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junio 08, 2017

Moisés, salvado del mal

Su vida ha sido un rescate permanente de la muerte, desde el parto. Su familia materna estuvo ligada a la santería y hechicería y lo ofrendó a Satanás. Con enfermedades como la poliomielitis y muchos pasajes críticos, Moisés Cabrera no debería estar vivo, pero existe por el poder de Dios.

Ampliados:

Al cabo de ese tiempo, su bisabuela, quien también fue una santera de la zona, se transportó espiritualmente y por obra de Satanás, hasta la precaria habitación de Moisés. Estando allí, puso la mirada en el dedo gordo de su pie izquierdo, colocó su boca y absorbió la sangre del pequeño en un acto de brujería muy conocido en esa región... Moisés nuevamente se encontraba al borde de la muerte

Tras haber sido sanado por el Señor y ser testimonio para cientos de sus compatriotas dominicanos, Moisés fue a residir a los Estados Unidos con su padre y Olga, su esposa. A los 17 años de edad empezó a sentir el llamado del Señor y a los 22 años se dedicó al ministerio por completo, como evangelista y misionero, viajando y cantando por varios países de América y el mundo.

Moisés Cabrera hoy es un reconocido pastor del Movimiento Misionero Mundial en la ciudad de Nueva York, en los Estados Unidos de Norteamérica. Por los dichos de su abuela paterna, recuerda que al recuperarse de aquella tragedia, una nueva enfermedad tocó su vida y su alma a los seis meses de nacido, cuando una terrible fiebre lo llevó nuevamente al hospital de la empobrecida ciudad de San Juan de la Maguana, República Dominicana.

Marlo Pérez

Moisés Cabrera, no es aquel príncipe desterrado que azotó a Egipto con las diez plagas y que mandó abrirse a las aguas del Mar Rojo para librar a los israelitas de manos del faraón. No, no es aquel gran profeta bíblico que cientos de generaciones recuerdan por las proezas que hizo en nombre del Altísimo. No, Moisés Cabrera es un hombre de Dios del siglo XXI, un pastor dominicano que reside en los Estados Unidos, y que con una evidente deficiencia física en sus piernas, ha podido realizar los más grandes portentos de sanidad en el nombre del Señor. Su nombre es un milagro.

Rescatado de la muerte

Juan Moisés Cabrera Solís tiene esposa y dos hijos que llenan sus días de paz y felicidad. A sus 46 años de edad, no le tiene miedo a las adversidades porque conoce el poder de Dios desde antes de nacer, librándolo de las garras de la muerte, de un acto de brujería y de la poliomielitis que lo paralizó en su niñez. Él sabe del poder de Dios en su vida.

Moisés narra cómo fue rescatado de la muerte el 8 de marzo de 1970, a los ocho meses de gestación en el vientre de su madre. Él, quien no cree en la superstición, considera que ese fue el día señalado por el Creador para que hiciera el milagro más grande ocurrido en él, volverlo a la vida después de la muerte.

Aquel día, su madre, Miladis Solís, fue llevada de emergencia al hospital del pueblo de San Juan de la Maguana, en la República Dominicana, con el diagnóstico más desalentador que cualquier madre pudiera recibir; su primogénito yacía muerto en su vientre por causas inexplicables o quizás por una enfermedad no detectada a tiempo. Ella, quien era una reconocida bruja en aquel pueblo, no pudo hacer nada para revivir a su pequeño; pero, al llegar su padre, Moisés Cabrera, el poder de Dios se manifestó de la forma menos esperada.

Este hombre, quien era obrero de construcción y tenía pocos días de ser cristiano, oró fervientemente por la vida de su hijo y el milagro sucedió. De pronto, el pequeño Moisés empezó a tomar color, mover sus delicadas manos y a contornearse para exhalar su primera respiración, acompañada de un débil quejido que poco a poco fue convirtiéndose en llanto, que despertó a todos los médicos y enfermeras de aquella sala de emergencia. ¡Un milagro!, ¡un milagro!, se dijeron entre ellos. El bebé que había nacido muerto, resucitó.

