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septiembre 20, 2016

El africano que fue disecado y expuesto como un animal en un museo de España

 "El Negro" en la postal del Museo Darder, en el norte de España. 

A principios del siglo XIX, era casi una moda recolectar animales salvajes alrededor del mundo, traerlos a casa, embalsamarlos y mostrarlos casi como un trofeo de caza. Pero un comerciante francés fue un poco más lejos: trajo el cuerpo de un guerrero africano, lo disecó y lo dejó disponible para ser exhibido en un museo. Cuando se lo topó en España, el escritor holandés Frank Westerman decidió investigar su historia.

ADVERTENCIA: en esta nota hay imágenes que pueden resultar hirientes.

Nos trasladamos a Botswana. Más exactamente, a la ciudad de Gaborone, donde se levanta uno de los monumentos más famosos del país: "El Negro".

En una de las placas del memorial se puede leer: "El Negro. Murió en 1830. Hijo de África. Su cuerpo fue llevado a Europa. Retornó a suelo africano en 2000". 

El Negro fue un guerrero africano que después de su muerte en 1830 fue llevado por un comerciante francés a Europa donde se convirtió en una especie de trofeo de caza.  

Este es el lugar donde reposan los restos de "El Negro" en Botswana después de su peregrinaje por los museos de España y Francia.  

La fama de "El Negro" proviene de los viajes que realizó después de muerto. Y que duraron unos 170 años, convertido en una atracción de museos en Francia y España.

Generaciones enteras de europeos se agolparon frente a su cuerpo medio desnudo, que había sido rellenado de algodón y preparado por un taxidermista. Permaneció allí, de pie, exhibido como un trofeo.
Mochilero

En 1983, cuando era estudiante universitario, accidentalmente lo hallé en un viaje de mochilero por España.

Había pasado la noche en Bañolas, una población en el norte de Cataluña, y resultó que el museo de historia natural de la ciudad estaba al lado del hotel. Decidí visitarlo.

"Él es real", me dijo una estudiante. "¿Quién es real?", pregunté.

"¡El Negro!", explicó casi gritando y seguidamente se escuchó una larga carcajada de sus amigas que aguardaban en la entrada de aquel museo.

Lola me vendió una entrada y me señaló el lugar donde estaba ubicado el salón de reptiles.

"En esa dirección", señaló Lola. "Y después vaya a través de los salones siguiendo el orden de las manecillas del reloj".

Después de pasar por el salón de los "Humanos", continué al de los "Mamíferos" y allí lo encontré, junto a algunos primates y huesos de gorila.

Allí estaba el cuerpo relleno de "El Negro", que sostenía una lanza, estaba adornado por un tejido de rafia y apenas cubierto por una especie de toalla naranja.

Así fue presentado "El Negro" durante la exposición universal de 1888. Fue llamado "El Betchuanas".  


Esto no era una muestra de los famosos museos de cera "Madame Tussaud" y no estaba, de ninguna manera, observando una ilusión o truco.

Este hombre negro no era una momia y no estaba hecho de yeso: este era un ser humano que estaba exhibido como si fuera algún espécimen salvaje.

Se me erizó la piel de la vergüenza. Era claro que el cuerpo de "El Negro" había sido tratado por algún taxidermista blanco europeo y la sola idea me producía escalofrío.

Cuando quise preguntar sobre el origen de este hombre, Lola, la mujer de la entrada, no pudo darme una explicación. No había un catálogo o folleto. Sólo tenía una especie de postal que me entregó y que decía escuetamente: "Museo Darder- Banyoles. Bechuana".

"¿Bechuana?", pregunté.

La mujer se encogió de hombros y antes de que me retirara me dijo: "Las postales cuestan 40 pesetas (20 centavos de dólar) cada una".

Compré dos.
El robo de un guerrero

20 años después decidí escribir un libro acerca del extraordinario viaje de regreso de "El Negro" desde Banyoles hasta Botswana (Bechuana, en la postal).

Y la historia comienza en 1831 cuando el comerciante de "especímenes naturales" francés Jules Verreaux observó el funeral de un guerrero Setsuana en el interior de África -cerca de Ciudad del Cabo, Sudáfrica-.

Cuando anocheció, Verreaux fue hasta el mismo lugar, desenterró el cuerpo y se llevó para su casa la piel, el cráneo y algunos huesos.

