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octubre 18, 2020

La locura de la predicación

El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que se salvan, es decir, para nosotros, este mensaje es el poder de Dios... Ya que Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación, a los que creen... Este mensaje es motivo de tropiezo para los judíos, y es locura para los gentiles, pero para los que Dios ha llamado, es el poder de Dios y la sabiduría de Dios. Pues la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana... Yo mismo, hermanos, cuando fui a anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con gran elocuencia y sabiduría. Me propuse, más bien, estando entre ustedes, no saber de alguna cosa, excepto de Jesucristo y de éste crucificado (1 Cor 1:18-2:2).

La predicación, en su sentido bíblico y teológico, es mucho más que sólo la entrega semanal de una homilía religiosa, con todo respeto por la importancia del sermón. Es más que una conferencia teológica o una charla sicológica o social. Es aún más que un estudio bíblico, elemento esencial de toda la vida cristiana. Entonces, ¿En qué consiste la esencia y el sentido de la predicación? El griego del NT emplea básicamente tres términos para la predicación.

Proclamar

El más común es kêrussô (proclamar), y su forma substantivada, kêrugma, ambos derivados de kêrux (heraldo; cf. 1 Tm 2:7; 2 Tm 1:11; 2 P 2:5). En el vocabulario teológico moderno se ha creado también el adjetivo "kerigmático", lo que tiene que ver con la proclamación del kêrugma. Otros conjuntos semánticos son euaggelizô (anunciar buenas nuevas), junto con euaggelion (evangelio) y euaggelistês (evangelista) y kataggellô (anunciar) también de la raíz aggelô (llevar una noticia; Jn 20:18) y aggelos (ángel, mensajero). En todos esos vocablos se destaca el sentido de proclamar una noticia o entregar un mensaje.

La predicación no consiste esencialmente en comunicar nuevas ideas sino en narrar de nuevo una historia, la de la gracia de Dios en nuestra salvación, y esperar que por esa historia Dios vuelva a hablar y a actuar.

Predicación y Reino de Dios

Al estudiar los aspectos y dimensiones de esta tarea kerigmática, nada mejor que comenzar donde comienza el NT. Juan el Bautista vino predicando en el desierto, "Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca" (Mt 3:1), y Jesús llegó con el idéntico mensaje, según Mt 4:17 (cf. Mr 1.14-15).

Jesús comisionó a los doce a proclamar el mismo mensaje (Mt 10:7; Lc 9:2). Más adelante el primer evangelista, escribiendo para los judíos, describe el ministerio de Jesús con las palabras, "Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando (didaskôn) en las sinagogas, anunciando (kêrussôn) el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad" (Mt 9:35; Lc 8:1; cf. 4:43). Según Lucas, el Cristo Resucitado también enseñó a los discípulos durante cuarenta días "acerca del reino de Dios" (Hch 1:3) y de la misión de proclamar ese reino hasta lo último de la tierra, hasta su venida (1:1-11).

El tema central de los tres primeros evangelios es la llegada del reino de Dios, que con seguridad refleja el mensaje original de Jesús. Muy relacionado con el tema del reino, Jesús proclamó también la libertad y la igualdad del Jubileo (Lc 4:18-19; cf. 7:22).

Aunque el tema del reino es menos presente en Pablo y en el cuatro evangelio, por las nuevas circunstancias culturales y políticas de su misión, sigue siendo muy importante (cf. Jn 3:3,5; 18:36). La labor misionera de Pablo se describe como "andar predicando el reino de Dios" (Hch 20:25), y en la fase final de su misión, ya como preso en Roma, Pablo "predicaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo" (Hch 28:31). Es más, Jesús mismo, en su sermón profético, anuncia que "este evangelio del reino se predicará en todo el mundo" hasta el fin de la historia (Mt 24:14).

