Jesús puede parecernos absurda porque la desvinculamos del mal que cometemos, como si no tuviera nada que ver con nosotros. Lo vemos como la muerte de un señor extraño que vivió hace 2000 años porque no tenemos interés en seguirle ni en pensar que quizás es la persona que mejor nos conoce y quien más nos ama. De hecho así es. Hasta el punto de morir en nuestro lugar. En la cruz la justicia que era necesaria ha sido desplegada. “Ya está terminado” son las últimas palabras de Jesús justo antes de exhalar. La Cruz es el lugar en el que Dios declara que el abuso, la violación, la mentira o el asesinato son actos repugnantes que no pueden quedar impunes. Dios no es un señor bobalicón de barca blanca al que todo le da igual. Es justo, y no esperábamos menos.

Pero la cruz también es el deseo de Dios para que nadie perezca por estas consecuencias. En la cruz se encuentran el amor y la misericordia. Dios hace todo lo que está en su mano sin invadir nuestra libertad. Podemos aceptar su pago libremente, o rechazarlo.

La ira de Dios no contradice su amor. Dios se enfada y exige justicia porque es amor ¿O acaso no nos airamos cuando hacen daño a quien queremos? Si no nos molestasemos ni hiciésemos nada respecto a las agresiones contra un ser querido realmente no lo amaríamos. Dios debe hacer justicia con quienes nos hacen daño del mismo modo que debe hacerla con nosotros cuando somos los causantes del dolor. Es una condición moral intrínseca de Dios que no puede ser aparcada. De hecho, muchos no creen en Dios porque aún no ha ejecutado ese juicio contra el mal. Pero cerramos los ojos cuando se trata de nuestro mal.

Pero en la cruz nuestros pecados (una orientación negativa de nuestra existencia) no son tenidos en cuenta porque la cruz es el pago por ellos. El lío del que nos saca la muerte de Cristo es el lío de habernos comportado como si nos perteneciésemos a nosotros mismos. En palabras de C. S. Lewis, el ser humano no es simplemente una criatura imperfecta que necesita mejorarse; es un rebelde que debe deponer sus armas.
Rendirnos,  darnos cuenta de que hemos tomado el camino equivocado para comenzar una nueva vida con Él. Eso es lo que el Evangelio llama arrepentimiento, algo que no es  divertido. Arrepentirse es algo mucho más difícil que agachar la cabeza humildemente. Es necesario nacer de nuevo, tal y como Jesús le dijo a un viejo judío llamado Nicodemo (Juan 3, 7; La Biblia). Pedir a Dios que nos reciba sin arrepentirnos significaría pedirle volver a Él sin volver a Él. Es algo que no puede ocurrir.

Jesús no presenta ninguna religión, sino a sí mismo  como “El camino, La verdad y La vida” (Juan 14, 6). Sólo podemos acudir a Él. Y esto va más allá de que seguir sus enseñanzas. Un cristiano no es una persona que no se equivoca sino alguien a quien se le ha concedido la capacidad de arrepentirse, de levantarse del suelo y empezar de nuevo después de cada tropiezo.

En esta nueva vida ya no hacemos cosas para ser salvados o aceptados por Él. Nuestros méritos nunca podrán comprar nada que el sacrificio de Jesús ya completó. “Porque por gracia (un regalo) sois salvos por medio de la fe; y esto no es por vuestros méritos, pues es regalo de Dios; no por vuestras obras, para que nadie se envanezca” (Efesios 2, 8-9).

La Cruz se lleva las ofensas recibidas y causadas. Se lleva nuestra vergüenza. La recibida y la causada. Somos libres al fin.

Por Delirante.org

octubre 01, 2016

Esperanza para los enfermos mentales

Por la mujer que está al teléfono se inició una revolución en la atención de la salud mental en Colombia. Curiosamente, se llama igual al sentimiento que los pacientes experimentan ahora, tras aquel revolcón que está exactamente a seis meses de empezar: Esperanza.  Esperanza Pinilla.

“Todo empezó hace seis años. Primero con escalofríos terribles.  Yo pensaba que era una infección. Me llevaron a urgencias. En ese momento no tenía otros síntomas y me dejaron en observación. Pasé tres o cuatro días con medicamentos para tratar una infección que en realidad los médicos no estaban seguros que tenía. Luego me mandaron a casa, sin un diagnóstico. Empezaron los otros síntomas”.

Esperanza vive en Bucaramanga. Trabaja como asistente en la Fiscalía. Tiene dos hijos. Se retiró de la universidad en sexto semestre de psicología para buscar un empleo, tener con qué sostenerlos. Hace 17 años se separó de su esposo. Es el mismo tiempo que lleva viviendo en esa ciudad famosa por sus bellos parques.  Mientras estuvo enferma, en esos seis meses, intentó matarse. No tenía idea por qué.

