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octubre 09, 2017

¿Qué es "Libación" en la Biblia?

Muchísimas personas probablemente hallan leído en más de alguna ocasión esta palabra pero desconocen realmente de qué se trata. Y es que cuando se busca el significado de "libación" en diccionarios e Internet generalmente se encuentra asociada con un tipo de "ritual pagano que consistía en derramar líquido sobre el suelo, fuego o víctima, después de aprobado". Sin embargo, permítame enseñarles que ese concepto no es del todo adecuado cuando especifica "ritual pagano".

La primer persona en demostrar como se hace una libación en la Biblia para el Dios Todopoderoso de Israel y las Naciones, fue Jacob:

Y Jacob erigió una señal en el lugar donde había hablado con él, una señal de piedra, y derramó sobre ella libación, y echó sobre ella aceite. (Génesis 35:14 RV1960)

Desde antigüedad, la libación siempre acompañó los sacrificios que Dios aceptaba inclusive dentro de los sacrificios realizados en el Primero y Segundo Templo de Jerusalén, como se encuentra demostrado en Números 15:2,5,8-10; 28:7,14; Éxodo 30:9.

En la imagen podemos ver al sacerdote levita rociando aceite de olivo extra virgen kosher, vino puro kosher o sangre del animal.

Todo "sacrificio aceptado por Dios" era finalizado con libación.

¿Cómo sabían que un sacrificio era aceptado por Dios? Recuerdan el relato del pecado de Nadab y Abiú por haber presentado "Fuego Extraño".

Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. (Levítico 10:1 RV1960)

¿Qué se entendía por "Fuego Extraño"? Los "sacrificios aceptados por el Señor" eran quemados por su fuego que caía del cielo (como Elías frente a los falsos profetas de Asera y Baal), aparecía repentinamente o se quemaba de manera sobrenatural en el lugar de los animales sacrificados, como ocurrió con Abram:

Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. Génesis 15:17 RV1960

Nadab y Abiú, quemaron el sacrificio con su propio fuego. Todo aquel que viera su altar entendería que El Señor había aceptado su ofrenda pero indignamente o con fraude. Por tanto, el Padre Dios reveló a su siervo Moisés que no había ocurrido justamente sino que habían quemado la ofrenda con "Fuego Extraño".


En la versión bíblica Reina Valera de 1960 existen 60 referencias con la palabra libación, 59 en el AT y una en el NT.

¿Qué es la Libación Bíblica? Es una "ofrenda líquida" derrama al final de un sacrificio aceptable. Entre los líquidos usados están: Aceite de Olivo Extra Virgen y Kosher (Génesis 35:14), Vino Puro Kosher (Éxodo 29:40; Levítico 23:13) y Sangre del mismo sacrificio aceptable. Inclusive durante los tiempos más difíciles se presento Agua Viva o Pura, Leche, Miel y hasta Vinagre.

Jesús: El Sacrificio y Libación Aceptable de Dios 

No existe un sacrificio más sorprendente que el de Jesús. Dios mismo provee su "Cordero" y derrama libación completa, "Toda Su Sangre".

"El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". (Juan 1:29 RV1960) 

"Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios". (Hebreos 10:12 RV1960)

"Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz". (Colosenses 1:20 RV1960)

Fuente: profeciaaldia.com
noviembre 15, 2016

Niña de siete años publica su primer libro y se convierte en la escritora más joven

Una niña africana, se ha convertido en una de las escritoras más jóvenes de los últimos años, ahora, es la autora del nuevo ejemplar 'Esperar las olas',  y está en venta en la página web de la plataforma estadounidense Amazon.

Ella es Michelle Nkamankeng y obligó a sus padres a publicar su libro, los mismos que convirtieron su deseo en realidad. "Mis hermanos y hermanas sabían que escribía porque siempre vienen a mi habitación, pero les dije que guardaran el secreto porque quería darles una sorpresa a papá y mamá", cuenta la niña para una entrevista con AFP.

"Cuando me dio su libro -recuerda su madre Lolo Nkamankeng- lo coloqué en la biblioteca". En medio de las biblias, diccionarios y revistas que ocupan sus pocos estantes.

