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marzo 24, 2020

¿Es Dios responsable del Covid-19?

Algunos creyentes de buena fe se preguntan -en ocasiones, sin expresarlo verbalmente- por qué haría el Creador estructuras moleculares tan dañinas como los virus, capaces de acabar con la vida humana. Otros, desde su escepticismo antirreligioso, pretenden burlarse o ridiculizar al cristianismo formulando preguntas como: ¿por qué un Dios bondadoso y omnipotente permite que el COVID-19 mate a tantas personas? ¿Es acaso malvado en vez de misericordioso o, simplemente, no existe? ¿Cómo pudo un Diseñador bueno hacer algo tan malo como este virus? Veamos, en primer lugar, qué es un virus, cómo actúan y por qué este coronavirus puede hacer lo que hace. 

El origen latino de la palabra “virus”, que significa “veneno”, no hace honor a la actividad de la mayoría de los virus. Los malignos, o perjudiciales para el ser humano u otros organismos, son un insignificante puñado frente a los miles que tienen efectos ecológicos beneficiosos. En realidad, están constituidos por fragmentos de ácidos nucleicos (ADN o ARN) rodeados por una capa de proteínas que les confiere variados aspectos, ya que pueden tener forma de esfera, poliedro, cilindro, mosaico, hélice, etc. La información genética que contienen es mínima comparada con la de las células humanas y puede llegar a ser de tan sólo una millonésima parte del genoma humano. 

Las mutaciones al azar malignizan algunos virus y los convierten en armas mortales.A pesar de lo cual, algunos virus son capaces de multiplicarse dentro de las células de otros organismos, usando el propio material genético de éstas. Son, pues, agentes submicroscópicos acelulares (puesto que no pueden verse con los microscopios ópticos tradicionales ni tampoco se consideran células) capaces de infectar a los seres vivos (animales, plantas, hongos, bacterias o incluso a otros virus, que por definición no son entidades vivas). Pero, hay que insistir en que los virus no son capaces de reproducirse por sí mismos sino sólo por medio de los materiales de las células a las que parasitan. Actualmente se conocen unos 5.000 virus distintos, aunque algunos virólogos creen que pueden existir millones todavía por descubrir. 
Se sabe que los virus colaboran en procesos naturales de transferencia de genes entre las especies; que han existido desde la más remota antigüedad, aunque se especula acerca de sus orígenes; que ciertas agresiones ambientales pueden provocar su malignización y que la inmensa mayoría posee un papel ecológico beneficioso, tan importante o más que el de las bacterias.[1] En un litro de agua marina hay alrededor de diez mil millones de virus. Contribuyen a mantener el equilibrio entre las distintas especies que componen el plancton marino y el resto de la cadena trófica (o alimenticia) en los océanos. Son capaces de destruir a las bacterias cuando hay un exceso de ellas, enriqueciendo así la cantidad de nutrientes del agua. Además, el azufre que se obtiene de esta manera contribuye a la formación o nuclearización de las nubes. Éstas, a su vez, proporcionan sombra, descenso de la temperatura, lluvia sobre tierras y mares, etc. De manera que el comportamiento patógeno de los virus -en contra de lo que en ocasiones se dice- es extremadamente minoritario y, desde luego, si fueran nuestros competidores en la carrera de la supervivencia, haría ya mucho tiempo que nuestra especie habría desaparecido de la faz de la Tierra.

Los virus malignos pueden llegar al ser humano a través de otros seres vivos que los transmiten. Los de procedencia vegetal suelen propagarse por medio de insectos que se nutren de la savia, mientras que los virus animales (presentes en camellos, cerdos, murciélagos, chimpancés, pangolines, tejones, erizos, nutrias, etc.) lo hacen mediante insectos hematófagos (chupadores de sangre) o por su consumo directo y posteriormente  por el aire, mediante tos o estornudos, por vía oral o fecal, a través de las manos, los alimentos, el agua contaminada, por vía sexual, etc. Con frecuencia los mecanismos de defensa del huésped suelen destruir a la mayoría de los virus infectantes, produciendo una respuesta inmunitaria que confiere inmunidad permanente. También existen muchos virus que se reproducen sin causar ningún daño al organismo infectado. Sin embargo, cuando el sistema inmunológico es incapaz de eliminar al virus, éste se replica muchas veces en el interior de las células del paciente (en el caso del COVID-19, en las células de los pulmones) destruyéndolas con consecuencias serias para la salud. Los antibióticos no tienen ningún efecto sobre los virus, de ahí que sea necesario desarrollar medicamentos antivirales contra aquellas infecciones que pueden ser mortales.