La expectativa del reino mesiánico pertenecía hacía siglos a la tradición judía; lo novedoso del evangelio del reino consistía en anunciar su inmediata cercanía (Mt 3:1; 4:17). Para Jesús, el reino no sólo está cerca sino que, en su persona, el reino se ha hecho presente (Mt 12:28; Lc 4:21; 11:20). Los apóstoles también proclamaban que los tiempos del reino habían llegado (Hch 2:16; 1 Cor 10:11; 1 Jn 2:18). Por eso, predicar es "decir la hora" para anunciar que el reino de Dios ha llegado ya. La predicación es la proclamación de este hecho para interpretar bajo esta nueva luz el pasado, el presente y el futuro. "La predicación pone siempre en presencia de un hecho que plantea una cuestión" (Léon Dufour 1973:711). Esta nueva realidad exige una respuesta específica: arrepentimiento, fe y la búsqueda del reino de Dios y su justicia (Mat 6:33), o en una palabra, la conversión.

En conclusión: la proclamación del reino es parte central de la predicación, y también, la predicación es parte esencial de la dinámica del reino y un agente importante de su realización. Como señala González Nuñez, "La palabra de Dios es poder activo en la historia. Pero, además, ejerce en el mundo actividad creadora, empujando todas las cosas hacia su respectiva plenitud. Visto al trasluz de la palabra, el mundo se hace transparente... Creadora en el mundo, salvadora en la historia, la palabra de Dios es una especie de sustento, necesario para que la vida lo sea plenamente " (Floristán 1983:678). La palabra creativa de la predicación va acompañando la marcha del reino de Dios.

Predicación y Evangelio

Si bien el tema "reino de Dios" predomina en los evangelios sinópticos, en las epístolas paulinas, por razones relacionadas con su misión, apenas se menciona el reino y son muy típicas las frases "el evangelio" y "predicar el evangelio". Sin embargo, las epístolas de Pablo, por lo menos la mayoría de ellas cuya paternidad paulina no es cuestionada, son anteriores cronológicamente a los evangelios sinópticos. En ese sentido, la enseñanza del reino antecede a las epístolas (por venir del tiempo de Jesús) y a la vez es posterior a ellas (por la fecha en que fueron redactados los sinópticos). Eso refuta la tesis de que la iglesia había abandonado, o disminuido casi totalmente, el tema del reino y lo había sustituido con "el evangelio".

"Reino" y "evangelio" son dos lados de la misma moneda. La proclamación de las buenas nuevas de salvación es esencial a la tarea de predicación, tan urgente que Pablo una vez exclamó, "¡Ay de mí si no predico el evangelio!" (1 Cor 9:16). Más adelante en la misma epístola, Pablo define "el evangelio que les prediqué", y que él había recibido, como el mensaje de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús (1 Cor 15:1-4). El anhelo de toda la vida de Pablo fue el de "proclamar el evangelio donde Cristo no sea conocido" (Rom 15:20). Toda predicadora fiel puede afirmar con Pablo, sin titubeos, "no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen" (Rom 1:16).

La predicación evangélica es en primer lugar "predicar a Jesucristo" y "el evangelio de Jesucristo" (Hch 20:24; 2 Cor 4:5; cf. 11:4), como Hijo de Dios (1 Cor 1:19; Hch 9:20), crucificado (1 Cor 1:23; Gal 3:1) y resucitado (1 Cor 15:11-12; Hch 17:18). En Gálatas 3:1, Pablo describe su predicación como si fuera dibujar el rostro de Cristo ante los ojos de los oyentes (kat' ofthalmous Iêsous Jristos proegrafê estaurômenos). En algunos pasajes se llama "el evangelio de Dios" (1 Ts 2:9; 2 Cor 11:7) o "el evangelio de la gracia de Dios" (Hch 20:24). Con una terminología levemente distinta, se llama también "el mensaje de la fe" (Rom 10:8; cf. Gal 1:23) o "el mensaje de la cruz" (1 Cor 1:18). En Efesios 2:17, Pablo describe a Cristo mismo como predicador del Shalom de Dios (cf. Hch 10:36). En conjunto, estos textos nos dan el cuadro de un evangelio integral en la predicación.

