vida
noviembre 23, 2016
¿Qué es el alma?
PIRQUE ABOT: ¿Qué es el alma?
דע לפני מי אתה עתיד ליתן דין וחשבון
Aqabiá ben
Mahalalel nos explica que la mejor forma de evitar pecar es recordar que luego
de esta vida daremos cuenta ante Dios por lo que hemos hecho mal en este
mundo. Pero una vez que dejamos este
mundo, ¿De qué manera ocurrirá este juicio?
Como dijimos
anteriormente, nuestros Sabios nos enseñaron que el alma sobrevive la muerte
del cuerpo. Y que son nuestras almas las
que se enfrentarán al Todopoderoso en el juicio celestial.
Hoy me
gustaría explicar, muy brevemente, a qué nos referimos cuando decimos “alma”, o en hebreo neshamá.
En realidad,
la mejor forma de describir el alma sería a través de la fórmula
matemática: ALMA = YO – MI CUERPO. Vamos a profundizar un poco
esta ecuación.
1. ALMA
MORAL: Para entender neshamá hay que pensar en
“mente”, en oposición a
“cerebro”. Mi mente (Yo!) es la que
decide, la que toma las decisiones. Nuestra libertad de elección no es una
función cerebral o natural. Los animales tienen cerebro, y hasta cierto tipo de
inteligencia Pero los animales no pueden tomar una decisión moral. En otras
palabras, no pueden decidir entre un
“instinto” y un “valor”. Por ejemplo, si un animal tiene hambre no puede
decidir no comer y darle la comida a un animal de otra especie. Los animales no
tienen “alma”, sino instintos de supervivencia. El ser humano, por el
contrario, puede tomar una decisión moral, y elegir no comer y darle esa comida
a otra persona. La que toma este tipo de
decisiones es el alma/mente. El alma es el verdadero “yo”.
2.
CONCIENCIA, MEMORIA: Más allá de la mente, el alma contiene -y retiene después
de morir- nuestra identidad y conciencia. En otras palabras, aunque nuestros
cuerpos mueren, todavía preservamos la noción de quiénes somos y fuimos, y en
cierta forma, aunque desprovistos de cerebro , aún podemos pensar y percibir,
obviamente de una manera completamente diferente a la que estamos
acostumbrados. Tan distinta qué es
imposible imaginarla, cuanto más, describirla con palabras. Cuando decimos que el alma preserva la
“memoria” nos referimos a la película de nuestras vidas. No estamos hablando de
las filmaciones que registran nuestras fiestas de cumpleaños o las vacaciones
en Disneylandia, sino particularmente la memoria de nuestros actos morales: lo
que hicimos bien y lo que hicimos mal, hacia Dios y hacia el prójimo. Fue mi “alma” (yo!) quien decidió actuar bien
o mal. Eso es lo que dice Aqabia ben
Mahalalel, es mi alma (YO menos MI CUERPO), mi conciencia, la “mente”, quién
tomó las decisiones, y quien enfrentará el juicio final.
3. MADUREZ
ESPIRITUAL: Más allá del juicio final, los Jajamim también hablan del placer
del mundo por venir. Este placer fue descripto como “el placer de estar frente
a la Presencia Divina” y este placer depende totalmente del nivel de madurez
que alcanzó nuestra neshamá. El alma/neshamá tiene la potencialidad de crecer. Y
al igual que nuestro cuerpo, la neshamá necesita ser alimentada para crecer o
“madurar”. Si no, no es que el alma
muere, pero quedará en un estado “infantil”, de subdesarrollo, incapaz de
percibir y disfrutar de la Presencia Divina en el mundo por venir. Cómo si
alguien estuviera escuchando el mejor discurso del mejor orador del mundo, pero
no entiende su idioma. ¿Cómo crece nuestra neshamá? Es a través de nuestra neshamá que establecemos
nuestro contacto con Dios. Nuestra conexión con Dios, ידיעת השם se incrementa
a través de nuestra neshamá. A diferencia de nuestro cuerpo, que HaShem formó
del polvo de la tierra, el alma proviene
directamente de HaShem. Y su evolución depende de esta conexión con Dios: el
alma de un Yehudi crece cuando estudiamos Su Torá, cuando rezamos a Dios y
cuando hacemos Su voluntad. Si nuestras
almas no tienen y mantienen esta conexión con HaShem, entonces el alma
permanece en su estado inmaduro, infantil: se hace irrelevante, y sin una
neshamá madura nos podemos transformar en seres egoístas o materialistas.
Mañana, BH,
vamos a escribir sobre un Jajam, rabbi Shimón bar Yojai, que llegó a un nivel
espiritual altísimo, tan alto que, excepcionalmente, el día que falleció, Lag
La’Omer, se celebra como si se tratará
de su “graduación” (o Hilulá, como decimos los Sefaradim).
Fuente:
Halaja.org