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junio 13, 2020

¿Se puede creer en los milagros?

David Hume, en su obra Investigación sobre el entendimiento humano,[1] plantea el problema de los milagros de modo distinto a Spinoza.

Para Hume, como buen empirista, no es la razón misma sino la experiencia la que nos guía en nuestros razonamientos. La experiencia es la que nos da la evidencia de cómo son las cosas.

Todos sabemos, por ejemplo, que si ponemos la mano en el fuego nos quemaremos, o que si intentamos andar sobre el mar nos hundiremos como el apóstol Pedro. Y esto lo sabemos por experiencia propia.

De entrada, Hume no niega la posibilidad de los milagros. Si es posible que Dios exista, también, a priori, los milagros podrían darse. Sin embargo, en lo que insiste, es que de todo esto no tenemos ninguna experiencia. 

Según él, no podemos demostrar, ni empíricamente ni racionalmente, la existencia de Dios, ni la realidad de los milagros. Aunque supongamos su existencia, no podemos saber nada de cómo es ese Dios ni si se digna en hacer milagros. La experiencia no nos permite tener evidencias de que haya milagros. Por tanto los milagros no son creíbles. No podemos creer en algo que va contra nuestra propia experiencia de las cosas.

El argumento de Hume se plantea de la siguiente manera:

a. Los milagros violan las leyes naturales (o de la ciencia)

b. Tenemos la experiencia de que las leyes naturales no puedan ser violadas.

c. Por lo tanto, los milagros no son posibles.

¿Qué son las leyes naturales o las leyes básicas de la ciencia? Aquellas regularidades que rigen en el mundo natural, en la naturaleza y en el Universo. Por ejemplo, la ley de la conservación de la masa-energía en el mundo actual que afirma: “La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”.

Aunque hoy se cree, según la teoría del Big Bang, que al principio se creó toda la masa-energía del cosmos, así como el espacio-tiempo. De manera que las concepciones científicas pueden cambiar, a medida que se adquieren más conocimientos.

Otra ley importante es la de la gravitación universal de Newton, que se enuncia así: La fuerza (F) ejercida entre dos cuerpos de masas m1 y m2 separados por una distancia r es proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, es decir:    


Donde G es la constante:




Y así, sucesivamente todas las leyes físicas, químicas y biológicas del mundo: las leyes electromagnéticas, las leyes de la óptica, las de la termodinámica, incluso las leyes estadísticas o del caos, etc.

Pero, volvamos ahora al argumento de David Hume. Con su segunda premisa: “Tenemos la experiencia de que las leyes naturales no puedan ser violadas”, Hume deduce que: como las cosas han sucedido siempre así, siempre han de seguir sucediendo de la misma manera. No habría posibilidad de alteración, ni posibilidad de milagro. Pero, esto es un razonamiento circular ya que supone precisamente lo que hay que demostrar. Es decir, que nunca ha ocurrido un milagro.

Veámoslo mediante un ejemplo: Nuestra experiencia nos dice que ningún hombre ha vuelto a la vida, por tanto, Jesús no pudo resucitar. Al decir que “nunca ningún hombre ha vuelto a la vida” se está ya suponiendo que nunca ha sucedido un milagro. Es decir, se supone, ya de entrada, aquello que se debería demostrar.

Hume cae en la falacia de creer que el pasado puede determinar, de manera absoluta, lo que debemos creer en el futuro. De manera que lo que está diciendo es: “si hasta ahora no ha habido milagros, -hagamos esa concesión- incluso aunque se produjera un milagro en el futuro, no podríamos aceptarlo como tal”. Pero, ¿deberíamos negarnos a reconocer un milagro sólo porque hasta ahora no ha sucedido?

En su opinión, si un milagro sucediera, dejaría inmediatamente de serlo, pues habría violado las leyes naturales, y dado que una ley si se viola ya no es ley, entonces tampoco habría milagro. Hume no analiza la evidencia del milagro por sí mismo, sino que lo descarta de entrada con el argumento de que nunca antes había ocurrido, o bien que, si ocurre, es porque no se trata de un verdadero milagro. No acepta ningún milagro por bien documentado que esté.

Pero si un milagro es obra de un ser superior, que escapa a la naturaleza, entonces la frecuencia no determina su probabilidad. La propia frecuencia reducida del milagro puede ser algo que forme parte de su naturaleza.

La creación del mundo, la resurrección de Jesús, así como muchos otros milagros relatados en la Biblia, fueron acontecimientos únicos y exclusivos. Su frecuencia fue igual a uno ya que sólo ocurrieron una vez. Nunca antes habían sucedido. No tenemos experiencia previa de tales sucesos. ¿Demuestra esta exclusividad que no ocurrieron? ¡Claro que no! Los milagros, si han ocurrido, han tenido también una primera vez, sean únicos (como la resurrección de Jesús) o no lo sean (como las diversas sanidades).