 Predicación y Palabra de Dios

Esa relación dinámica entre la proclamación y el evangelio del reino implica también la relación inseparable entre la predicación y la Palabra de Dios. Por eso, se repite a menudo que los apóstoles y los primeros creyentes "predicaban la palabra de Dios" (Hch 8:25 13:5; 15:36; 17:13), o sinónimamente, "la palabra de evangelio" (1 P 1:25) o "la palabra de verdad" (2 Tm 2:15). Otras veces se dice lo mismo con sólo "predicar la palabra" (Hch 8:4). El encargo de los siervos y las siervas del Señor es, "predique la palabra" (2 Tm 4:2), lo cual es mucho más que sólo pronunciar sermones.

La frase "palabra de Dios" tiene diversos significados en las escrituras y en la historia de la teología. La palabra de Dios por excelencia es el Verbo encarnado (Jn 1:1-18; Heb 1:2; Apoc 19:13, Cristo es ho logos tou theou).

En las escrituras tenemos la palabra de Dios escrita, que da testimonio al Verbo encarnado (Jn 5:39). Pero la palabra proclamada, en predicación o en testimonio, se llama también "palabra de Dios", donde no se refiere ni a Jesucristo ni a las escrituras (Hch 4:31; 6:7; 8:14,25; 15:35-36; 16:32; 17:13; cf. Lc 10.16). Cristo es la máxima y perfecta revelación de Dios, quien después de hablarnos por diversos medios, "en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo" (Heb 1:1-2, elalêsen hêmin en huiô, "nos habló en Hijo").

El lenguaje supremo de Dios es "en Hijo" y las escrituras son el testimonio inspirado de esa revelación, definitivamente normativas para toda proclamación de Cristo. Pero esa proclamación oral es también "palabra de Dios", según el uso bíblico de esa frase.

Esta comprensión de las tres modalidades de la palabra de Dios, y por ende de la predicación como palabra de Dios cuando es fiel a las escrituras, fue expresada en lenguaje muy enfático por Martín Lutero y reiterado con igual énfasis por Karl Barth (KB 1/1 107; 1/2 743,751). Según la Confesión Helvética de 1563, "la predicación de la palabra de Dios es palabra de Dios" (praedicatio verbi Dei est verbum Dei). Lutero se atrevió a afirmar que cuando el predicar proclama fielmente la palabra de Dios, "su boca es la boca de Cristo". Karl Barth hace suya esta teología de la predicación, para afirmar que la predicación es en primer término una acción de Dios (1/2 751) en la que es Dios mismo, y sólo Dios, quien habla (1/2 884).

Para muchas personas, que suelen entender "palabra de Dios" como sólo la Biblia, este descubrimiento tiene implicaciones revolucionarias para la manera de entender la predicación. Por un lado, magnifica infinitamente la dignidad del púlpito y el privilegio de ser portador de la palabra divino. También aumenta infinitamente nuestra expectativa de lo que Dios puede hacer por medio de su palabra, a pesar de nuestra debilidad e insuficiencia. Es una vocación demasiada alta y honrosa para cualquier ser humano. Así entendido, el carácter de la predicación como palabra de Dios nos dignifica y nos humilla a la vez.

Aquí vale para nuestra predicación la doble consigna de la Reforma de tota scriptura y sola scriptura. Pablo nos da el ejemplo de proclamar "todo el consejo de Dios" (Hch 20:20,27; Col 1:2), sin quitarle nada, y tampoco añadirle "nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron..." (Hch 26:22).

Quitamos de las escrituras cuando sólo predicamos sobre ciertos temas o de ciertos libros y pasajes de nuestra preferencia. En ese sentido, predicar desde el calendario litúrgico tiene dos grandes ventajas: obliga al predicador a exponer toda la amplísima gama de enseñanza bíblico, y liga la predicación con la historia de la salvación (no sólo navidad y semana santa, sino ascensión, domingo de Pentecostés, etc.). Pero esa práctica no debe desplazar la predicación expositiva de libros enteros, teniendo cuidado de incluir en la enseñanza los diferentes estratos y géneros de la literatura bíblica.

