Solo éxitos cristianos anunciando la venida de Jesucristo

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octubre 13, 2017

Dueño de cafetería en China utiliza su negocio para animar a los jóvenes a conocer a Jesucristo

El café es popular en China, especialmente entre los millennials. Más cafeterías están surgiendo en la capital. Pero entre tantas ofertas, un propietario está aprovechando la atracción que muchos sienten por esta bebida para compartir un mensaje que está cambiando sus vidas.

Si pudiera elegir algún color para describir su ciudad ¿cuál sería? Para quienes viven en Pekín, es el amarillo.

A donde quiera que vaya en Pekín, verá estas encantadoras bicicletas amarillas. Ellas han llegado a ser la mayor atracción de esta ciudad moderna.

Hace un año, cuando todas estas bicicletas fueron traídas a China, mucho se sintieron extraños y poco familiarizados. Hoy, son el medio de transporte más popular de la nación.

“Donde quiera que voy, disfruto hacerlo en bicicleta. Hacen nuestra vida más fácil. Y sus colores brillantes hacen a Pekín más atractiva y moderna”, dice un habitante de Pekín.  

Y hay algo más para lo cual están siendo utilizadas las bicicletas—entregas de café en Pekín.

Han Ye Wei es nativo de Pekín. Desde los 19 años, se involucró en el negocio del café. Durante mucho tiempo, se sintió fascinado por el aroma único y su delicioso sabor.

"La primera vez que saboreé el café, me sentí atraído por el sabor, algo que nunca antes había probado, Starbucks era nuevo en China, los chinos no entendían cómo apreciar esta bebida occidental", comenta Han Ye Wei.

Wei tuvo la determinación para aprender más sobre el café. Él aprendió como hacerlo y creo sus propias recetas únicas.

“Estaba tan ansioso por perseguir mi propia pasión, pero no fue fácil, cuando me enfrenté a obstáculos, me frustré, pero sabía que podía hacerlo, de alguna manera no podía hacerlo bien, parecía que faltaba algo", precisa Han Ye Wei.

Wei comenzó a pasar más tiempo lejos de su familia. Su esposa sintió que no estaba dedicado a su matrimonio ni a sus hijos.

Un día, Wei conoció a un amigo cristiano y compartió su frustración y preocupaciones. Luego de una larga plática, Wei se dio cuenta de lo que se estaba perdiendo y comenzó a interesarse en ir a la iglesia. Y tomó una decisión.

“El mismo día, antes de ir a la cama, di mi vida a Jesús. Quería que me ayudara a ser un barista exitoso. No podía hacerlo solo”, dice Han Ye Wei.

Wei aprovechó la oportunidad para abrir su propia cafetería en uno de las áreas más populares de Pekín. Su negocio creció. Y comenzó a usar la bicicleta para entregar café a sus clientes.

“Es como si Dios abriera de repente un grifo, la gente empezó a venir a mi cafetería, estaba abrumado por las bendiciones y las provisiones. Él me enseñó mucho a lo largo de los años”, dice Han Ye Wei.

Siendo el propietario de la cafetería por más de diez años, Wei estaba agradecido por lo que Dios le había proporcionado. Gradualmente, comenzó a invitar a sus clientes a escuchar sus historias, así como animar a los jóvenes a conocer a Jesucristo.

“La personas siempre me preguntan cómo llegué a ser exitoso. Es importante para ellos oír mis historias. No es sobre mí. Dios lo hizo por mí”, dice Wei.

Cada noche de viernes, Wei realiza estudios bíblicos en su cafetería. Él no teme sobre los cuestionamientos de la gente. Él está apasionado de compartir el evangelio con cada visitante.  

“Wei es un gran maestro. Es muy paciente cuando nos explica los libros de los evangelios. Sus historias sobre Dios me tocan”, comenta Rui Zhang.

Tratar de hacer una vida en una ciudad tan grande como Pekín y Shanghai no es fácil. Wei ve más millennials chinos inundar Pekín para alcanzar sus sueños. Él está planeando abrir más cafeterías alrededor de la nación.

El propósito es invitar a más amantes del café a su local, y darles la oportunidad de conocer cuán grande es su Dios.

“Ser exitoso no es fácil. Pero cada uno tiene las oportunidades para lograr sus sueños al conocer a Dios y seguir sus principios”, concluye Wei.

Fuente: cbn.com

mayo 31, 2017

Parecía imposible cambiar…

Todo comenzó cuando tenía 6 años y fui abusada sexualmente por un amigo de mi familia, que tenía unos 30 años. Mi familia pensaba que era bueno, sin embargo me amenazaba y me decía que no contara nada, que era mi amigo y que iba a cuidarme. A los 7 y a los 12 fui abusada nuevamente. Pensaba que era normal. Él abusaba de mí y de mis amigas y nos daba dinero para que no se lo contáramos a nadie. A los 13 años pensé que mi vida iba a cambiar, pero empeoró. Conocí a un muchacho que fue mi primer novio, y tuve mi primera relación. Mis padres no lo aceptaban, pues era más grande que yo. Además de pelear mucho, me traicionaba. Estuvimos unos 5 años juntos. Indignada con la situación, empecé a ser una mala mujer. Comencé a traicionarlo con sus amigos.