“En mi vida no había ningún problema que me hiciera sentir mal, triste. Pero llegó el momento en que nada me producía placer. Ni siquiera escuchar un disco. Permanecía callada, encerrada, en piyama. Dejé de comer, y sin embargo tenía diarreas y náuseas. También dejé de dormir. Todo eso fue pasando en el transcurso de esos seis meses en los que pasé de clínica en clínica. Me llevaron a médicos generales, especialistas, tanto de mi EPS como particulares. Incluso viajé a Bogotá a que me viera un gastroenterólogo.  Me hicieron toda clase de exámenes. De los huesos, del hígado – pensaban que podía tener un tumor - y todo me salía bien. Eso me desesperaba aún más. No sabía qué tenía. Mientras tanto, la enfermedad avanzaba”.

Gerardo Campo Cabal es psiquiatra. Asegura que no solo sucede en Colombia, sino en todo el mundo: los médicos generales que atienden a los pacientes en el nivel primario, que es cuando alguien llega a urgencias de una clínica con síntomas como los de Esperanza, una infección, una gripa fuertísima, no están capacitados para determinar cuándo esos padecimientos están relacionados con una enfermedad mental. A Esperanza nunca la remitieron donde ningún psiquiatra, por cierto. En Colombia existen dos millones de personas con enfermedades mentales y apenas el 10% están diagnosticados. La epidemia se expande y las consecuencias suelen ser catastróficas.

En la sala de inimputables del Hospital Departamental Psiquiátrico del Valle duermen 35 pacientes. Todos cometieron un delito, algunos homicidios, mientras padecieron una crisis psicótica. Hay casos de enfermos que sin tener la más remota idea de qué estaban haciendo mataron al papá, a la mamá, a la abuela, a un bebé. La ley no los puede condenar. No estaban en sus cabales. Inimputables.

Carlos Andrés Castillo, del equipo de Salud Mental de la Secretaría de Salud del Valle, explica otro asunto. La Ley 100 de 1993, que reglamenta la seguridad social de los colombianos, los servicios de salud, enfoca la atención y la inversión en las enfermedades físicas, no en la salud mental. No la excluye, por su puesto, pero el tratamiento lo limitó solo durante la fase crítica de la enfermedad y ese descuido también es terrible.

En su computador tiene una caricatura para explicarlo. Dos personajes conversan. “El año pasado más de 200 mujeres fueron asesinadas en el Valle”, dice el primero. “Afortunadamente ninguna murió de gripa H1N1”, responde el otro. El dibujo está firmado por el caricaturista Vladdo y traduce lo que está sucediendo: se invierten miles de millones para curar los problemas físicos de los colombianos, pero se descuida la mente de un país históricamente violento. Y la violencia está relacionada con los trastornos mentales. Entre más violencia, más enfermedades. Entre más consumo de sustancias psicoactivas, también. El Valle, según la Secretaría de Salud, es una de las regiones del país donde más se está ingiriendo cloruro de metileno. Es una sustancia utilizada para limpiar teclados y computadores que los jóvenes utilizan para drogarse.

La epidemia de los trastornos de la conducta es tal, que solo en el Hospital Departamental Psiquiátrico se atienden 30 consultas diarias en urgencias. Al año se atienden 40 mil consultas externas. Apenas cuentan con 25 especialistas, 208 camas. En toda Cali hay 60 psiquiatras certificados. La mayoría atiende en consultorios particulares o en instituciones privadas porque en sitios públicos como el Hospital Psiquiátrico los salarios son bajos. Los enfermos mentales estrato uno, dos, tres, entonces, no tienen cómo consultar un especialista. Esperanza sigue al teléfono.

“Ni siquiera podía ir a trabajar debido a mi enfermedad. Pedí vacaciones. Y justo en ese tiempo tuve tres intentos de suicidio”.

Se le ocurrió lanzarse al vacío. O envenenarse. Hasta que, agotada de vivir sin ganas de hacerlo, salió de su habitación en busca de un cuchillo. Ver a uno de sus hijos estudiando la detuvo. Lo abrazó. Le pidió que la ayudara, que la llevara a un psiquiatra. Lo hizo como la última opción que tenía, aunque Esperanza estaba segura de que su problema no era de ese tipo. “Yo no estoy loca”, pensaba. Y no, no lo estaba, no lo está. No todos los que padecen una enfermedad o un trastorno mental son dementes. De hecho, es una situación tan común que una de cada cuatro personas han padecido algún trastorno. La demanda de atención es urgente y los especialistas, los pocos especialistas, están en las capitales del país. No existen en los pueblos, en las veredas, en las zonas de conflicto armado. Esperanza y su hijo tomaron un taxi.

- ¿Por qué apenas viene hasta ahora?, le preguntó el psiquiatra, preocupado.

Por haber transcurrido tanto tiempo sin una terapia, le explicó, el diagnóstico es grave: depresión aguda. Es sentirse triste, abatido, por periodos extremadamente largos: meses, incluso años.

