Solo éxitos cristianos anunciando la venida de Jesucristo

Post Top Ad

Mostrando entradas con la etiqueta Bélgica. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Bélgica. Mostrar todas las entradas
octubre 25, 2022

Los crímenes del “padre Barba Azul”: de valiente y respetable pastor protestante a violador y asesino de su familia

 


András Pándy era húngaro y había llegado a Bélgica huyendo del comunismo. La comunidad de Bruselas lo consideraba un pastor piadoso y comprensivo, pero detrás de esa fachada se ocultaba un feroz asesino. La denuncia de Ágnes, su hija cómplice, y la frustración del detective que sospechó de él pero no fue escuchado por sus jefes


Cuando en octubre de 1997, por despecho o por arrepentimiento, Ágnes Pándy se presentó ante la policía belga, confesó sus propios crímenes y acusó a su padre, András, de abusos sexuales y asesinatos en su propia familia, el detective Gábor Tamási se enteró de los hechos por televisión y sufrió una crisis nerviosa.


Su primer impulso – que contuvo – fue correr hasta la jefatura de policía y golpear uno por uno a sus jefes. Hacía cinco años que insistía ante ellos que András Pándy era un asesino y que sus familiares no lo habían abandonado sino que estaban muertos.


Nadie le había creído en todos esos años. Cómo iban a investigar al respetado clérigo Pándy, un hombre valiente que había huido del comunismo húngaro en 1956, un religioso querido por la feligresía, persona afable y devota. Era cierto que corrían algunas habladurías, porque sus mujeres y sus hijos e hijastros lo habían abandonado, pero esos eran asuntos de la vida privada en los que nadie tenía derecho a meterse.


Ahora el detective Gábor Tamási sabía que sus sospechas eran ciertas, pero no sentía ninguna satisfacción. Según decía la conductora del noticiero de la noche, Ágnes había confesado el asesinato de su propia madre, Ilona, y acusaba a su padre de incesto y de las muertes de su segunda esposa, Edit, y de sus hijos e hijastros Dániel, Zoltán y Andrea. No lo acusaba, en cambio, del asesinato de su hermanastra Tünde, pero el detective Tamási estaba convencido de que también la había matado.


Tamási reprimió su deseo de ir a golpear a sus superiores pero se tomó revancha al día siguiente, cuando contó la historia en un canal de televisión primero y después a un reportero de la revista Blikk.


Relató que cinco años antes le había tomado a Ágnes una denuncia de abuso sexual contra su padre, pero que después la mujer la había retirado de inmediato. Él, contó, quiso seguir investigando porque había descubierto además que varios familiares del clérigo habían desaparecido sin dejar rastros, pero que sus jefes le dijeron que parara, que la mujer se había retractado y que además parecía una desequilibrada. En cambio, András Pándy era un hombre muy bien visto por la comunidad.


“Mi jefe me mandó a hablar con su supervisor y luego me dirigieron hicieron hablar con el jefe del supervisor. Todos me dijeron que no siguiera investigando, que estaba viendo muchas películas de crímenes y que tenía una imaginación demasiado vívida. Lo único que me dejaron hacer fue consultar al jefe de la sección de personas buscadas, Zoltán Szőgyényi, y ver si tenía alguna denuncia de desaparición de algún miembro de la familia, pero no había nada. Como a pesar de todo yo quería seguir investigando, me pasaron a la sección de casos antiguos sin resolver. Directamente me sacaron de encima”, dijo.


A pesar de las órdenes de sus superiores, el detective Tamási siguió investigando en sus ratos libres. En 1994 intentó contactar a una antigua ama de llaves del clérigo, pero la mujer lo sacó corriendo cuando escuchó de qué se trataba, y en 1997 intentó localizar a un familiar de la segunda esposa de Pándy, que supuestamente vivía en el extranjero, pero entonces tuvo un accidente automovilístico que lo tuvo postrado tres meses.


“Ese accidente me hizo desistir. Sentí que investigar a Pándy me traía mala suerte”, le confesó al periodista de la revista Blikk.


Para entonces, los medios belgas llenaban minutos de televisión y páginas de diarios y revistas con el caso de Pándy y su hija Ágnes. Al clérigo ya lo llamaban “Barba Azul”, por el cuento de Charles Perrault cuyo protagonista mataba a sus esposas y escondía los cadáveres en una habitación.


De Hungría a Bélgica


András Pándy nació el 1 de junio de 1927, en Chop, por entonces bajo administración checoslovaca, un pueblo al otro lado de la frontera con Hungría. Sus padres eran húngaros muy religiosos lo que llevó a András a estudiar teología.