Aún mayor es la tentación en la predicación de añadir al texto, como si él no fuera suficiente. Un sermón fiel a la Palabra de Dios parte del texto bíblico y no sale de él sino profundiza en su mensaje hasta el Amén final (Hch 2:14-36; 8:35). Muchos predicadores se dedican más bien a sacar inferencias del texto, que aún cuando fueren totalmente válidas lógicamente, no son bíblicas y puede hasta contradecir el sentido del texto.

Una ensalada de consejos vagos, sugerencias abstractas y exhortaciones muy generales, aunque vengan maquillados con textos bíblicos, no es un sermón, mucho menos palabra de Dios. El sermón no debe ser una simple antología de ilustraciones, anécdotas y ex abruptos sensacionalistas. El sermón tampoco es el lugar para ventilar las opiniones personales del predicador, que no surgen de la palabra de Dios ni se fundamentan en ella. En la predicación contemporánea priva un "opinionismo" que raya con el sacrilegio.

El humor debe tener su debido lugar en la predicación (la Biblia misma es una fuente rica de humor), pero siempre en función del texto y no como fin en si mismo. El humor debe iluminar el mensaje del texto. Jugar con la palabra de Dios es pecado, como lo es también volverla aburrida. Los predicadores tienen que saber moverse entre la frivolidad por un lado, y la rutina seca y el aburrimiento por otro lado. La jocosidad frívola puede ayudar para el "éxito" del sermón y la popularidad del predicador, pero será un obstáculo que impida la eficacia del sermón como palabra de Dios.

Hay dos peligros que evitar en la predicación: la frivolidad, y el aburrimiento. La predicación es una tarea bíblica, es decir, exegética y hermenéutica. Bien ha dicho Bernard Ramm (1976:8) que la primera preocupación del predicador no debe ser homilética (¿Cómo predico un buen sermón?) sino hermenéutica (¿Cómo oigo la palabra de Dios, y la hago oír?). Antes del sermón el predicador se encuentra con Dios en y por el texto, luchando con Dios y el texto hasta recibir de Dios una palabra viva que sea a la vez fiel y contextual.

Al presentarse ante la comunidad, plasma ese encuentro en un sermón para compartir ese encuentro con los demás y buscar juntos la presencia del Señor y escuchar juntos su voz. La única meta del sermón, la mayor responsabilidad del predicador y el criterio exclusivo del resultado de la predicación, todos responden a la pregunta central, si se proclamó fielmente la palabra de Dios.

El predicador no predica para complacer a los oyentes, para manipular sus emociones ni para lograr cambios religiosos y morales en ellos. Su tarea es proclamar la palabra de Dios; no predica buscando esa transformación sino esperándola como resultado indirecto por la obra del Espíritu Santo. Mucho menos debe predicar con la motivación de lograr éxito y fama como orador o erudito bíblico.

Atreverse a predicar como Dios quiere, es un acto de amor, de humildad y de abnegación. William Willimon ha señalado que el verdadero predicador tiene que amar más a Dios que a su congregación. Es una gran tentación para el predicador buscar en su ministerio la realización de sus propios intereses y metas. La predicación fiel comienza en el corazón del predicador. Es un corazón con un supremo amor a Dios y su palabra, aun más que a la congregación y mucho más que a sí mismo.

Peligros de la falsa predicación

Pasa con la predicación igual que con la profecía: la predicación fiel siempre va acompañada por la predicación falsa, que busca complacer a la gente, se dirige por las expectativas del público y les enseña a decir "Señor, Señor" pero no a hacer la voluntad del Padre celestial (Mt 7:21-23). Por eso, la iglesia debe vigilar su púlpito con todo celo en el Espíritu. No debe dejar a cualquiera que "habla lindo" ocupar ese lugar sagrado sino sólo a los que se han demostrado maduros, bien centrados en la Palabra y consecuentes en sus vidas.