Sus padres al comienzo tomaron como un pasatiempo las ganas de querer escribir de la niña, y Michelle con mucha creatividad creaba sus propios "libros" hecho a mano.

Fue así que no se dio por vencida, volvió a la carga semanas después y le dijo a su madre: "Si no me tomáis en serio, dejo de escribir", les amenazó.

Un año más tarde, su sueño se cumplió. 'Esperar las olas' es una obra de unas 50 páginas impresa en papel y con una bonita ilustración de una artista sudafricana. Así, Michelle se convirtió en una celebridad. Sus charlas en colegios y entrevistas en la prensa se multiplican.

'Esperar las olas'

El libro cuenta la historia de Titi, que aprende a superar su miedo a las olas, "Siendo honesto, no deja de ser una obra escrita por un niño", afirma el autor del prefacio Colin Northmore, director del Sacred Heart College de Johanesburgo, donde estudia la niña.

"Hay probablemente un millón de niños en el mundo que pueden escribir un libro así", reconoce."Más que del libro en sí, estoy orgulloso de la capacidad de Michelle para expresarse con tanta confianza". Una formidable madurez que influye sin duda en su éxito.

Con su experiencia, "otros niños descubren que es posible lograr cosas importantes porque tienen un ejemplo, un modelo", considera Northmore.

"Estos son los consejos que doy a los niños que quieren escribir libros: perseguid vuestros sueños, confiad siempre en vosotros, no dejéis que nadie os ponga piedras en el camino y, si no sabéis leer, no podréis escribir". enumera Michelle.

Fuente: diariocorreo.pe
octubre 25, 2016

ME SOBRAN DEDOS (Segunda y última parte)

Las ofertas de empleo, casi en su totalidad, eran de ventas por abonos, la única diferencia entre uno y otro era el producto, pero en su mayoría eran vajillas, ropa de cama, licuadoras, libros de remedios caseros, diccionarios y en algunas ocasiones enciclopedias. Lloré muchas veces. No me visualizaba haciendo ese tipo de trabajo, no tenia aptitud de vendedor. Gracias a Dios, seis meses después encontré un buen empleo, —aunque debo de reconocer que sin palanca no lo hubiera conseguido.

Transcurrieron dos años desde que trunqué los estudios, pero disfrutaba de la recompensa de mi trabajo, y hasta le había tomado gusto, a tal grado que llegué a pensar que no necesitaba continuar estudiando.

Lito —que era su nombre abreviado— se graduó de maestro y se vino también para la capital. Con la diferencia que él no llego a trabajar sino a continuar su educación.
 Un sábado recibí su inesperada visita y platicamos largo rato. Entre los diversos temas que tratamos me conto que vivía en una casa de huéspedes, y que estaba estudiando odontología en la universidad San Carlos. La plática estuvo entretenida y el tiempo se nos deslizó como pez entre las manos, y anocheció. Cuando llegó la hora de marcharse le ofrecí llevarlo hasta su hospedaje y él a me preguntó:

—¿Compraste moto vos?

— No, tengo un perolito —le respondí.

—¡Púchica vos! —Me dijo sorprendido—, ¿Qué carro es?

—¡Un chiltepe!... es un Volkswagen de color verde, por eso lo llamo así —le contesté sonriendo.

Reiniciamos la amistad que de manera involuntaria se había suspendido. Mientras el estudiaba yo le hacía frente al trabajo. Situación de la que se beneficiaba, porque yo siempre traía dinerito en la cartera y gasolina en mi “chiltepe” en el que nos íbamos de parranda. En pocas palabras y para no engordar tanto la historia, yo era el pagano de todas las fiestas.

Y como suele suceder después de ingerir varios tragos, se ablanda el pecho, se aguan los ojos, la lengua hace ejercicio, y palabras van y vienen.