En una fiesta, conocí a mi actual esposo. Él consumía drogas, vivía en las esquinas. Entonces comencé a consumir drogas junto a él, creyendo que iba a agradarlo. Me fui destruyendo en la bebida. No quería saber nada más, solo consumir drogas. Fue pasando el tiempo y nos casamos. Las peleas eran constantes, no solo verbales, sino también físicas. Llegamos incluso a pelearnos con cuchillo e incluso intenté matarlo. Terminamos separándonos.

Quería ser modelo, me gustaba sacarme fotos sensuales y postearlas en las redes sociales. Conocí amigas que me presentaron el mundo del lujo y de la fama. Comencé a concurrir con frecuencia a las discotecas y a consumir más drogas. Esas muchachas eran modelos, bailarinas y acompañantes de lujo. Comencé a entrar a ese mundo. Me fascinaba viendo sus autos, sus objetos personales y deseaba todo eso. Pero en el fondo estaba muy triste, depresiva, peleaba con todo el mundo, con mis padres, con mi hermano, con mis amigos, incluso con el viento, si me dejaba. Me sacaba fotos y hacía clips, cualquier cosa para salir en los periódicos. Quería ser famosa a cualquier precio. Decidí ser bailarina en un grupo de funk, comencé a entrenar duro, a usar ropa corta, mostrando casi todo. Quería ser el centro de la atención. Me gustaba provocar a los hombres casados y seducirlos. Dejaba a mi hija y a mi esposo en casa durante semanas.

Viajaba mucho, me parecía lo máximo andar en avión, dormir en los hoteles y comer de todo. La fama era mi sueño. En los shows, hacía lo que el animador mandaba. Yo quería ser la mejor, la más atractiva, sin medir las consecuencias. Los hombres y las mujeres pensaban que yo era prostituta, querían negociar el precio y así me sentía humillada, pues yo solo era bailarina. Un día recibí una propuesta para una casa nocturna de striptease, era solo para bailar y fui, pues estaba necesitando dinero. Después me sentí sucia, humillada, rebajada y, al final, tuve que tomar con los clientes para ganar más. Fue humillante, me sentí la peor mujer.

Empecé a involucrarme con mujeres, pues no creía más en los hombres. Me convertí en animadora, hacía shows. Entré de cabeza a la fama, no tenía nada que perder. Comencé a divulgarme en cualquier lugar. Quería ser famosa y me inscribía en todos los concursos, hasta para “miss bumbum”. Me sacaba fotos semidesnuda y las posteaba en las redes, quería recibir muchos “Me Gusta” y comentarios. Era adicta a Internet y a las redes sociales. Perdí mi dignidad y respeto, nadie más creía en mí.

Pasaron los años y me fui desanimando, no veía más gracia en nada. Entré en depresión, no quería ni siquiera levantarme de la cama, dejaba que mi hija pasara hambre. Yo la maltrataba mucho, quería matarla. Mi ex marido en esa época no ayudaba mucho, pues consumía drogas y no sobraba dinero. Era necesario que una amiga me llevara comida. Planeé mi muerte muchas veces, soñaba día y noche en cómo matarme. Veía sombras, sentía la presencia de personas que habían muerto. Hablaba con ellos y sentía un dolor de cabeza muy fuerte todos los días. Los médicos decían que estaba depresiva.

Yo estaba muy vacía, y uno de los días que planeé mi muerte, mi madre llegó a mi casa, vio que yo no estaba bien y me hizo prometerle que no iba a hacer nada. Fui a su trabajo de manicura con ella. Llegando allá, fui a investigar en internet cómo matarme más rápido. Estaba todo programado para la noche. Entonces llegó una cliente y se sentó, le hice las uñas y venía a mi mente una voz diciéndome que la agujereara y que la rasgara. Solo que esa señora comenzó a contarme su testimonio de vida, que luchó mucho para vivir y que Dios la había salvado. En ese momento, todos los pensamientos se fueron, llegué a casa y lloré mucho. Encendí la TV, cambié de canal y estaba pasando el programa Punto de Fe, de la Iglesia Universal. Al final del programa, tomé esa agua de la oración y fui aliviada, ni siquiera sabía el motivo por el cual estaba llorando.

Entonces, fui a la Iglesia Universal, luché durante 3 meses y me liberé. Conocí la Fuerza Joven Universal, que me ayudó a vencer mis miedos y complejos. La FJU creyó en mí y me enseñó qué es ser un joven visionario. No tengo más depresión, no siento más dolor de cabeza y soy muy feliz. Recuperé mi respeto y mi dignidad. Fui bautizada en las aguas, nací de nuevo. Tuve un encuentro con Dios y recibí el Espíritu Santo. Hoy vivo muy bien con mi esposo y mi familia. Mi esposo se liberó, no consume drogas y está en la misma fe.

Lorena