Con la ayuda de alambres de metal actuando como espina dorsal, pedazos de madera ubicados como hombros y periódicos como relleno, Verreaux conservó las partes robadas.

Con esa y otras muestras, el francés viajó hasta París. Ese mismo año, el cuerpo del africano apareció exhibido en una galería en la Rue Saint-Fiacre.

Una reseña del periódico Le Constitutionnel destacó la temeridad de Jules Verreaux, quien "tuvo que sortear los peligros entre los nativos, que son tan salvajes como son negros".

El mismo artículo deja en claro las características de estos guerreros, que atraían más "atención que las jirafas, las hienas o las avestruces".

Medio siglo después, "El Negro" apareció en España. Durante la exhibición universal de Barcelona de 1888, el veterinario Francisco Darder lo presentó en un catálogo como "El Betchuanas" y lo representó con un dibujo, vestido con su rafia, un escudo, una lanza y el taparrabo.
Durante el siglo XX

Allí, en Bañolas, al pie de los Pirineos, los orígenes de "El Negro" comenzaron a olvidar

se.

En el pedestal donde estaba se escribió "Hombre de los arbustos del desierto del Kalahari". En las décadas que siguieron a 1888 los vestigios que lo relacionaban con sus ancestros en Setsuana se desvanecieron hasta que pasó a ser conocido como "El Negro", sin más.

Frank Westerman fue el hombre que conoció de cerca la historia de "El Negro" después de que lo viera exhibido en un museo de historia natural.  

En algún punto del siglo XX, el revelador taparrabo fue cambiado por curadores católicos por la especie de toallón naranja que le vi aquella mañana de 1983.

Pero eso no era lo peor: alguien le había puesto una capa de barniz para oscurecer más su piel.

De pie en su vitrina, ligeramente inclinado y con su mirada penetrante, "El Negro" personificaba de una manera conmovedora y desgarradora a la vez los aspectos más oscuros del pasado colonial europeo.

De alguna manera, confrontaba a los visitantes con las teorías de lo que se llamó "el racismo científico", la clasificación de las personas en superiores o inferiores de acuerdo al tamaño de su cerebro.
El retorno

Pero las cosas comenzaron a cambiar en 1992, cuando el doctor español de origen haitiano Alfonso Arcelin sugirió al diario El Paísque "El Negro" debería ser retirado del museo.

Los Juegos Olímpicos aterrizarían ese año en Barcelona y el lago de Bañolas iba a ser la sede de las competencias de remo. Seguramente, escribió Arcelin con ironía, ninguno de las decenas de atletas de alrededor del planeta que visitarían el museo se ofenderían al ver aquel hombre negro disecado.

La carta de Arcelin fue apoyada por nombres prominentes como el líder religioso afroestadounidense Jesse Jackson o el basquetbolista "Magic" Johnson. Kofi Annan, que en ese entonces era un alto funcionario de la ONU, condenó la exhibición llamándola "repulsiva" e "insensible". 

Este es el Museo Darder de historia natural en la ciudad de Banyoles, en el norte de Cataluña, España. 

Pero los catalanes se resistían, porque consideraban a "El Negro" una de sus joyas culturales. Sin embargo, en 1997, el hombre desapareció de la muestra y fue almacenado en los depósitos del museo como el "objeto 1004".

Hasta que en el año 2000 inició su regreso a casa.

El gobierno español decidió repatriar el cuerpo de "El Negro" para ser enterrado de nuevo en suelo africano. En la primera estación de ese viaje, en Madrid, a su cuerpo se le sacó el relleno de algodón y se le quitaron las partes no humanas -incluidos los ojos de vidrio.

Sin embargo su piel se había endurecido y se rompió. Debido a esto la piel debió permanecer en Madrid.

El ataúd donde fue enterrado en Botswana solo contenía el cráneo, un brazo y los huesos de los pies. 

 Líderes religiosos acompañaron el ataúd de "El Negro" durante su ceremonia fúnebre el 4 de octubre de 2000.
En suelo africano

El entierro del guerrero Setsuana ocurrió el 4 de octubre de 2000, en Gaborone, la capital de Botswana. Ese día estuvo acompañado de líderes religiosos que hicieron un homenaje a su figura.

"Estamos listos para perdonar", dijo el ministro de Relaciones Exteriores, Mompati Merafhe, durante la ceremonia. "Pero no debemos olvidar los crímenes del pasado, y de esa forma no repetirlos".

