El pastor evangélico que abusó de su nieta y otras niñas fue condenado a 8 años de prisión domiciliaria
En un juicio abreviado por acuerdo entre las partes, Alejo Insaurralde, presidente de la iglesia La Asamblea de Dios, confesó los crímenes denunciados. El hombre abusó de su nieta entre los dos y los catorce años de la niña
—¿Acepta la existencia de los hechos denunciados? —preguntó el juez Guillermo Bustamante al pastor evangelista Alejo Insaurralde, sentado en el banquillo de los acusados frente a la denunciante de los crímenes, su nieta Mariana Vidal.
—Sí —respondió Insaurralde.
—¿Acepta haber cometido esos hechos?
—Sí.
De esta manera concluía un juicio abreviado por el que el acusado –quien ya había sido condenado a una sentencia en suspenso por abusar de una niña de doce años y sobre quien recaían más acusaciones que la Justicia consideró prescriptas por el paso del tiempo– fue condenado a ocho años y medio de prisión por "abuso sexual gravemente ultrajante agravado por el vínculo familiar con la víctima y la relación de guarda que tenía con la víctima al momento de cometerse los hechos".
La sentencia se refería a los crímenes cometidos durante el período entre los dos y los catorce años de Mariana Vidal, nieta del pastor Insaurralde, cuando fue sometida repetidamente a abusos sexuales.
Antes de cada sesión de abusos, el pastor llamaba a su nieta con un silbido que ella sabía reconocer como santo y seña del delito al que iba a ser sometida.
"Recuerdo ese silbido, era como él me llamaba. Ese silbido retumba en mi memoria", declaró Vidal a Infobae al contar cómo había recuperado la memoria sobre esos acontecimientos, reunido con otras víctimas y decidido entablar una causa penal contra el padre de su madre.
Los hechos por los que se acusaba a Insaurralde describían una situación repetida de abuso en la que el pastor manoseaba a sus víctimas infantiles, les hacía tocar sus propios genitales y las penetraba con sus dedos. Siempre, antes había un silbido.
"Me siento muy liberada –dice Vidal a Infobae luego de asistir a la sentencia, a la que asistieron otras víctimas, sus compañeras de la agrupación Sobrevivientes del Abuso Sexual Infantil, su madre y su hermano y su pareja, entre otros–. La confesión de Insaurralde me saca una mochila tremenda. Durante años yo cargué con la responsabilidad de lo que había pasado. En estos casos se produce una traspolación de responsabilidades. Eso terminó. Que haya reconocido los hechos que cometió y que la responsabilidad caiga sobre él permite que pueda liberarme".
—¿Qué siente cuando el responsable de esos hechos es su abuelo y la condena recae sobre una persona con tal vínculo?
—Yo no lo considero mi abuelo. Ser abuelo no es una cuestión de sangre, sino una responsabilidad y una relación. Insaurralde no es mi abuelo.
Entre el público se encontraba Anabela Riat, otra de las víctimas de pastor y que fue de las primeras denunciantes en 2014, pero que vio sus denuncias caer porque la Justicia las consideró prescriptas por el paso de los años.
"Al verlo en el banquillo de los acusados al principio sentí escalofríos, pero después se convirtió en alivio –dice Riat a Infobae–. Fue una reparación por parte de la Justicia, que primero había desestimado nuestras denuncias y en ese sentido fue gratificante. En lo emocional, es muy reparador".
—Su denuncia había sido desechada, ¿cómo se considera en el engranaje de esta sentencia?
—Con Camila Carrión, que también concurría a la guardería que dirigía el pastor, hicimos las primeras denuncias y, aunque fueron desestimadas, luego formamos parte del proceso de agrupar más casos, entre ellos el de Mariana Vidal, y la acompañamos en todo este proceso. La condena que logró también es un alivio para las otras víctimas de esta persona.
—¿Cómo cree que recibió Viedma esta sentencia?
—En estos días escuché mucho que nos decían "valientes" por realizar la denuncia. Eso es algo que hay que superar, porque de otro modo la denuncia termina siendo un acto de heroísmo y no es así: es una necesidad. Hay que avanzar en aceitar los mecanismos para que estas situaciones puedan resolverse más rápido. Hoy demostramos que se puede hacer justicia.
Para la abogada Julia Mosquera "es una muy buena condena". "El juez hizo lugar a la prisión domiciliaria bajo su control aun cuando el acusado tiene domicilio en Buenos Aires –dice a Infobae–. Hoy está preso en un domicilio bajo custodia policial permanente hasta que se establezca el domicilio en Buenos Aires en el que cumplirá la condena. Tendrá una tobillera que permitirá conocer si viola la prisión domiciliaria y, en ese caso, cumplirá la condena en esta ciudad".
Alejo Ramón Insaurralde, preso por abusar sexualmente de su nieta y con denuncias de abuso a otras menores, tiene 79 años y acaba de ser condenado por sus crímenes. El silbido macabro con el que señalaba a sus víctimas que el abuso habría de comenzar hoy ya no podrá tener ese mismo fin. Serán, en todo caso, los silbidos de un condenado por la Justicia.
Fuente: infobae.com