A mediados de la década de los ‘50 fue consagrado clérigo de la Iglesia Reformada de Hungría y se casó con su primera mujer, Ilona Sőrés. Luego de la fracasada revolución húngara de 1956, András e Ilona escaparon a Bélgica, donde el hombre se convirtió en pastor de la comunidad protestante húngara de Bruselas y en profesor de religión de la Iglesia Protestante Unida.


En 1957, la pareja tuvo a su primera hija, Ágnes, y después nacieron dos varones, Dániel, en 1961 y Zoltán en 1966. Para entonces la relación del matrimonio iba cuesta abajo y András se separó de su mujer, a la que acusó públicamente de infidelidad. Ilona se fue de la casa con sus dos hijos menores, pero dejó a Ágnes con Pándy.


Según contaría Ágnes después, su padre la transformó en su “amante” cuando tenía apenas 12 años y esa relación perduraría durante décadas.


Eso no le impedía al clérigo salir con otras mujeres. Para no provocar escándalos y comprometer su posición de pastor, entraba en contacto con ellas a través de las páginas de citas de los diarios húngaros, dando un nombre y una ocupación falsos. En los avisos las invitaba a tener una “Luna de miel europea”. Las veía en Hungría, donde viajaba regularmente.


Allí, a principios de la década de los ‘70, conoció a Edit Fintor, una mujer casada que se convertiría primero en su pareja clandestina y después en su mujer. Edit estaba casada y tenía tres hijas de dos matrimonios anteriores: Tünde, de ocho años, Timea, de 15 y Andrea, de siete.


Después de unos años de mantener la relación oculta, Edit dejó a su esposo y viajó con sus tres hijas a Bélgica, donde se casó con András, ya divorciado de Ilona, en 1979. Tuvieron dos hijos: un varón, András Jr., y una niña, Reka.


A pesar de eso, el respetable clérigo seguía manteniendo su relación incestuosa con Ágnes, en su propia casa.


Abuso, huida y salvación


Pero András Pándy quería más. En 1984 abusó de su hijastra Tímea, que ya tenía veinte años. La violó y la dejó embarazada. La chica le contó a su madre que el clérigo había abusado de ella, pero Edit no quiso creerle. Pandy negó todo y dijo que seguramente había usado una toalla con su semen para quedar embarazada.


La que sí le creyó fue Ágnes y, en un episodio de celos, intentó matarla con una barra de hierro. András llegó a tiempo y pudo detenerla.


Para evitar más problemas, Pándy envió a Ágnes a vivir con su madre, Ilona. La chica también estaba embarazada.


En 1986 nació el hijo de Tïmea, que de inmediato escapó de la casa con el bebé, Marc, y se refugió en la casa de unos familiares lejanos en Vancouver, Canadá, donde se casó y luego se radicó en Hungría con su marido.


Nunca quiso volver a Bélgica ni relacionarse con su madre ni sus hermanas. Esa huida les salvó la vida.


Las desapariciones


Ágnes tuvo a su hijo mientras vivía en la casa de su madre, donde se quedó casi dos años, hasta que un día volvió a Bruselas y le dijo a toda la familia que Ilona y sus dos hijos – sus hermanos menores – se habían ido del país, dejándola sola. Tanto el clérigo como Ágnes decían que estaban viviendo en Francia y que Ilona había dicho que desde allí viajaría con sus hijos a un país sudamericano.


La verdad era muy diferente, pero sólo su padre la sabía.


En 1990, poco después del regreso de Ágnes a la casa paterna, Edit, la segunda esposa de Pándy, y su hija Andrea, que ya tenía 14 años, desaparecieron de un día para el otro. András se mostraba consternado por el abandono de su esposa – que además había dejado con él a su hija Tünde, de 18 años – y les explicaba a todos que Edit se había ido con otro hombre y que vivía en Alemania con su nueva pareja. Mostraba a quién quisiera verlo un telegrama firmado por Edit donde le decía que no volvería a verlo.


La última en desaparecer fue Tünde, en 1991, cuando estaba viviendo todavía en la casa con András. El clérigo envió de vacaciones a Ágnes con su hijo, producto del incesto, András J. Y Reka, pero cuando regresaron, Tünde ya no estaba.


La explicación de Pándy, esta vez, fue que la chica estaba “perturbada” y que la había mandado a vivir con unos amigos radicados en el extranjero.


Prácticamente toda la familia del clérigo húngaro había desaparecido en pocos años, pero nadie se preguntaba nada. Las explicaciones de Pándy les sonaban convincentes y, además, quién iba a dudar de la palabra de tan buen pastor.


Tampoco se dudaba de Ágnes, que trabajaba como bibliotecaria y era querida y respetada por los miembros de la comunidad. Hacía buena dupla con su religioso padre, un hombre que daba encendidos discursos en la iglesia y siempre se mostraba dispuesto a escuchar y dar una guía espiritual a sus feligreses.