Las proteínas de la superficie de un virus pueden compararse con la llave que abre una determinada cerradura. Estas proteínas deben encajar bien en las proteínas receptoras que hay en las membranas de las células. Si no es así, no resulta posible la infección. Pero, si encajan, el “ladrón” abre la puerta celular y empieza a robar lo que existe dentro. ¿Cómo puede la llave de ciertos virus presentes en algunos animales llegar a abrir la puerta de nuestras células? Normalmente estas llaves animales no abren nuestras células pero, a veces, se producen mutaciones virales que accidentalmente cambian la forma de la llave, permitiendo que ésta encaje. Si una persona está en contacto directo con animales portadores de un virus mutado, éste puede saltar e invadir al humano. Esto es lo que ocurrió, por ejemplo, en el mercado de Wuhan (China) con el virus SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave) a principios del siglo XXI que mató a casi 800 personas; o en Arabia con el virus MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio) que también provocó la muerte de un número similar, diez años después; y es lo que ahora está pasando, de nuevo a partir de Wuhan, con el COVID-19. 

¿Son los virus el producto de múltiples mutaciones en una evolución ciega o fueron diseñados inteligentemente desde el principio? Todos los virus, incluso los más peligrosos para el ser humano como el Ébola, el VIH o el actual COVID-19, muestran una organización precisa y deliberada que permite afirmar que son el resultado de un diseño inteligente original. Si esto es así, ¿significa que el Creador es un ser malvado? Yo creo que no. Tal como se ha señalado, la mayoría de los virus no afectan negativamente a los humanos sino que cumplen funciones necesarias para el buen funcionamiento de la biosfera. Son las mutaciones al azar, que se producen en la actual naturaleza sometida al mal, las que malignizan a algunos virus y eventualmente los convierten en armas mortales para el hombre. Sobre todo en aquellos lugares donde se hacinan ciertos animales portadores junto al ser humano o son consumidos frecuentemente por éste. Sin embargo, esto no es una razón suficiente para pensar que los virus no fueran bien diseñados al principio o que el Creador sea malévolo. 

Quienes contraponen la virulencia de ciertos virus y el sufrimiento que le generan al hombre con la omnipotencia y bondad divinas, para concluir que Dios no existe, olvidan que el Altísimo puede tener sus buenas razones al permitir tales tribulaciones. A veces, el sufrimiento o el dolor pueden tener efectos claramente positivos. Si, por ejemplo, me duele una muela, esto quiere decir que debo buscar la ayuda de un dentista. Si Dios me librara de ese dolor tan molesto, ¿acaso no estaría siendo injusto conmigo al permitir que la caries avanzara y yo no lo supiera? El dolor alerta de la enfermedad y permite tratarla. Hay sufrimientos que pueden tener sentido pedagógico.

Por otro lado, el problema del sufrimiento es mucho más difícil de explicar para el ateísmo que para el cristianismo. En efecto, ¿cómo se concibe el mal y el dolor desde el naturalismo materialista? Según el evolucionismo ateo, el ser humano es el superviviente de un largo proceso natural de sufrimiento, muertes y extinciones en masa. Desde tal perspectiva, el COVID-19 no sería malo en sí mismo sino todo lo contrario, algo beneficioso para la especie humana ya que al eliminar a los débiles, la selección natural estaría favoreciendo la evolución de aquellos que poseen un sistema inmunitario más eficiente. Sin embargo, cuando desde el ateísmo se señala la gravedad y malignidad de esta pandemia, ¿qué es en realidad lo que se está diciendo? Se recurre a un estándar moral de lo que es bueno y lo que es malo, que no es el propio del naturalismo materialista ni del orden natural. La única base en la que se puede sustentar este código moral son las prescripciones bíblicas reveladas por Dios. Y, paradójicamente, al considerar el coronavirus como un mal para el ser humano, se está de hecho afirmando implícitamente la existencia de ese Dios bueno. 

