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abril 28, 2020

HIJOS DE DIOS

Vivían en la calle, sin padres o maltratados por sus propias familias. Un centenar de niños y niñas han logrado cambiar su vida gracias a la labor de un grupo de hermanos de la Obra que promueve un orfanatorio en Lima, bajo la bendición del Señor.

La historia del orfanatorio“Joyas de Belén”, ubicado en la médula de la Comunidad Urbana Autogestionaria de Huaycán, en el distrito limeño de Ate, empezó a fraguarse en 2006 por iniciativa del Rev. Raúl Caldas Amador y la gracia de Dios. Desde entonces, hace ya un quinquenio, no hay más luz que guíe los pasos de este orfelinato, único en su género, que la iluminación divina del Señor. En él han confluido muchas bendiciones y en la actualidad es una de las obras sociales más destacadas del Movimiento Misionero Mundial. Tanto que día a día más niños y niñas desamparados de todo el Perú encuentran en su interior un refugio de paz y amor.

 En la difícil tarea de darle cobijo y protección a la niñez desvalida, el trabajo desplegado por el orfanatorio “Joyas de Belén” se erige como un oasis en medio del desierto. Para corroborarlo solo basta repasar las palabras de su impulsor, el Rev. Raúl Caldas, quien sostiene que este orfelinato “funciona de forma exclusiva por la benevolencia del Todopoderoso. Dios es quien nos inspira para agenciarnos de dinero a través de la venta de caldo de mote, cachangas, picarones, tamales y diferentes platos de comida que hacemos los integrantes de la Iglesia de Huaycán”.

Con una población de 101 niños (28 varones y 73 mujeres), el proyecto benéfico tiene varias aristas que lo hacen especial, peculiar y representativo dentro de la sociedad peruana. Al respecto, el pastor Caldas pormenoriza que: “los chicos que residen en el lugar tienen todo lo necesario para vivir con dignidad, como el gran cariño de sus protectores, alimentación, vestimenta y servicios de salud adecuados, y lo más importante es que están bajo el amparo del amor de Jesús y reciben enseñanza secular, conocen y predican la palabra del Señor”.

Omnipresente dentro sus 6 pabellones, Dios es el eje central de este orfanato donde el cariño abnegado, la espiritualidad y la moral cristiana forman una mezcla comunitaria poderosísima. Al respecto, Hermelinda Acuña, asistente principal de la institución, precisa las acciones principales que marcan el discurrir diario de la obra social montada en Huaycán, a 40 minutos del Centro Histórico de Lima. “Al despertarse todo los chicos hacen un pequeño devocional. Luego desayunan. Después se van a estudiar al colegio cristiano Inyternacional Elim, que funciona al lado, hasta el almuerzo. Por la tarde hacen sus tareas y terminan el día asistiendo al Templo del Señor”.

En “Joyas de Belén" confluyen también de forma armoniosa las historias de vida de más de un centenar de pequeños provenientes en su gran mayoría del interior del país. Un conjunto de biografías en el que Leydi Gonzales, una nena de apenas dos años de vida, destaca sobremanera. Inquieta, juguetona y bulliciosa, la niña, la más pequeña del hogar y abandonada por su madre, llegó al orfanato medio año atrás cuando su padre incapaz de hacerse cargo de ella confió su cuidado a los hermanos de la iglesia de Huaycán.

Otras semblanzas, no menos desgarradoras, son las narradas por las hermanas ayacuchanas Thalia (13 años) y Julisa Pérez Rivera (8 años). Ambas, huérfanas de madre y sin progenitor a la vista, arribaron al orfanatorio hace tres años después de ser maltratadas hasta el hartazgo por sus parientes. De igual forma, Cristhian Quispe Oruro (10 años) exhibe un pasado duro. Nacido producto de una violación, sin madre paciente que lo eduque y ex habitante de las calles de Villa María del Triunfo, recaló en la Obra hace un año luego de ser molido a golpes por su progenitora. Hoy todos los pequeños y sus demás amigos del lugar gozan de un presente opuesto, diferente, feliz.

Levantado en un espacio de 1,500 metros cuadrados, y con proyección a contar en breve con un centro médico propio, el orfanatorio tiene los objetivos claros. Según su fundador, el pastor Caldas, “Joyas de Belén” está “diseñado por Dios para servir a los más necesitados, los abandonados, los niños provenientes de hogares destruidos y todo aquel menor que requiera ser salvado de la violencia física y del maltrato”. En un futuro: “la institución dará a sus beneficiarios capacitación en electricidad, carpintería, costura, confección, repostería y gastronomía”.

 A semejanza de otros emprendimientos del Movimiento Misionero Mundial, este plan benéfico del Señor se engrandece con el altruismo y  la generosidad de sus integrantes. Todos sus miembros cumplen sus labores ad honoren y sin ninguna recompensa más que el gozo de contribuir, sin desmayo, en el engrandecimiento de un orfanatorio. Quizás sea allí, en ese pequeño y minúsculo detalle, en el que repose la particularidad del cometido que desde el seno de Huaycán se abre espacio para el mundo entero como ejemplo vivo del poder de Dios.

LA OBRA SOLIDARIA

Según el Rev. Raúl Caldas el porvenir del orfanatorio “Joyas de Belén” apunta a mucho más: “nuestra Obra, que está inspirada por el corazón de Dios, seguirá progresando y mejorando. Por ahora, hemos visto crecer y cambiar en su forma  de pensar, de hablar y de conducirse de todos nuestros niños. Ellos han sido libertados de complejos y traumas. Además se les ha dado educación cristiana de alta calidad, lo que en algunos casos les ha permitido ingresar a la universidad, y en otros a convertirse en siervos del Señor. Sin embargo, en el futuro aspiramos a garantizar su vida de adultos como hombres de bien”.

Pero, ¿cómo será posible hacer realidad esa gran aspiración? El Rev. Caldas responde: “hemos adquirido unas máquinas industriales de coser y vamos armar un proyecto con el que entrenaremos a nuestros chicos en la confección de toda clase de vestidos y de ese modo les vamos a crear una mentalidad emprendedora y empresarial que les permitirá, una vez que sean adultos, valerse por sí mismos. También les garantizaremos los estudios universitarios ya que dentro de breve tiempo la Obra contará con una universidad”.

Fuente: impactoevangelistico.net