El desierto de Moisés

Moisés Cabrera hoy es un reconocido pastor del Movimiento Misionero Mundial en la ciudad de Nueva York, en los Estados Unidos de Norteamérica. Por los dichos de su abuela paterna, recuerda que al recuperarse de aquella tragedia, una nueva enfermedad tocó su vida y su alma a los seis meses de nacido, cuando una terrible fiebre lo llevó nuevamente al hospital de la empobrecida ciudad de San Juan de la Maguana, muy conocida en toda la isla caribeña por sus brujos y santeros.

Varios días después de controlar su calentura y estabilizarlo, los exámenes detectaron la presencia de poliomielitis en su cuerpo. Sus padres, Moisés y Miladis, no pudieron creer lo que les ocurría. El pequeño Moisés, quien fue resucitado al nacer, nuevamente estaba en peligro.

La poliomielitis

En aquella década, la poliomielitis –más conocida como la polio– significó un latente peligro para muchas naciones del Caribe y otras partes del continente americano. Aunque actualmente no representa una enfermedad mortal, en su pico más alto, registrado en 1952, la poliomielitis segó la vida de más de tres mil niños solo en los Estados Unidos. Sin embargo, a través de una vacunación masiva en 1979, la enfermedad fue controlada. Su erradicación total fue a partir de 1991.

Al poco tiempo, la polio le afectó el sistema nervioso central, deformando sus miembros superiores y paralizando los inferiores. El destino de Moisés cayó por los suelos.

“La fiebre fue tan fuerte que mi cuerpo se quedó totalmente deformado. Me dejó una pierna y un brazo más delgados que los otros… Es una enfermedad del que pocos sobreviven, y fue un milagro el que yo haya sobrevivido”, refiere.

Sin una gota de sangre

Varias semanas después de recurrir a todo tipo de curaciones con la brujería y santería, su madre ofrendó sacrificios a entes demoniacos como Yemayá, Changó o el Bacá (hombre que toma forma de animal por las noches) para que sanaran a su hijo, pero lo único que consiguió en Moisés fue una maldición que lo alcanzó dos años después.

Al cabo de ese tiempo, su bisabuela, quien también fue una santera de la zona, se transportó espiritualmente y por obra de Satanás, hasta la precaria habitación de Moisés. Estando allí, puso la mirada en el dedo gordo de su pie izquierdo, colocó su boca y absorbió la sangre del pequeño en un acto de brujería muy conocido en esa región. Esta maldad llegó a modo de consecuencia por la cantidad de pactos que su madre hizo con los espíritus. Moisés nuevamente se encontraba al borde de la muerte.

“Mi madre y mi bisabuela practicaban la brujería desde antes que yo naciera... Mi bisabuela al morir traspasó su poder hacia mi madre”, revela Moisés.

Al cabo de unos minutos, su madre se alertó del estado de Moisés, quien sufrió una taquicardia producto del shock hipovolémico y se desvaneció sin más. Al momento fue llevado de emergencia al hospital del pueblo, donde le suministraron plasma y le salvaron la vida.

“Esa fue otra etapa de mi vida en que tuve que ser hospitalizado, porque me había quedado sin una gota de sangre y porque mi madre me había entregado a esos demonios”, relata.

Conociendo la ley de Dios

Su padre, al enterarse de la nueva tragedia de su primogénito, regresó de su faena en la construcción y lo arrebató de los brazos de su madre, para luego entregarlo a su abuela cristiana Arcadia Disla, con quien vivió en la ciudad de Puerto Plata al norte del país. Allí comenzó una nueva vida, alejada de la brujería y el espiritismo, pero con su postración y deformidad que lo limitó en la vida. Solo esperaba un milagro.

“Era el hazmerreír de todos, caminaba entre los montes como un animalito en cuatro patas o me echaba a correr a toda velocidad con los perros o con mis amigos, para ver quién corría más rápido... Todos me conocían como ‘Naridandi Gorgojo’ (niño de gran nariz)... El enemigo se encargó de borrar mi identidad, porque sabía que Dios tenía un plan para mí”, recuerda.