Las Sagradas Escrituras enseñan que Dios no fue el autor del mal en el mundo sino que éste surgió como consecuencia del orgullo, la soberbia y la desobediencia humana. Es lo que en la Biblia se llama pecado y que tuvo consecuencias distorsionadoras para toda la creación. De manera que los virus peligrosos como el COVID-19 y todo aquello que produce sufrimiento, dolor y muerte, no son más que la consecuencia de nuestro propio pecado. Fuimos creados en libertad pero no supimos elegir bien y nos decantamos por el mal, abriendo así la caja de Pandora de dolencias tan graves como la de este virus. 

Ante esta triste realidad en la que nos encontramos hoy, tenemos que ser humildes y responsables para adoptar aquellas medidas necesarias para mantener la salud de la mayor parte de la población mundial. El pánico, la histeria colectiva, el acopio innecesario de provisiones, la ansiedad, el egoísmo, la creación de hipótesis conspiratorias, etc., no mejoran la situación. Más bien la empeoran. Los cristianos debemos seguir confiando en el Creador del cosmos, que es también el de todos los virus, moléculas y átomos que hay en el mismo. Tenemos que ser sabios, pacientes y no perder la esperanza en su inmenso amor hacia el ser humano. Nuestra vida no depende de ningún virus maligno sino únicamente de Dios. Tal como escribió el profeta Isaías: No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. Al Señor todopoderoso, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo (Is. 8:12-13).

Fuente: protestantedigital.com
marzo 23, 2020

COVID-19: ¿angustia y miedo o fe y confianza?

No podemos dejar de hablar de la fe, porque es el único poder suficiente para vencer los tiempos difíciles

Para protegernos físicamente de los peligros de la nueva pandemia del COVID-19, todos hemos sido guiados reiteradamente con respecto a la higiene de las manos, de la ropa, de las secreciones corporales, entre muchas otras recomendaciones.

Pero, para los que creen en Dios, también hay otra forma de protección disponible frente al caos instalado. Se trata de la protección espiritual que proviene del trono del Altísimo para los que Lo buscan.

“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo al Señor: esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en Quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con Sus plumas te cubrirá, y debajo de Sus alas estarás seguro; escudo y adarga es Su verdad.” Salmos 91:1-4

No estoy habilitada para hablar de ciencia, medicina o política, pero puedo hablar con seguridad sobre la Palabra de Dios, que es apta y eficaz para discernir todas las circunstancias del mundo en todas las generaciones, pueblos y culturas, incluido el momento turbulento que estamos pasando.

Muchos asocian vivir en seguridad con el lugar donde viven y con los bienes que poseen, pero este concepto fue completamente sacudido por la amenaza avasallante del coronavirus. Países que hasta entonces tenían una alta tasa de IDH (Índice de Desarrollo Humano), un excelente sistema de salud y una economía saludable, están viendo que nada de eso ha sido suficiente para proteger a su población.

La reacción que el Señor Jesús dijo que la humanidad tendría al pasar por algunos acontecimientos en los últimos días se cumple:

“… desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra…” Lucas 21:26

Millones de personas están encerradas en sus hogares, aterrorizadas por la posibilidad de enfermarse y ni siquiera encontrar una cama de hospital o un ventilador mecánico que os ayude a respirar.

Mientras que algunos se desmayan por miedo a la enfermedad, otros se desmayan por la hecatombe financiera que están sufriendo.

Hace décadas que no se ve al continente europeo parado, con fronteras cerradas y un país con miedo de lo que sucede en el país vecino. Si la depresión ya es un problema grave en muchas naciones europeas, ¡imagínese ahora después de esta ola avasallante de pánico y aislamiento!