No cabe duda que el descuido en este aspecto ha producido desviaciones y aberraciones en las últimas décadas, produciendo daños muy serios en la iglesia. Es urgente también ir enseñando a las congregaciones lo que bíblicamente deben esperar de un predicador y de un sermón.

Mucho del desorden de las últimas décadas se debe a la gran falta de discernimiento de los mismos oyentes. A pesar del exagerado número de horas que pasan escuchando sermones, en general no se logra una adecuada formación bíblica y teológica para discriminar entre predicación fiel y predicación "bonita", conmovedora o sensacionalista pero no bíblica.

Hace años el destacado orador evangélico, Cecilio Arrastía -¡un verdadero modelo de predicador fiel!- hablaba de la congregación como comunidad hermenéutica en que todos sepan interpretar la palabra y distinguir entre lo bueno y lo malo en la predicación (1 Ts 5:21; Hch 17:11; 1 Cor 14:29).

¡Imploremos al Espíritu de Dios que unja a nuestros predicadores y congregaciones con amor a la palabra y discernimiento acertado ante estos abusos!

La próxima semana veremos la relación de la predicación con el Espíritu de Dios, los sacramentos, el culto y como voz profética.

BIBLIOGRAFÍA

Barth, Karl, La proclamación del evangelio (Salamanca: Sígueme, 1969).

Fee, Gordon D. y Douglas Fee, La lectura eficaz de la Biblia (Miami: Editorial Vida, 1985)

Floristán, Casiano y Juan José Tamayo ed., Conceptos fundamentales de pastoral (Madrid: Cristiandad 1983), "Kerygma" 542-549; "Predicación", 817-830.

Léon-Dufour, Léon-Dufour Xavier, Vocabulario de teología bíblica (Barcelona: Herder 1973) Sacramentum Mundi, Karl Rahner ed (Barcelona: Herder 1984) 4:193-199, "Kerygma"; 5:147-159, "Palabra; Palabra de Dios" y 5:535-542, "Predicación".

Ramm, Bernard, The Witness of the Spirit (Grand Rapids: Eerdmans, 1959).

Ramm, Bernard, La revelación especial y la palabra de Dios (BsAs: Aurora, 1967)

Ramm, Bernard, "Interpretación bíblica" en Diccionario de Teología Práctica, Rodolfo G. Turnbull ed. (Grand Rapids: T.E.L.L., 1976), pp. 5-19.

Stam, Juan, Apocalipsis y profecía (Bs.As.: Kairos 1998, pp. 26-50; 2004:33-64).

Stam, Juan, Haciendo teología en América Latina, Tomo II (San José: Ubila, 2005), pp. 379-389.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Bene studere - La locura de la predicación


octubre 04, 2016

¿AVANCE O LOCURA? UN NIÑO DE 4 AÑOS CAMBIA DE SEXO

Un niño de cuatro años de edad, que se identifica como transgénero ha comenzado la transición antes de su primer día en la escuela, con la esperanza de completar la transformación completa en 2017.

El niño es el más joven en el registro australiano que cambia de sexo y el gobierno de Nueva Gales del Sur ha puesto de manifiesto que “cientos” de otros niños están siendo enviados a hospitales del estado con disforia de género.

    DISFORIA DE GÉNERO

    La disforia de género, anteriormente llamado trastorno de identidad sexual, es un diagnóstico psiquiátrico asignado a las personas que sienten una disforia significativa o distrés debido a la discordancia entre su sexo asignado al nacer, con el que no se identifican ni sienten como propio, y su identidad de género.
De acuerdo con el Daily Telegraph, incluso hay niños de 3 años que están siendo transferidos a hospitales por disforia de género.

El niño de cuatro años de edad, según los informes, está siendo apoyado a lo largo de su transición de género por el departamento de educación, y es parte del programa de Escuelas Seguras (Safe Schools Program).

El departamento de educación no dará a conocer más detalles del niño de cuatro años de edad, ni revelará el género de nacimiento del niño.