El milagro de Moisés

Siete años después, Moisés fue llevado por su abuela a una jornada cristiana en la ciudad de Santiago de los Caballeros, donde el conocido evangelista Yiye Ávila predicaba la palabra del Señor. Al llegar al estadio de la ciudad y escuchar el mensaje de salvación, su abuela le confirmó que esa era una noche para que Dios hiciera un milagro en él. Entonces Moisés oró y Dios le respondió.

“Recuerdo que estábamos en la parte baja de las gradas y encima de nosotros había un techo de hierro. Yo sentí que algo traspasó ese hierro y empezó a meterse en mi cabeza y sentí el fuego que me quemaba el cuerpo. Ahí se manifestó el poder de Dios y de repente mis brazos se enderezaron, los huesos de mi cintura empezaron a doblarse y sentí que mi cuerpo se enderezaba hacia arriba, mientras mi abuela me apretaba fuerte la mano. El aparato de hierro que llevaba en las piernas se salió de su lugar y mis piernas estaban restauradas. Ya no sentía el deseo de arrastrarme por las calles o de caminar con las manos”, cuenta.

Ante la sanidad milagrosa y el asombro de su abuela y de la gente de alrededor, Moisés gritó de emoción por aquella proeza divina. Al instante trató de agacharse para tomar la misma posición de costumbre; sin embargo, su cuerpo lo impulsó hacia arriba, colocándolo en forma erecta. Lo único que cayeron al suelo fueron las muletas, las prótesis que tuvo en sus piernas y las lágrimas que derramó por su sanidad. Moisés había recibido su milagro.

“¡Fuiste creado para caminar con las dos piernas!”, le dijo el Todopoderoso.

Sanando corazones

Tras haber sido sanado por el Señor y ser testimonio para cientos de sus compatriotas dominicanos, Moisés fue a residir a los Estados Unidos con su padre y Olga, su esposa. A los 17 años de edad empezó a sentir el llamado del Señor y a los 22 años se dedicó al ministerio por completo, como evangelista y misionero, viajando y cantando por varios países de América y el mundo. Su esposa, Rosángel Cabrera, con quien se casó en el 2006, y sus hijos Efraín y Kayleen, son otros de los motivos que lo llevan a ir hacia adelante.

Aunque aún le quedan algunas secuelas de la enfermedad, el pastor Moisés Cabrera ha orado por decenas de personas y niños, quitándoles sus enfermedades y dolencias, y devolviéndoles la sanidad a sus cuerpos. Él sabe que solo es un instrumento de Dios, así como lo fue el gran profeta Moisés.

Fuente: impactoevangelistico.net
abril 07, 2016

Evangelización y alfabetización en América

La empresa evangelizadora de los frailes españoles estuvo ligada a una empresa de alfabetización, ya que era requisito imprescindible hacerse entender por los indígenas. De ahí surgieron numerosas gramáticas y diccionarios.

En el post de hoy trataremos un tema de gran interés por su repercuesiones en la sociedad americana actual: el proceso de evangelización y alfabetización que se llevó a cabo en América desde el siglo XVI. Tras unos primeros años de incertidumbre tras el descubrimiento de América, la Corona y la Iglesia se pusieron de acuerdo para emprender la conversión de los nativos y la propagación de la fe cristiana. Las autoridades eclesiásticas indianas adoptaron una organización semejante a la peninsular, caracterizada por una doble cúspide mandataria, compuesta por una jerarquía episcopal (obispos y arzobispos) y una jerarquía religiosa (superiores de las órdenes religiosas). La Inquisición fue trasplantada al Nuevo Mundo, siendo los obispos quienes asumieron las funciones de inquisidores generales. El control establecido por la Casa de la Contratación para evitar el paso de herejes o religiosos no católicos evitó la proliferación de procesos.

Los frailes que llegaron a América fueron muy superiores en número al clero secular. Formaban parte de órdenes distintas (franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas) y contaron con procedimientos novedosos en esta empresa evangelizadora. Entre estos destacan los siguientes: doctrinas pictográficas (catequesis ilustrada con imágenes), doctrinas largas (para un público adulto como relatos históricos) y doctrinas breves, dirigidas a un público infantil, a modo de pregunta-respuesta. La conquista espiritual realizada por estos misioneros tenía como objetivo inculcar la creencia en un sólo Dios y, por lo tanto, erradicar el culto idolátrico y politeísta de los indígenas. Esta no fue una empresa fácil, pues se enfrentaban ante un mundo desconocido.