Algo pasó entre padre e hija a mediados de 1992 que impulsó a Ágnes a denunciar a András por abuso sexual. Presentó la denuncia un día y la retiró al siguiente.


Fue entonces cuando el detective Gábor Tamási quiso investigar y sus jefes se lo impidieron.


“Si me hubieran permitido seguir, quizás habría podido salvar vidas”, dijo en la entrevista de Blikk.


La confesión de Ágnes


Ágnes y András siguieron viviendo bajo el mismo techo cinco años más. En 1997, después de una feroz discusión con su padre, la mujer – que ya tenía 40 años – volvió a denunciarlo a la policía, esta vez no sólo por abuso sino también por los asesinatos de sus familiares. Además, confesó un crimen propio y su participación en los otros.


Contó que ella misma había matado a su madre y a su hermano cuando estaba viviendo con ellos y que luego András la ayudó a deshacerse de los cadáveres. También confesó que había colaborado con su padre para matar a Dániel, Zoltán y Andrea. En cambio, juró y perjuró, que no había tenido nada que ver con la desaparición de Tünde.


En dos de los crímenes, habían utilizado una barra de hierro para destrozarles el cráneo. En otros dos, les pegaron un tiro en la cabeza.


Desmembraron los cadáveres en el sótano de la casa y disolvieron algunas partes con ácido. Lo que quedaba de sus víctimas después de ese proceso lo llevaron a un matadero cercano para picarla “como si fuera carne de cerdo”.


András Pándy fue detenido el 16 de octubre de 1997. Casualmente, ese día hubo en Bruselas una multitudinaria manifestación de los familiares de las víctimas de otro asesino en serie belga, Marc Dutroux, que había abusado sexualmente y había matado a varias niñas en Charleroi unos años antes.


Los medios mostraron al hasta entonces respetable pastor, con expresión impertérrita, cuando era sacado esposado de su casa por la policía.


Acusación y condena


Con la misma cara de piedra se mantuvo en el transcurso del juicio, donde se lo acusó de asesinar a sus dos esposas, Ilona Söres y Edit Fintor, a sus dos hijos naturales, Dániel y Zoltán y a dos de sus hijastras, Tünde y Andrea. Además, se lo imputó por las violaciones.


En su testimonio ante el tribunal, una Ágnes llorosa contó cómo había empezado todo: “Me dijo que me iba a iniciar, que no debía decírselo a nadie y que sería nuestro pequeño secreto”, dijo.


András Pandy negó todas las acusaciones. Para entonces también se sospechaba que había matado a varios niños que había traído de Hungría con la excusa de encontrar buenas familias belgas que los adoptaran. No se tenía noticias del paradero de las criaturas.


El 6 de marzo de 2002, un tribunal belga condenó a Pándy a cadena perpetua sin posibilidad de salir en libertad condicionar, por el asesinato de seis familiares, intento de asesinato y violación de tres hijas.


Ágnes Pándy fue condenada a 21 años por ser cómplice de cinco asesinatos y un intento de asesinato. Los fiscales habían solicitado una sentencia de 29 años, pero sus abogados pidieron indulgencia, diciendo que Ágnes había estado bajo el “hechizo irresistible abrumador” de un padre que la violaba y la obligaba a colaborar en los asesinatos de su madre y hermanos.


El clérigo Barba Azul cumplió su pena primero en la cárcel de Lovaina y después en una prisión de Brujas. En 2007, cuando cumplió 80 años, la justicia lo trasladó a una casa de retiro, donde brindó servicios religiosos a los otros ancianos alojados allí casi hasta el día de su muerte, dos días antes de la Navidad de 2013.


Fuente: https://www.infobae.com/historias/2022/10/08/los-crimenes-del-padre-barba-azul-de-valiente-y-respetable-pastor-protestante-a-violador-y-asesino-de-su-familia/

julio 11, 2017

Los ateos son menos tolerantes que las personas religiosas, afirma un estudio

Las personas religiosas son más tolerantes con los puntos de vista ajenos que los ateos, afirma un estudio de la universidad católica de Lovaina, en Bélgica. Para llegar a esta conclusión, la universidad a entrevistado a 788 personas de diversas creencias en Reino Unido, Francia y España.

Sin embargo, son los ateos quienes se consideran más abiertos a pesar de ser menos propensos a aceptar los puntos de vista ajenos.

Las personas religiosas “parecen percibir e integrar mejor las perspectivas divergentes”, aseguran los investigadores de psicología de la Universidad Católica de Lovaina.