Por años, el lugar donde fue enterrado "El Negro" fue olvidado y se convirtió en un campo de fútbol. Pero el gobierno de Botswana decidió recuperarlo y se convirtió en un lugar para que sea visitado por los turistas.

Pero casi un siglo y medio después, se desconoce cuál es el nombre de este "hijo de África" y exactamente de dónde proviene.

Sin embargo hay una pista: durante un examen forense realizado en 1995, reveló que había vivido unos 27 años, que había tenido una altura de 1,40 metros. Y que habría, probablemente, muerto de neumonía.

Fuente: bbc.com


mayo 29, 2016

Encuentran Biblia húngara

Los volúmenes serán expuestos en el Museo Nacional Húngaro del 1 de marzo hasta mediados de junio

Una Biblia húngara impresa en 1608 fue encontrada luego de abrir siete cajas que contenían 136 libros antiguos decomisados por tropas soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial, en la librería Szechenyi en Budapest.

La colección de libros valiosos pertenecieron a la Universidad Reformada Sarospatak e incluye libros de oración poco comunes y biblias.

Los volúmenes serán expuestos en el Museo Nacional Húngaro del 1 de marzo hasta mediados de junio.

Foto: Tamas Kovacs/EFE

Fuente: Milenio.com
mayo 08, 2016

Museo de la Florida presenta una exhibición sobre la Biblia

Se presentan artículos raros y preciados, entre ellos trocitos de los Rollos del Mar Muerto, un fragmento del Evangelio de San Juan que data del año 250, una Biblia de Guttemberg de 1455 y una primera edición de 1611 de la Biblia del Rey James (o del rey Santiago).

La evolución de la Biblia desde el antiguo hebreo hasta los idiomas modernos y desde las tablas de arcilla hasta los libros impresos constituye una rica lección en la historia de las civilizaciones, los orígenes de la palabra escrita y la revolución de la imprenta.

La historia de cómo la Biblia fue escrita y difundida a lo largo de los siglos se resume en una nueva exhibición en el Museo Internacional de la Florida que presenta artículos raros y preciados, entre ellos trocitos de los Rollos del Mar Muerto, un fragmento del Evangelio de San Juan que data del año 250, una Biblia de Guttemberg de 1455 y una primera edición de 1611 de la Biblia del Rey James (o del rey Santiago).

El fundador y principal curador de la muestra, William Noah, no es un erudito bíblico sino un médico pulmonar que vive cerca de Nashville, Tenesí. Dijo que su interés personal en la historia de los textos sagrados lo impulsó a estudiarlos y a compaginar una colección que abrió en Tenesí hace un año titulada “Tinta y sangre: de los Rollos del Mar Muerto a la Biblia inglesa”.

“He viajado por el mundo estudiando este tema durante año”, dijo Noah. “Uno se topa con enfoques extremos (sobre la Biblia) de diferentes grupos, y cuando empecé a investigar, hallé que el enfoque académico ofrecía una historia increíble”.

Noah dijo que el enfoque de su propia exhibición es más histórico que religioso, y que traza la evolución de la Biblia desde las primeras representaciones pictográficas en tablas de arcilla hasta los Rollos del Mar Muerto _las copias más antiguas de la mayoría de los libros del Antiguo Testamento, escritas en pieles de animales_, hasta las traducciones al latín, alemán, francés e inglés.

Las muestras incluyen una réplica de una imprenta de Johannes Gutemberg, que llevó la Biblia a las masas en el siglo XV.

La de St. Petersburg es una nueva etapa de la muestra, que se exhibió por primera vez en centros cívicos de Knoxville, Tenesí, y luego de Lexington, Kentucky, durante el 2005, en los que atrajo unos 100.000 visitantes. La presentación de St. Petersburg por cuatro meses será la primera en un museo y en un centro de población importante.

“Quise empezar en una comunidad más pequeña debido a la naturaleza controversial de todo lo que sea bíblico, para ver cómo era recibida”, explicó Noah. “Realmente quedé impresionado”.

Dijo que el público incluyó académicos, líderes religiosos, fieles y curiosos. La muestra incluso se prolongó en Knoxville debido a la demanda.

Mientras estuvo en Lexington, la exhibición atrajo visitantes de todo el estado de Kentucky, dijo Niki Heichelbech, vocera de la oficina de convenciones y visitantes de la municipalidad.