—Cuando me gradúe y comience a trabajar…— me decía moqueando— ¡nunca me voy a olvidar lo bueno que has sido conmigo!, tampoco los prestamos que me has hecho, que ya ni sé cuánto te debo, pero te doy mi palabra que te voy a pagar todo. Me da vergüenza que solo vos pagues, pero los pocos centavos que me mandan mis viejitos no me alcanzan, ¡no puedo ahorcarlos y pedirles más! Sé que vine a estudiar, pero vos sabes que al cuerpo también hay que darle gusto. Y no es por hacerte la barba ni porque me invitás, la verdad es que me gusta andar con vos, yo te veo como mi hermano mayor y te juro que te vas a acordar de esta promesa.

El tiempo hizo lo que siempre hace, dejar recuerdos, y recordé cuando me invitó a su graduación, y unos   me escribió contándome que ya había abierto su consultorio. En un par de años creció, como la levadura hace crecer el pan. Y se engolosinó. Le entró una desmedida hambre de riqueza que lo embrujó, hasta convertirlo en esclavo delirante de grandeza. Construyó la mejor casa del barrio, a donde se mudó para estar acorde a su nueva posición social, dejó a sus padres solos en la casita en la que creció. Su apetito insaciable de bienes no tenía fondo. Por todos lados había casas con Las puertas exteriores pintadas de color blanco, como sello de su propiedad. Sus préstamos con intereses elevados y a corto plazo eran imposibles de pagar y los dueños terminaban perdiéndolas. En cuanto tomaba posesión de estas les daba una chapuceada y las ponía en alquiler.

Jamás olvidare la última vez que lo visité. Yo pasaba por momentos difíciles y acudí “al dis-que amigo”. Me hizo esperar más de dos horas para atenderme, y cuando finalmente lo hizo me saludó con desgano, parecía haber adivinado a lo que iba, y le dejé ir el hachazo, sin rodeos:

—Mirá vos, Se que estas muy ocupado y por eso voy derecho a lo que vine. Ando jodido, mano —le dije—, y quiero pedirte que me hagás un préstamo…

Sin dejarme terminar la petición me interrumpió, y con la rapidez de un zarpazo me preguntó:

—¿Como de cuánto estamos hablando!

—Necesito cuatro mil, pero si no podés aunque sea la mitad. No te prometo pagártelos de junto, pero te doy mi palabra que en menos de cuatro meses te los pago, ¡Vos me conoces y sabes que soy hombre derecho y no te voy a quedar mal! —le dije acentuando la última oración.

—¡Es mucho dinero, “camarada” ! Y con ese trabajo que tenés ¡no creo que podás pagar un préstamo tan grande, en tan poco tiempo! ¡Sé que cuando nos íbamos de parranda me hiciste unos prestamitos, pero esas eran cosa de tragos, y no creo que haya sido tanto!

La piel se me enchinó, las tripas se me subieron a la garganta. No podía creer lo que escuchaba… de quien creí que era mi amigo y que solía llamarme hermano. Pensé callarlo y decirle que no había llegado a cobrarle, restregarle en la cara como lloriqueaba cuando me pedía que le prestara dinero, pero lo dejé continuar y puse cara de hule, porque a decir verdad necesitaba el dinero.

—¡Mirá, Jacobo, ahorita no tengo! Recién serré un trato y me quedé sin efectivo, pero yo paso a visitarte por la tarde. ¿Estás en la casa de tus papás verdad? —me preguntó.

—Así es, ¿Te acordás como llegar? —lo interrogué con ironía, y él me miró con recelo.

—Sí, entonces te veo más tarde, voy a ver cuánto te puedo reunir. Y me vas a disculpar pero estoy muy ocupado —me dijo, al mismo tiempo que me daba una palmada en el hombro.

Me dolieron las sentaderas de estar sentado esperándolo.

Su deseo de superación lo llevó a pasar por encima de todo obstáculo que se le atravesó, y la vida le cambió, pero su afán desproporcionado y mezquino lo convirtió en un roñoso. Borró de su diccionario las palabras humildad, agradecimiento y generosidad, a tal extremo, que le tiembla la mano cuando le regala unos quetzales a sus ancianos padres.

 Baltazar Peña
 24 de agosto de 2011