De acuerdo con News Corp, los datos del Hospital Infantil Westmead revelan que las referencias de disforia de género se han triplicado.

El informe dijo que otro gran hospital de Melbourne tenía 250 niños que estaban siendo atendidos por la unidad de disforia de género. Hace una década sólo tenían uno.

El tema ha dividido a los psicólogos infantiles y a los expertos en disforia de género.

Algunos han argumentado que es apropiado para los niños pequeños comenzar las transiciones de género, mientras que otros insistieron en que un niño de cuatro años es “demasiado joven”.
 
    Evidentemente, este es un tema extremadamente polémico, en el que se mezclan todo tipo de visiones políticas e ideológicas, prejuicios insalvables, experiencias y tendencias personales y conceptos religiosos.

    Habrá quien considere absolutamente maravilloso que las personas, desde muy jóvenes, puedan decidir su género, aunque posiblemente habrá muchos que discutirán el hecho de que un niño/a tan joven, tome una decisión de este calado.

    Incluso lo verán como un reflejo de la libertad de expresión y de la tolerancia en su máxima magnitud.

    Sin embargo, hay mucha otra gente que lo considera una perversión hacia el orden natural o el orden divino; o como parte de una conspiración para destruir las bases de la familia, acabar con la reproducción natural, separando el sexo de la procreación y poniéndola en manos de la ciencia, controlada por las élites, sentando con ello las bases para un Nuevo Orden Mundial; con ello, el concepto de familia quedaría definitivamente debilitado y a la larga, las personas no solo serían creadas in-vitro, sino que toda su educación sería arrebatada a las familias y quedaría en manos de las autoridades.

    ¿Qué creeis vosotros?

    ¿Las políticas transgénero representan un avance social o forman parte de una conspiración para reconfigurar la humanidad del futuro?

    (podéis elegir más de una opción)

    Fuente: https://au.news.yahoo.com
 

marzo 14, 2016

El Chapo a Kate del Castillo: “Te cuidaré más que a mis ojos”

“Eres lo mejor de este mundo. Te cuidaré más que a mis ojos”, le llegó a decir por mensaje cifrado a la actriz. Las respuestas de ella tampoco dejaron que desear: “Me mueve demasiado que me digas que me cuidas, jamás nadie me ha cuidado”.

Fue una locura. O mejor dicho, una pasión. Es difícil deslindarlo. Pero en la historia quedará que Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, cayó por su obsesión hacia la actriz de telenovelas Kate del Castillo, la volcánica protagonista de La reina del Sur. Así lo revelan, según fuentes oficiales a las que ha tenido acceso EL PAÍS, los datos que durante meses recogieron los servicios de inteligencia mexicanos en su persecución al líder del cártel de Sinaloa. En la titánica búsqueda para dar con el hombre que había humillado con su fuga al Estado mexicano, los agentes descubrieron que Guzmán Loera tenía una debilidad: la rutilante Kate del Castillo, cuyo papel de la narcotraficante Teresa Mendoza había extasiado al gran capo. Un desbordado sentimiento que durante su huida, mientras devoraba compulsivamente los dvd del culebrón, le llevó a romper normas mínimas de seguridad e incluso a mensajearse desde la clandestinidad con ella.

Estas conversaciones, reveladas en su integridad por el diario mexicano Milenio, muestran la intimidad que alcanzaron dos seres que vivían en universos separados. Un hombre y una mujer de orígenes diametralmente opuestos (él, un campesino miserable; ella, la hija de un afamado actor) a los que unas atolondradas palabras de la actriz unieron en una senda de perdición. Ocurrió en enero de 2012, en plena guerra contra el narco. La actriz afirmó públicamente que confiaba más en El Chapo que en el Gobierno. “No sería maravilloso que usted empezase a traficar con amor”, se preguntaba en un tono extrañamente ingenuo. Las palabras no cayeron en saco roto. Mientras México satanizaba a Del Castillo, el aludido le enviaba flores desde la prisión de máxima seguridad de El Altiplano. Arrancó entonces una relación, sazonada de correos encriptados y cartas manuscritas, que proseguiría durante la última fuga de El Chapo. Todo bajo vigilancia de los servicios de inteligencia.

