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septiembre 16, 2018

Sacerdotes androides

Tal como lo dice el título, la tecnología en el mundo a llegado a niveles inimaginables. A pesar de que sabemos de la existencia de robots con la capacidad de moverse, hablar y trabajar (hasta mejor que un humano), estas noticias no nos dejan de sorprender.

Y es que claro, una cosa es que haya tecnología avanzada y otra es que la sociedad interactúe con ella como si fuera un ser, un igual. Los japoneses son los que llevan la batuta en esta área. Para ellos, mientras su vida se vea más invadida por la tecnología, mejor.

Hoy, una empresa japonesa ofrece un robot para guiar los funerales. Esto, tendría un costo de más de 370 euros, que sería mucho menos de lo que le pagan a los sacerdotes reales por dicha ceremonia.

El nombre del robot es Pepper, de la empresa SoftBank, y puede recitar sutras como cualquier otro sacerdote.

Al parecer, hasta los religiosos se podrían quedar sin trabajo.

Pero los japoneses no dejan de sorprendernos; no sólo cuentan ahora con un sacerdote androide, también le hacen funerales a sus perros robot, porque para ellos, tódo objeto tiene un alma.

En La Vanguardia, explicaron que una empresa nipona organizó una ceremonia funeraria para todos aquellos modelos que por falta de piezas, no podían seguir viviendo. Los perros robots AIBO recibieron su funeral, en julio de 2016 en el templo Kōfuku-ji de la ciudad de Isumi, Chiba.

Los detalles del funeral los publicaron en Nippon.com, y al parecer hasta ahora han realizado 4 funerales para perros robots.

Fuente: guioteca.com
junio 12, 2017

De guía espiritual a “traficante” de niños

El caso es aberrante y sorprende por la crueldad de los hechos denunciados. Pero la conmoción es mayor porque no sólo está en el centro de la escena una mujer, sino una religiosa japonesa, encargada de guiar espiritualmente a los niños más vulnerables del Instituto Antonio Próvolo de Mendoza. Kosaka Kumiko (42) se convirtió en la “monja mala”, la “entregadora”. El testimonio de las víctimas ha sido crucial para dejarla tras las rejas del penal de mujeres de Cacheuta, en medio de la montaña mendocina.

Inmutada y enfundada en su pulcra vestimenta gris, negra y blanca, Kumiko llegó a Mendoza desde Buenos Aires y declaró ante la Justicia durante nueve horas, después de un mes de estar prófuga.

La mujer negó todos los hechos, a pesar de estar acusada en tres casos. El testimonio que más sorprende es el de una joven de 17 años que aseguró que cuando tenía cinco le colocó un pañal tras ser violada por uno de los otros cinco imputados para ocultar el sangrado. Con sus razones, los chicos la bautizaron “la monja mala”. Es que aseguran que no sólo participaba activamente de los vejámenes sino que les gritaba y los maltrataba. Y en el peor de los casos, los entregaba, una vez que tenía estudiada a la víctima.

“No sabía nada de los abusos. Velaba por los niños”, dijo tajante ante el fiscal, que decidió imputarla, con una larga calificación: “Comisión por omisión del delito de abuso sexual con acceso carnal, en concurso ideal, con abuso sexual gravemente ultrajante, agravado por ser el autor encargado de la guarda, y por ser cometido contra un menor de 18 años de edad aprovechando la situación de convivencia preexistente con el mismo”.

Kumiko nació en Japón, pero tiene nacionalidad argentina. Es más, vive en Argentina desde los primeros años de vida. Llegó al país con su familia en 1977.

La mujer tiene a sus padres fallecidos y a pesar de contar con tres hermanos, no tiene relación con ninguno.

Uno vive en su nación natal, otro en Buenos Aires y el restante en España. El noviciado fue su elección cuando era muy joven y en el 2000 recibió los hábitos, bajo la Congregación de Hijas de María Santísima del Huerto, que tiene sede en la localidad de Eugenio Bustos, en el departamento de San Carlos, pero también en Buenos Aires.

De hecho, tras el pedido de captura internacional, Kumiko había sido vista por última vez en la localidad bonaerense de Bella Vista, en el partido de San Miguel donde impartía clases de catequesis. Hacía cuatro años que había abandonado Mendoza.

En tierra cuyana, trabajó sus primeros años en el colegio de referencia de la cofradía en el Valle de Uco. Luego, fue trasladada al Instituto Próvolo, en Luján de Cuyo, donde se encargaba de acompañar física y espiritualmente a las niñas que dormían en el albergue, la mayoría hipoacúsicas, quienes recién ahora se animaron a contar lo peor.

Esa tarea, donde ocurrió el horror, la realizó desde el 2004 hasta el 2012. Para las víctimas de la “monja mala” fueron ocho años sórdidos. A la espera del avance de la causa, Kosaka Kumiko enfrenta una pena que va de los 10 a los 50 años de cárcel.

Por Pablo Mannino
abril 14, 2016

La apocalíptica secta japonesa que está resurgiendo en partes de Europa

 En 1995 la apocalíptica y turbia secta Aum Shinrikyo, originaria de Japón, fue noticia por un ataque mortal con gas sarín en el metro de Tokio, en el que murieron 12 personas.