“Sea cual fuere el interés de la gente por verla, se lleva un sentimiento totalmente distinto”, afirmó. “Decididamente les abre los ojos de manera que no lo hubiesen creído. Por cierto ejerce un efecto sobre la gente”.

James Strange, profesor de estudios religiosos en la Universidad del Sur de la Florida y experto en arqueología bíblica, dijo que en otros sitios hay ejemplos de muchos de los objetos más antiguos de la muestra, incluyendo una extensa exhibición de los Rollos del Mar Muerto en un museo de Israel. Pero no es frecuente que el público general tenga acceso a tal variedad.

“La persona promedio nunca ha visto la versión original de la Biblia del Rey James, y ni qué hablar de los Rollos del Mar Muerto”, observó.

Kathy Oathout, directora ejecutiva del Museo Internacional de la Florida, dijo que “Tinta y sangre” calza en la misión del museo de diez años, que presentó una exhibición sobre la princesa Diana el año pasado y otra del Titanic en 1997.

La muestra es promovida por medio de comunicaciones a las iglesias y escuelas de la zona.

Oathout desestimó las críticas de algunos para quienes la exhibición se inclina demasiado hacia lo evangélico. Dijo en cambio que cada visitante se lleva algo diferente.

“Ya sea que uno crea que la Biblia proviene o no de una inspiración”, afirmó Noah, “no se puede ignorar que es el grupo de textos más significativo en la cultura occidental.

Fuente: El Nuevo Herald
febrero 28, 2016

¿Cómo comían los romanos?

 El museo del "Ara Pacis" de la capital italiana acoge hasta el próximo 15 de noviembre la muestra "Nutrir el Imperio. Historias de la alimentación en Roma y Pompeya", un recorrido compuesto por rarezas arqueológicas y una amplia variedad de recursos multimedia.

El Imperio Romano llegó a contar con más de cincuenta millones de habitantes y para su alimentación fue esencial el impulso de una política de expansión agrícola que constituyó la considerada primera globalización del consumo de la historia.

Todo para dar respuesta a preguntas como qué comían los antiguos romanos, cuáles eran sus costumbres gastronómicas, cómo transportaban sus provisiones desde otras regiones o el modo de conservarlas a su llegada a la entonces capital del mundo.

En el periodo imperial que separó a Augusto y a Constantino (27 a.C - 337 d.C), Roma se convirtió en una metrópolis de cerca de un millón de habitantes, una cifra que ninguna otra ciudad volvería a alcanzar hasta casi dos milenios después, en la Revolución Industrial.

Así, Roma ejercía de centro neurálgico de un imperio que superó los 50 millones de personas y cuya economía estaba basada en la agricultura, explicó a Efe una de las comisarias de la exposición, Orietta Rossini.

Al término de la Guerra Civil romana, Augusto, el primer emperador, impuso un periodo de pacificación conocido como la "Pax Augusti" -conmemorado en el propio Ara Pacis- entre todos los estados del Imperio, que se extendía alrededor del "Mar nuestro", es decir, el Mediterráneo.

Un espacio geográfico que hizo las veces de escenario para la "primera globalización del consumo" y que supuso la llegada a Roma de múltiples y novedosos productos, como utensilios para cocinar, hornos o vasijas para almacenar cereales y otros bienes.

"En Roma no se comía el pan producido en el campo romano ni se consumía el aceite de los olivos romanos, sino que se comía el pan hecho con cereales africanos importados por mar y se consumía aceite traído de España y también de África", dijo Rossini.

Por eso, subrayó que "todo esto anticipó una globalización del consumo alimentario", que comenzó con productos como el vino o el aceite de oliva, transportados desde distintos lugares en vasijas que también pueden admirarse en la muestra.

Y es que los romanos bebían vino de la Galia, consumían aceite de la actual Andalucía, se deleitaban con la miel griega o comían el "garum", una codiciada salsa de pescado fermentado proveniente de África, Oriente Medio o Portugal.

Pero en el centro de su gastronomía se encontraba el pan, realizado a base de grano que llegaba del recién conquistado Egipto y del que aún pueden verse muestras en esta exposición, como tres hogazas carbonizadas halladas en Herculano, sepultada junto a Pompeya y otras ciudades por la erupción del Vesubio en el 79 d.C.

La muestra explica que todos los productos llegados en las naves desde el otro lado del mar eran recursos necesarios para la supervivencia de la población y se vendía en sus mercados, puntos económicos que suponían "un privilegio y un signo de estatus para la ciudad".