Una vez huido, Guzmán Loera, lejos de cortar cualquier comunicación con el exterior, decidió aprovechar su libertad para dar un paso más: ver a su pasión. La oportunidad, según fuentes de la investigación, llegó con Sean Penn. Con el paso del tiempo, la actriz se había convertido en una especie de asesora de El Chapo en Hollywood. Su cometido era materializar el sueño de Guzmán Loera: una película sobre su vida. Para ello, la actriz, con nacionalidad mexicana y estadounidense, había entrado en contacto con productores y actores. De ahí surgió el encuentro con Penn. Los deseos de la estrella de entrevistarse con El Chapo, le brindaron al narco una oportunidad largamente deseada. Los invitó a los dos a su refugio en las montañas de Durango. El hombre más buscado del planeta les abría las puertas. La invitación fue detectada. Los emails que se enviaban fueron leídos por las fuerzas de seguridad mexicanas. En los correos, él la llamaba Hermosa y Dama.

-— Amiga, si tú traes vino, yo lo tomaré. No soy tomador, pero como va a ser tu presencia algo hermoso, tengo muchas ganas de conocerte. Y llegar a ser buenos amigos. Eres lo mejor de este mundo. Ten fe que estarás a gusto. Te cuidaré más que a mis ojos.

Los correos muestran los preparativos de la cita. Y también la ansiedad de El Chapo por verla a ella. No era la primera vez que un deseo le arrastraba hasta el precipicio. Los informes psicológicos realizados en prisión determinan que Guzmán Loera es un hombre compulsivo, tenaz y despiadado, que no frena hasta conseguir lo que quiere. Y esa es su debilidad. Ya en 2014 fue capturado cuando, después de escaparse de los comandos de la Marina, decidió contra toda lógica ir al encuentro de su esposa, la reina de belleza Emma Coronel, y sus dos hijas gemelas, para despedirse de ellas en un apartamento de Mazatlán. Ahí, después de 13 años de persecución, fue cazado. Otro tanto le volvería a suceder, aunque en una versión diferente, con la actriz.

La visita de Penn y Del Castillo no había aplacado sus ansias. Tampoco lo hizo el ataque de la Marina que llegó poco después. Ni siquiera el hecho de que estuviese a punto de caer (un helicóptero le llegó a encañonar, pero él usó como escudo a la hija de su cocinera) le hizo pensar que sus emails con Del Castillo podían haberle delatado.

En su nueva huida, El Chapo se adentró en la Sierra Madre. En la montaña era prácticamente invulnerable. Pero en su megalomanía (ha llegado a intentar registrar su mote de Chapo Guzmán como marca) no dudó en volver a contactar con su pasión. Y nuevamente sus pasos fueron seguidos con atención. “En la sierra era muy difícil atraparle, había que hacerle bajar a las zonas urbanas. Por eso mandamos tropas a barrer el monte, con la idea de forzarle a cambiar de ubicación y facilitar su vuelta a una ciudad. Sabíamos que estaba loco por volver a verse con ella, y que el encuentro sería en una casa, no en la montaña. Quería seducirla como fuera”, señala una fuente gubernamental.

El cebo funcionó. Penn y su visita ya habían quedado lejos. Pero en la mente de El Chapo bullía el nuevo encuentro con La Reina del Sur. En la ciudad Sinaloa en se de Los Mochis, uno de sus hombres había acondicionado una vivienda para su llegada. Disponía de todo tipo de comodidades y, además, de un túnel de salida. El jueves, El Chapo llegó a la casa. No hubo espera. El viernes, las fuerzas de seguridad se lanzaron en tromba. Tras seis horas de persecución, fue detenido. Entre los enseres abandonados en el inmueble, los comandos de la Marina hallaron cuatro dvd de La reina del Sur. Estaban muy usados.

FUENTE: www.msn.com