vida
enero 25, 2017
¿Podemos confiar en el horóscopo?
Quizás seas uno de los miles que se acercan al horóscopo a diario buscando alguna guía para la vida. Si es así, tienes puntos en común con nosotros como cristianos. Quizás también te consideres cristiano. Lo cierto es que hay algo en nosotros que parece insinuarnos que no todo se reduce a átomos y leyes físicas sin propósito trascendente alguno. El escritor C. S. Lewis dijo “«si encuentro en mí mismo un deseo que nada en este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo”.
Algo o alguien pareciera tratar de convencernos de que tanta belleza en derredor no es la tapadera de un cosmológico fraude. Algo o alguien parece invitarnos a sospechar de que tras lo visible hay algo trascendente que está por encima de nosotros. Afirmar que sólo somos un montón de gases que salieron de la nada y que, de forma azarosa, acabaron convirtiéndose en personas no deja de ser una afirmación extraña. La inclusión del concepto “azar” es una afirmación de fe, pero una fe en la casualidad absoluta, en el vacío y la ausencia total de propósito. Aunque suene paradójico, es la razón misma la que nos hace sospechar que nuestra capacidad para creer nos ha sido dada para enfocar nuestras esperanzas en algo más sublime y liberador que la nada o el azar. La realidad es que todos ejercemos fe y que sólo cambia es el objeto de la fe.
Tal y como rezan los tópicos de las grandes preguntas de la humanidad, lo que nos angustia es la falta de respuesta ante el innato deseo de conocer hacia adónde vamos. Ante este interrogante antiguo, pensar que el movimiento de los astros o que el día de nuestro nacimiento pueden darnos las claves no soluciona demasiado el problema de para qué fuimos creados… porque no hay nadie detrás de esa creación. Si aspiramos a lo auténtico, a la posibilidad de acceder a lo trascendente, no nos convence el depositar nuestra confianza y destino en los movimientos interplanetarios. Creemos que debe haber una verdad. Pero este un planteamiento que no no nos llena porque es la misma astrología quien deja entrever que detrás de los supuestos guías cósmicos no existe nadie sino sólo materia y caos.
Así que sin creemos en el horóscopo nos quedamos solos en nuestro viaje. El “¿Quienes somos?” o “¿Adónde vamos?” no tienen respuesta. Sin dejar de mirar hacia arriba y hacia dentro, el Jesús de la Biblia es Dios acercándose a nuestro encuentro como una persona. Se llevó nuestras culpas en una cruz y nos escucha. Y afirma que nos ha creado para darnos un futuro estelar sin nada al azar.
Por Delirante.org
Algo o alguien pareciera tratar de convencernos de que tanta belleza en derredor no es la tapadera de un cosmológico fraude. Algo o alguien parece invitarnos a sospechar de que tras lo visible hay algo trascendente que está por encima de nosotros. Afirmar que sólo somos un montón de gases que salieron de la nada y que, de forma azarosa, acabaron convirtiéndose en personas no deja de ser una afirmación extraña. La inclusión del concepto “azar” es una afirmación de fe, pero una fe en la casualidad absoluta, en el vacío y la ausencia total de propósito. Aunque suene paradójico, es la razón misma la que nos hace sospechar que nuestra capacidad para creer nos ha sido dada para enfocar nuestras esperanzas en algo más sublime y liberador que la nada o el azar. La realidad es que todos ejercemos fe y que sólo cambia es el objeto de la fe.
Tal y como rezan los tópicos de las grandes preguntas de la humanidad, lo que nos angustia es la falta de respuesta ante el innato deseo de conocer hacia adónde vamos. Ante este interrogante antiguo, pensar que el movimiento de los astros o que el día de nuestro nacimiento pueden darnos las claves no soluciona demasiado el problema de para qué fuimos creados… porque no hay nadie detrás de esa creación. Si aspiramos a lo auténtico, a la posibilidad de acceder a lo trascendente, no nos convence el depositar nuestra confianza y destino en los movimientos interplanetarios. Creemos que debe haber una verdad. Pero este un planteamiento que no no nos llena porque es la misma astrología quien deja entrever que detrás de los supuestos guías cósmicos no existe nadie sino sólo materia y caos.
Así que sin creemos en el horóscopo nos quedamos solos en nuestro viaje. El “¿Quienes somos?” o “¿Adónde vamos?” no tienen respuesta. Sin dejar de mirar hacia arriba y hacia dentro, el Jesús de la Biblia es Dios acercándose a nuestro encuentro como una persona. Se llevó nuestras culpas en una cruz y nos escucha. Y afirma que nos ha creado para darnos un futuro estelar sin nada al azar.
Por Delirante.org