El principal problema que encontraron los frailes a su llegada a América fue el hecho de hacerse comprender. Era necesario el conocimiento de la cultura y de la lengua indígena para así llevar la doctrina cristiana con más facilidad a la población. Este acercamiento propició la realización de cuantiosas gramáticas y diccionarios en lenguas americanas. De hecho, los evangelizadores (sobre todo, los franciscanos) son los principales responsables de que podamos estudiar hoy en día una aproximación al náhuatl del siglo XVI. El estudio del náhuatl permitió la transmisión del mensaje cristiano en Mesoamérica. Se puede decir que se ligó la empresa evangélica a la lingüística, cuyo objetivo era la alfabetización del náhuatl, presentado como una escritura mixta (mezcla de jeroglíficos con caracteres latinos). Tras la invasión lingüística, el castellano se convirtió en el idioma de las autoridades en América. Sin embargo, hasta el siglo XVII los misioneros apostaron por el uso de las lenguas indígenas en la evangelización, ya que facilitaba el acercamiento de la doctrina cristiana.

Foto: Emilia Garassino

Fuente: quecomoquien.republica.com
marzo 30, 2016

Nace Vincent Willem van Gogh

Vincent Willem van Gogh (1853–1890) fue un pintor postimpresionista, que pintó alrededor de 900 cuadros, de los cuales 27 son autorretratos, y 1.600 dibujos. Todo su desarrollo artístico se vio afectado y limitado por sus cuadros psicóticos. Su vida estuvo muy ligada a la de su hermano Theo, de quien recibió un gran apoyo moral y económico Vincent studió en Zevenbergen desde el año 1864, y en 1866 fue a Tilburg. Dejó los estudios en 1868. Empezó a trabajar como aprendiz en 1869 en una galería de arte en La Haya; en 1875 fue destinado a París, y posteriormente a Londres. Fue despedido en 1878. Pasó seis meses en Dordrecht como empleado de una librería. Después se desplazó a las minas de Borinage, donde se dedicó durante 22 meses a evangelizar a los mineros. Vincent decidió por fin dedicarse a la pintura. En 1880 se estableció en Bruselas y se inscribió en la Academia de Bellas Artes. Pasó dos años en Nuenen (1883-1885). En 1885 se trasladó a Amberes y en 1886 continuó su aprendizaje en París, donde contactó con los impresionistas. Conoció a Paul Gauguin en otoño de ese mismo año. En febrero de 1888 Vincent se trasladó a Arles, alquiló una casa e invitó a Gauguin a instalarse con él. El 23 de diciembre tuvieron una fuerte discusión, y Vincent amenazó a Gauguin con una navaja. Éste se marchó, y Vincent se arrancó el lóbulo de la oreja derecha, que entregó a una prostituta para que se lo diera a Gauguin, como gesto de arrepentimiento. Tras este acontecimiento, Vincent fue internado en un hospital. En enero de 1890 regresó al hogar, donde pintó varios autorretratos que dejan constancia de su mutilación. En febrero volvió a ingresar por padecer insomnio y alucinaciones. Tras varios incidentes con sus vecinos, Vincent ingresó voluntariamente en el sanatorio mental de Saint-Paul-de-Mausole. Estando en Saint-Rémy, recibió la noticia de que su hermano Theo iba a ser padre y deseaba que él fuera el padrino de su hijo. Vincent se instaló en Auvers-sur-Oise, por recomendación de Theo, y tras el nacimiento de su sobrino, le visitó y enseguida regresó a Auvers. El 27 de julio Vincent se disparó con un revólver; recibió atención médica, pero no permitió que la bala le fuera extraída. Theo partió para Auvers y pasó el día con Vincent, que falleció el 29 de julio de 1890.

Fuente: mx.tuhistory.com