Esta semana volvió a estar de actualidad porque la policía rusa ejecutó varias redadas en propiedades vinculadas con ella. Diez personas fueron detenidas y varias decenas están siendo investigadas.

Pero ¿cuál es la historia de esta secta que ahora apareció en países como Rusia, Ucrania o Bielorrusia?

El origen de la secta. Aum Shinrikyo significa "verdad suprema" y empezó sus actividades en la década de los 80 como un grupo espiritual que aunaba creencias hindúes y budistas, incluyendo luego elementos de profecías cristianas apocalípticas.

El fundador del grupo, Shoko Asahara, aseguraba ser al mismo tiempo Cristo y el primer "iluminado" desde Buda. El grupo, que aparece mencionado a menudo simplemente como "Aum", se convirtió oficialmente en una organización religiosa en Japón en 1989.

Asahara construyó una base de seguidores en todo el mundo considerable, hablando en universidades y escribiendo libros. En su momento cumbre tenía decenas de miles de miembros. Algunos de sus seguidores en Japón eran estudiantes de universidades de élite.

Mucho se ha hablado de las promesas del grupo de hacer más significativas las vidas de jóvenes a los que se les exigía un alto nivel académico y que se veían obligados a tener carreras laborales exitosas.

El grupo se convirtió gradualmente en un culto del apocalipsis, convencido de que el mundo iba a terminar en una Tercera Guerra Mundial y de que solo ellos sobrevivirían.

También se volvió más violento, secuestrando, hiriendo y matando a sus rivales, incluso utilizando agentes químicos y biológicos en algunos ataques.

¿Qué pasó en Tokio? El 20 de marzo de 1995, durante la hora pico, miembros de la secta con bolsas llenas del agente nervioso gas sarín entraron en el metro de Tokio y soltaron el gas perforando con afilados paraguas bolsas que llevaban escondidas en papel de periódico.

En el ataque murieron 12 personas y cientos resultaron heridas.

En los meses siguientes, miembros de la secta llevaron a cabo varios intentos fallidos de liberar cianuro de hidrógeno en varias estaciones.

El ataque de 1995 causó gran impacto en Japón, un país que se enorgullecía de su baja criminalidad y su cohesión social.

También generó preguntas sobre por qué la policía no había investigado supuestas actividades criminales anteriores por parte de la secta. Muchos miembros de Aum fueron juzgados por el ataque: 13 fueron condenados a morir, incluido Asahara, que sigue en el corredor de la muerte.

El último en ser juzgado en conexión con el ataque en el metro de Tokio fue Katsuya Takahashi, detenido en junio de 2012 tras permanecer huido durante 17 años. Fue condenado a cadena perpetua.

El miembro de la secta Makoto Hirata también fue encarcelado en 2014 por el secuestro de un hombre de 68 años y su participación en dos ataques con bomba.

¿Por qué están ahora en Europa? El grupo se escondió tras los hechos de Tokio, pero no desapareció, pasando a llamarse luego Aleph.

Otro grupo más pequeño, "Hikari no Wa" (El círculo de la luz del arcoíris), liderado por el exportavoz de Aum y sucesor de Asahara, Fumihiro Joyu, fue creado en 2007. Joyu dijo haber distanciado a su grupo de la veneración de Asahara.

El grupo ya operaba en los exrepúblicas soviéticas durante los tiempos turbulentos que siguieron al colapso de la URRS, pero la región se ha vuelto más importante en los últimos años.

A finales de marzo, Montenegro expulsó a 58 extranjeros sospechosos de asociación con Aum Shinrikyo. Se reunieron en un hotel que habían alquilado en ese pequeño país de la ex Yugoslavia. Cuatro eran de Japón, pero 43 eran de Rusia, siete de Bielorrusia, tres de Ucrania y uno de Uzbekistán, según el ministerio del Interior. Las redadas que se llevaron a cabo en Rusia a principios de abril se dirigieron contra 25 propiedades.

El grupo es ilegal en Rusia pero, según la fiscalía, es posible que tenga hasta 30.000 seguidores allí, donde ha estado presionando para obtener donaciones de la gente.

Las autoridades han abierto una investigación criminal porque creen que las actividades del grupo "comportan violencia y daños a la salud de ciudadanos", reportaron medios estatales.

¿Y en Japón? Aum Shinrikyo está considerada una organización terrorista en Estados Unidos y en muchos otros países, pero Aleph y Hikari no Wa son legales en Japón, aunque están designadas como "religiones peligrosas" y sometidas a una vigilancia especial.

Según algunas estimaciones, entre ambas tienen 1.500 seguidores, y algunas informaciones señalan que están creciendo.

Algunos defensores de derechos humanos han defendido a aquellos miembros que no han sido declarados culpables de ningún crimen, diciendo que no conocían los planes de atacar el metro de Tokio.

Pero tienen pocas posibilidades de recibir aceptación social u oficial, a pesar de los intentos de distanciarse de los acontecimientos de hace 21 años.

Fuente: BBC