Por eso, no podemos dejar de hablar de la fe, porque es el único poder suficiente para superar los tiempos difíciles. Por más que los escépticos ignoren e incluso se burlen de nuestras palabras, hay un lugar secreto, hay una protección espiritual que viene de lo Alto para quien busca al SEÑOR Dios en los días de crisis. Él ofreció un lugar seguro para abrigarnos de los peligros de este mundo, y es un tonto el que desprecia Su abrigo. No necesitamos desmayarnos del terror, mucho menos, desesperarnos ante la noticia de que la economía va a derrumbarse o que las reservas de alimentos y medicinas no serán suficientes.

Tampoco necesitamos tratar de entender todo y tener todas las respuestas, porque hay intereses que desconocemos. Pero, incluso con todo esto, podemos dormir y despertar en paz, con la certeza de que estamos siendo guardados por el Dios que nos hizo la invitación de escondernos bajo Sus alas.

Entonces, la mejor acción para nuestros días es buscar al Altísimo con todas nuestras fuerzas. Si usted está apartado de la fe, regrese. Arrepiéntase de sus pecados y comience una nueva caminata con Dios. Si ya Lo busca, intensifique su comunión diaria con Él.

Estamos en oración por los profesionales de la salud, quienes, incluso expuestos al riesgo de contaminación y exhaustos, atienden a los que llegan afligidos en los hospitales.

Oramos por infectólogos que valientemente trabajan para socorrer a los enfermos graves. Clamamos por los científicos para que descubran nuevos medicamentos que combatan a este mal. Oramos, principalmente, para que las personas infectadas tengan una buena recuperación y, pronto, puedan regresar a su vida normal.

Estamos juntos, por la fe, con aquellos que están solos en “cuarentena” sin poder disfrutar de la compañía de sus seres queridos.

Oramos por los ancianos y los grupos en riesgo, para que mantengan su fe y ánimo de vivir en alta.

Y sepan que, este momento difícil va a pasar y, todos nosotros, sacaremos grandes lecciones de esta lucha que enfrentamos.

Hoy más que ayer, tenemos que predicar con osadía el Evangelio, pues solo él es poder de Dios para salvación (en todo sentido) de aquel que cree.

Fuente: Núbia Siqueira
marzo 22, 2020

Sacerdote con coronavirus estrecha la mano a más de 500 personas durante misas

Las autoridades de Estados Unidos buscan que las personas que hayan tenido contacto con el religioso portador del COVID-19, se pongan en aislamiento.

Un sacerdote infectado con coronavirus dio la mano a cientos de personas en una serie de misas realizadas hace una semana. El hecho se registró en la ciudad de Washington DC (Estados Unidos), informó SDP Noticias.

Autoridades sanitarias confirmaron que el reverendo Tomothy Cole dio positivo en la prueba del COVID-19 durante el fin de semana. Actualmente el pastor se encuentra en cuarentena, de acuerdo al medio The Washington Post.

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El clérigo realizó tres misas el domingo pasado en la Iglesia de Cristo de Georgetown y los especialistas especulan que tuvo contacto directo con al menos 500 personas en el acto litúrgico.

La ciudad estadounidense ha emitido una orden para todos los ciudadanos que estuvieron en la iglesia de Georgetown del 24 de febrero al 3 marzo.

En el comunicado, los agentes de la capital de Estados Unidos exigieron que los ciudadanos que participaron de las ceremonias permanezcan en aislados por lo menos de catorce días.

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Por el momento, la parroquia ha cerrado el ingreso a los visitantes y comunicó la cancelación de todos sus servicios hasta nuevo aviso.

El coronavirus continúa abarcando más espacios estadounidenses y durante el último fin de semana se informaron cuatro nuevos casos de muertes a cargo de este virus. Tres de los cuales sucedieron en el estado de Washington y el restante en California.

“El caso fue asintomático, por lo que cualquier persona que estuvo potencialmente expuesta al sacerdote durante estos días debe tomar precauciones, esa es la recomendación”, expresó Anjali Talwalkar, funcionaria del Departamento de Salud de DC.