"Se pueden imaginar cuáles eran los problemas para transportar los alimentos y alimentar a tantas personas en un momento en el que las comunicaciones eran claramente más lentas de lo que son hoy, pero mucho más organizadas", apuntó Rossini.

Muestra de esta incesante actividad empresarial es la existencia, aún hoy, de un depósito de vasijas rotas y pulverizadas que se amontonan en el barrio romano de Testaccio, puerto fluvial de la capital del Tíber.

La muestra repasa "cómo se organizó todo el aprovisionamiento de una gran metrópoli como Roma, la más grande de las metrópolis, la dominante", agregó la comisaria.

En el año en el que Italia acoge la Exposición Universal de Milán, centrada en la agricultura y con el lema "Alimentar el planeta. Energía para la vida", la exposición romana "trata también de profundizar en los temas que desarrolla la Expo", comentó Rossini.

"Ellos hablan de la alimentación del planeta y nosotros de cómo se resolvió el problema de nutrir el imperio en una organización política en la que todo era controlado", apostilló la comisaria. 

Fuente: EFE
enero 31, 2016

Esta casa de muñecas es más cara que una de verdad


Valuada en 8,5 millones de dólares, el Castillo Astrolat, es sin dudas la casa de muñecas más cara del mundo. Con un peso de 360 kilos y una altura de 2,7 metros la casa perfectamente podría ser una pieza de museo, con sus 29 habitaciones y sus aspecto de cuento de caballeros.
Esta obra arquitectónica para alguna niña con un padre adinerado que quiera darle todos los gustos, se inspira en el castillo de fantasía “Astolat” que describe Alfred Tennyson en el poema “Lady of the Shalott”. Demandó 13 años construirla, entre 1974 y 1987. Y hasta tiene una página en Wikipedia.
Su valor esta dado por las casi 30.000 miniaturas de alta calidad hechas de oro, plata y otros materiales exquisitos como el lapislázuli.
Para comprender la calidad de este “juguete”, entre sus habitaciones se encuentra por ejemplo, la sala de música, que continene varios instrumentos musicales, entre ellos un piano valuado en 7.000 dólares y muebles de oro.

El Castillo fue exhibido en la tienda de museo personal de Elaine Diehl en Arizona hasta que se retiró en 1996. Más tarde se trasladó a la división Tee Ridder del Museo del Condado de Nassau of Art de Nueva York, y más recientemente pudo verse en las tiendas de Columbus Circle -un centro comercial de Manhattan- entre el 12 de noviembre y 8 de diciembre. Lo recaudado por la exposición fue donados a una serie de organizaciones benéficas para niños… que deberán conformarse con casas de muñecas más económicas.

Fuente: periodismo.com
enero 31, 2016

Museo de Inquisición: Un homenaje a los mártires de la fé


El Castillo de San José en Sevilla es sede del Museo de Inquisición, sala sensorial, una pasarela interpretativa, una galería de personajes son parte de la muestra que el publico puede ver, con un sentido humanista enfocado a la tolerancia en creencias de fe.
El museo de San Jorge que del siglo XV al XVIII fue sede del tribunal de la santa Inquisición; alberga en España una muestra donde se da a conocer como fue ese tiempo de la historia; el recorrido es un homenaje a aquellos que fueron valientes, fundamentaron su fe sin temor a la muerte; fe que se mantiene viva hasta hoy gracias a ellos.
Contiene una sala sensorial donde por medio de instalaciones audiovisuales tratan de hacer sentir al visitante que es ser un juzgado por la santa inquisición, posteriormente se encuentra la pasarela interactiva, se puede pasar donde las paredes fueron testigos de los gritos por los castigos; y atriles da a conocer como era la vida en ese tribunal.
Casiodoro de Reina, Constantino Ponce de la Fuente y María de Bohorques; son mártires que son parte de la instalación, testimonios de gente que son ejemplo para el protestante hoy en día; Mártires de la fe es el nombre de esta sala donde se explica a detalle su vida hasta su muerte.
Contiene un muro de reflexión donde se trata de que el visitante pueda ser capaz de ver como a lo largo de la historia se ha sido intolerante con respecto a la creencia y la fe, los creadores del proyecto trataron de salirse en un “morbo” para verlo de un lado mas humano, tratar de hacer conciencia y respetar creencias.

Fuente: noticiacristiana.com