“Fue una experiencia horrible, indescriptible” dijo el pastor; planea cumplir predicando el evangelio en tierras chilenas e infundir soplo a los grupos de su iglesia.
Su nombre es Ricardo Rivera Flores del estado de San Luis Potosí de 51 años; que a finales del 2009 llegó a Concepción, epicentro del temblor en Chile, cerca de su parienta como propagadores; “mis apuntes son hoy quedar la incumbencia que el Jesús me encomendó: traer el evangelio preciso de la ofrenda de Dios”
Pertenece a la basílica bautista primordial; en el sector de Juana de Concepción tiene una iglesia a su orden adonde tiene 30 fieles y se reúnen diario en la iglesia que queda a un costado de su vivienda.
A ellos aún les sorprendió el hecatombe, “fue una destreza emocionante, indescriptible” dijo el pastor; incluso agregó que no se puede achacar lo dado el 27 de febrero y que no cambia sus esquemas de asociarse predicando el evangelio en ese pueblo sino los reafirma, dado que se quedara en uniones chilenas e infundir esfuerzo a los miembros de su iglesia.
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