Esa enfermedad es la segunda causa de discapacidad en el mundo, después del dolor de espalda. Nadie es productivo mientras esté deprimido. La padecen 350 millones de personas, y cada año un millón de ellas se suicidan. A pesar de eso los ciudadanos se avergüenzan de acudir a un psicólogo o a un psiquiatra. El tabú es una de las dificultades para detectar a los enfermos. También la ignorancia. No es mito: a algunos pacientes mentales aún sus familias los amarran a los árboles de los patios o los encierran en los últimos cuartos de las casas porque desconocen su derecho a un tratamiento digno.

“Y además de que los diagnósticos como en mi caso son tardíos, la atención es deficiente. Uno sufre tanto. Hay demoras en las entregas de la droga por parte de las EPS y uno no se la puede dejar de tomar un solo día porque vuelve a recaer. Yo pago por mi cuenta un psicólogo clínico, con el que me veo una vez por semana.  La EPS apenas te aprueban una consulta cada 15 días y algunos no están preparados para este tipo de enfermedades. Si el Estado le hubiera puesto atención a todo esto,  muchos suicidios en el país  se hubieran evitado”, dice Esperanza.

En colombia, en el último año, se mataron 1901 personas; En Cali, 87. Cada 40 segundos alguien decide suicidarse en algún lugar del planeta. Cada mes un enfermo mental decide a acudir a la Defensoría del Paciente de Cali para pedir ayuda porque no le han entregado los medicamentos.

Noralba Buitrán padece esquizofrenia y denunció que no le han entregado Quetiapina, el fármaco con el que la controla; Rosa María Bolaños, quien tiene un trastorno de ansiedad y depresión, aseguró que tiene dificultades para recibir Aripiprazol; Meyber Arroyo, esquizofrénico, también dijo que no le han entregado su medicina a tiempo. Ninguno entiende por qué.

Carlos Andrés Castillo, del equipo de Salud Mental de la Secretaría de Salud del Valle, tiene algunas teorías. El acuerdo 029 de 2011 obligó a que ingresaran al Plan Obligatorio de Salud, POS, una gran cantidad de medicamentos para el tratamiento de las enfermedades mentales que anteriormente no se cubrían. Las EPS no tuvieron la capacidad de respuesta para entregar ese tipo de medicamentos. Por un lado son fármacos tan especializados y costosos que se compran casi que al menudeo; por otro lado, son pocos los laboratorios y las compañías que los producen y distribuyen. La oferta es poca y la demanda demasiado alta. Eso explica la tardanza en la entrega, pero esa es otra de las luchas de Esperanza.

Su historia inspiró una Ley en Colombia. Es la 1616. Se expidió en enero de 2013 y el Ministerio de Salud tiene 16 meses para reglamentarla y ponerla en marcha. Restan seis para ello.

Básicamente, busca garantizar una atención eficaz a los pacientes con trastornos mentales, que no se repita su calvario y el de tantos otros: la demora en la entrega de las medicinas, la suspensión de los tratamientos. También obliga a que en la atención primaria se atienda al paciente con un equipo de profesionales que incluyan especialistas en salud mental. Y promoción. Que el país entienda que los enfermos mentales no son inferiores, no son locos, no se deben ocultar. Son enfermos. Como los diabéticos, los hipertensos, los que sufren del corazón y hay que ayudarlos.

La Ley la creó Alba Luz Pinilla, hermana de Esperanza.  Es representante a la Cámara por Bogotá.  En Colombia, a esa Ley, los pacientes la llaman precisamente Esperanza. Es  la sensación de que algo bueno va a ocurrir, aunque en Cali aún no se sabe cómo. Apenas en noviembre el Ministerio de Salud Nacional capacitará a las regiones para implementarla. Esperanza, en el teléfono, suspira.

    ¿Está deprimido?

    Hay que tener cuidado. No se debe confundir depresión con tristeza.

    Los síntomas de la depresión son variados.

    Agitación, ansiedad, irritabilidad e ira, por ejemplo.

    Cansancio recurrente.

    Tender a aislarse del mundo: la familia, los amigos, la pareja, los compañeros de trabajo.

    Perder los deseos de hacer algo que anteriormente nos encantaba hacer es uno de los síntomas más alarmantes.

    Perder el apetito.

    Tener dificultad para conciliar el sueño, además.

    Pensamientos e intentos suicidas.

    Dificultad para concentrarse en cualquier actividad.

    Tener sentimientos de odio hacia sí mismo.

    Sentirse culpable.

    Tristeza diaria, continua.

    Igualmente hay muchas maneras de prevenir la depresión.

    El ejercicio diario, por ejemplo, funciona.

    Ofrecerse voluntariamente a hacer diferentes actividades de grupo para no aislarse.

    Hablar con alguien de confianza sobre los problemas que se puedan tener.

    No se conoce el origen exacto de la depresión. Sin embargo, se sospecha que se debe a cambios químicos en el cerebro.

    También podrían influir factores genéticos.

    8  de cada 20 colombianos han sufrido algún trastorno psiquiátrico alguna vez en su vida.

Fuente: elpais.com.co