Filip Uzarevic, uno de los autores del estudio, dijo que las personas con mentalidad cerrada no se encuentran solo entre los religiosos”, y que con este estudio se demostraba “que la relación entre ambos aspectos dependía únicamente “de la mentalidad de la persona”.

    Uzarevic: “El ateísmo se ha convertido “en una norma” en algunos países occidentales”

“Sorprendentemente, cuando se midió la receptividad para integrar puntos de vista que eran divergentes y contrarias a los propios, fueron los religiosos quienes mostraron más apertura”, reconoce Uzarevic.

Para el doctor Uzarevic, su estudio “¿Son ateos no dogmáticos?” afirma que el ateísmo se ha convertido “en una norma” en algunos países occidentales.

Examinó tres aspectos de la rigidez mental en 445 ateos y agnósticos, 255 cristianos y un grupo de 37 budistas, musulmanes y judíos.

El estudio afirma que los no creyentes alcanzaron menores niveles que las personas religiosas en el apartado “dogmatismo autodeclarado”, pero eran más altos en la “intolerancia”.

Uzarevic reconoce que la idea de este estudio surgió porque a pesar de que muchas veces el discurso público de grupos conversadores / liberales era abierto la opinión les percibía como personas de mente cerrada. Y al revés, cuando más secular, más tolerante y abierto.

Sin embargo el hallazgo ha sido el contrario. Es más, según esta investigación, cuánto más se aferra uno al ateísmo, más cerrado es de mente.

Fuente: Actuall
julio 07, 2017

¿Podrán los hombres transgénero quedarse embarazados en un futuro?

Para muchos médicos no se trata de si podrán, sino de cuándo podrán, ya que dan por seguro que los hombres transgénero podrán implantarse un útero y tener sus propios hijos de forma biológica.

Es más, el profesor Steven Weyers, del Hospital de la Universidad de Gante (Bélgica) –encargado de un programa para implantar un útero a 20 mujeres infértiles- apunta a que esta técnica estará disponible en apenas diez años.

Ya existen casos de mujeres que se han hecho este tipo de trasplantes y han logrado quedarse embarazadas, por lo que el debate ha comenzado a cobrar fuerza ante una polémica que no deja indiferente a nadie.

Y es que ya hay quien apunta a que toda persona nacida varón y convertida en mujer tiene derecho a quedarse embarazada si la tecnología lo permite.

Y no solo eso, sino que es la Seguridad Social quien debe pagarlo.

Esta es la opinión de Amel Alghrani, la decana de la Facultad de Derecho Reproductivo y Salud de la Universidad de Liverpool, también defensora de los vientres de alquiler, informa el Daily Mail.

    Esta letrada apunta a que cualquier hombre, homosexual o heterosexual, podría tener a su hijo y vivir la experiencia del embarazo

La señora Alghrani es una visionaria y ya piensa más allá de hombres transgénero embarazados. Si una técnica así se hiciese realidad, esta jurista apunta a que cualquier hombre, homosexual o heterosexual, podría tener a su hijo y vivir la experiencia del embarazo.

Hay que recalcar que desde 2014, cinco bebés han nacido de úteros trasplantados, pero las evidentes diferencias biológicas entre hombres y mujeres hace que la viabilidad de esta operación en versión masculina no sea todavía más que un proyecto.

No todo el mundo está de acuerdo con que cualquiera, independientemente de su sexo, pueda llevar vida en el interior de su cuerpo.

Grupos feministas ya han mostrado su rechazo a lo que en el fondo, dicen, no es más que un intento de crear a la mujer en un quirófano, lo cual no es posible.

El debate todavía no ha llegado a España, pero lo que está claro es que una vez que lo haga se quedará por un tiempo, sobre todo con la aprobación de la ley LGTB de Podemos en el horizonte.

fUENTE: actuall.com
marzo 25, 2016

Se creó Comunidad Económica Europea

La Comunidad Económica Europea (CEE) fue una organización internacional creada por uno de los dos Tratados de Roma el 25 de marzo de 1957 con la finalidad de crear un mercado común europeo. Los Estados signatarios fueron Francia, Italia, Alemania (para ese entonces, sólo la República Federal Alemana, no la República Democrática Alemana) y los tres países del Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo). El tratado establecía un mercado y aranceles externos comunes, una política conjunta para la agricultura, políticas comunes para el movimiento de la mano de obra y los transportes, y fundaba instituciones comunes para el desarrollo económico. La CEE fue la más famosa de las tres Comunidades Europeas, y después del Tratado de Maastricht (o TUE) se le cambió el nombre a Comunidad Europea (CE). También en el Tratado de Maastricht se creó oficialmente la Unión Europea. Tras la creación de ésta, la CE (antigua CEE) pasó a formar parte del primero de los tres Pilares de la Unión Europea.

Fuente: mx.tuhistory.com