Fuente: larepublica.com
marzo 22, 2020

Pastor cristiano: “Dios me mostró el fin del coronavirus”

Un pastor cristiano de Los Ángeles, Estados Unidos, manifestó que tiene “buenas noticias” respecto a la propagación del coronavirus.

El hombre, identificado como Shawn Bolz, indicó, a través de su cuenta de Facebook, que “la situación está cambiando ahora”. Tras la muerte de más de 95 000 personas infectadas por el COVID-19, el sujeto indicó que “Dios le mostró el fin del coronavirus”.

Además, afirmó: “Es la respuesta a las oraciones y gritos de las naciones. El enemigo ha estado tratando de distraer y robar varios propósitos dominando las ondas aéreas con conspiración y miedo”.

Fuente: larepublica.com
marzo 21, 2020

Le llaman el Apocalipsis al hospital más afectado de Italia

El Hospital de Bérgamo, Italia, es uno de los más avanzados de Europa, y como muchos otros, ahora está colapsado por la gran cantidad de pacientes que llegan en estado grave debido al virus Covid-19.

Imágenes grabadas por Sky News muestran la lucha del personal médico a contrarreloj en el hospital principal de Bérgamo, el más afectado de Italia.

Salas llenas de camas con personas sufriendo, médicos transportando camillas con personas graves, agarrándose el pecho sin poder respirar y tubos bombeando oxígeno a sus pulmones; es el diario vivir en el hospital de Bérgamo durante esta crisis de salud.

La gran cantidad de personas que sucumben al coronavirus está abrumando a todos los hospitales del norte de Italia, y también podría abrumar fácilmente al resto del país.

Son tantas las personas que llegan afectadas por el virus que el personal tiene que reorganizar las salas para utilizar todo el espacio posible.

Los laboratorios trabajan 24 horas realizando pruebas e intentar encontrar una solución, algo que pueda vencer el virus, pero dicen que aún está muy lejos.

El personal está trabajando a toda máquina tratando de evitar que sus pacientes se deterioren aún más. Están tratando de evitar que mueran.

En grupos se apiñan alrededor de los últimos pacientes. Colocan de monitores, goteos y, lo más importante, respiradores. Sin ellos, los pacientes simplemente mueren.

A través de burbujas de plástico que se ajustan sobre las cabezas de los más enfermos, el personal lucha por comunicarse con los pacientes.

Los débiles apenas pueden hablar y, por el ruido de la sala y el sonido constante de los monitores cardíacos y bombas de respiración; es casi imposible entender lo que dicen.

Las burbujas intentan igualar la presión del aire en los pulmones.

«Estamos haciendo todo lo posible, pero tal vez no sea suficiente»
«Nunca me había sentido tan estresado en mi vida», «cuando estás en este punto te das cuenta de que no eres suficiente». «Somos 100 anestesistas, estamos haciendo todo lo posible, pero tal vez no sea suficiente», admitió el intensivista Lorenzo Grazioli.

Roberto Cosentini, jefe de atención de emergencia, indicó al corresponsal Stuart Ramsay de Sky News que nunca han visto nada parecido; advierte a otros países, especialmente a Reino Unido, que también lo verán pronto.

«Es una neumonía muy grave, por lo que es una tensión enorme para todos los sistemas de salud», afirma el doctor.

«Todos los días entre 50 y 60 pacientes llegan a emergencias con neumonía y la mayoría de ellos son tan graves que necesitan volúmenes muy altos de oxígeno».

Los médicos y enfermeras del centro insisten en que tomar medidas drásticas como ha hecho China e Italia es la única forma de ralentizar el virus, porque cuando la curva de infección se dispara todos los recursos se usan instantáneamente.

«Es paralizante: aquí lo llaman el apocalipsis», añade el periodista, y concluye: «Bérgamo quería que viéramos esto […] y quieren enviar un mensaje simple: ‘Prepárense'».

Fuente: bibliatodo.com