El apologeta cristiano Richard Whately mostró, ya en el siglo XIX, que, siguiendo este modo de argumentar de Hume, tendríamos que negar también la existencia de Napoleón, o de otros personajes históricos, como el propio Jesús, por su carácter novedoso y excepcional. Hume no puede creer en los milagros porque no quiere creer en ellos, porque en el fondo sigue pensando que los milagros no son posibles. Se negó, de entrada, a la posibilidad de cualquier evento sobrenatural, pero no pudo demostrar que éstos no se dieran en la realidad.

El teólogo Rainer Siemens, en su trabajo Los milagros ante las objeciones críticas de David Hume,[2] analiza las tres objeciones principales de Hume a los milagros (natural, histórica y religiosa) llegando a la conclusión de que tales críticas no logran negar la posibilidad de los milagros.

En realidad, el fundamento de todo el razonamiento de Hume es la negación del sobrenaturalismo. No obstante, la explicación naturalista del origen del mundo deja mucho que desear ya que implica la aceptación de que todo lo existente se originó de manera natural a partir de lo inexistente. Pero tampoco tenemos experiencia de que tales cosas ocurran en la realidad.

Sin embargo, la creencia en un Dios omnisciente y omnipotente que creó el universo por medio del mayor de los milagros es mucho más lógica. Y, si Dios creó, los milagros son posibles.

La creencia en la existencia de Dios ciertamente favorece la creencia en los milagros, pero los milagros por sí mismos, si existen, también pueden ser una prueba independiente de la existencia de Dios. 


Notas

[1] Hume, D. 2004, Investigación sobre el entendimiento humano, Akal, Madrid.

[2] Siemens, R. 2018, “Los milagros ante las objeciones críticas de David Hume”, en Cruz, A., Wiebe, D. & Siemens, R. Apologética en diez respuestas, El Lector, Paraguay, pp. 177-202; y también en la edición posterior de CLIE (2020, pp. 101-124). 

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Zoé
septiembre 29, 2017

Nueva evidencia revela por qué la Biblia llamó a Israel 'tierra de leche y miel'

Las fiestas bíblicas de otoño comienzan este año el miércoles por la noche con la Fiesta de las Trompetas. Tradicionalmente, se llama Rosh Hashaná - literalmente "cabeza del año" - y se celebra como Año Nuevo judío. Una de las tradiciones es sumergir manzanas en miel para un dulce año.

La Biblia llama a Israel la tierra de la leche y la miel. ¿Pero de dónde vino la miel de la Biblia?

Durante mucho tiempo, se aceptó que la parte de la miel vino de los dátiles - una de las siete especies en la tierra de Israel mencionada en Deuteronomio.

Ahora un sorprendente descubrimiento indica que la apicultura puede haber sido una gran industria hace miles de años. La evidencia demuestra que la miel fue producida por las abejas aquí hace casi 3,000 años alrededor del tiempo del profeta Eliseo.

Las abejas conectadas con la miel se mencionan sólo unas pocas veces en la Biblia y la apicultura nunca se menciona, pero hace varios años, los arqueólogos descubrieron una instalación extraña.

"Vimos que tenemos aquí una hilera de cilindros cilíndricos de arcilla - cada uno de ellos tiene aproximadamente 2-1/2 pies de largo y aproximadamente 1 pie de diámetro", dijo el arqueólogo de la Universidad Hebrea, Amihai Mazar a CBN News. "Nos dimos cuenta de que estas deben ser colmenas de abejas".

El colmenar -el lugar donde se encontraron las colmenas- se encuentra en un lugar del valle del Jordán llamado Tel Rehov, donde algunos arqueólogos creen que Eliseo vivió un siglo después.

Mazar dice que el tipo de abeja era nativo de Turquía, señalando sus antiguas relaciones comerciales con Israel. Se encontraron restos de las abejas en la excavación.

"Estas son las abejas más antiguas jamás encontradas en el mundo", dijo Mazar.

Los artefactos fueron expuestos recientemente en el Museo Eretz Israel en Tel Aviv.

Cada colmena estaba hecha de arcilla sin cocer mezclada con paja. En un extremo del cilindro había un pequeño agujero para que las abejas entraran y salieran. En el otro extremo se puede retirar una tapa de arcilla para extraer la miel.

"La miel de dátil fue definitivamente muy importante y tal vez el término fue utilizado para ambos", explicó Mazar. "Pero está claro que sabían muy bien cómo cultivar las abejas: aquí había apiarios muy sofisticados y creo que tal vez gran parte de la miel bíblica - davash - es realmente miel de abejas".

Los investigadores estiman que había al menos 180 colmenas y quizás más de un millón de abejas. Cada colmena podría haber producido alrededor de 11 libras de miel cada año, por lo que es un esfuerzo de negocio adecuado.

"Además, la cera era muy importante - la cera de abejas, era importante para diferentes tipos de industrias y artesanías", dijo Mazar.

Aparentemente el colmenar se encontró con un repentino y violento final. Estaba cubierta con una gruesa capa de destrucción, incluyendo ladrillos de barro y vigas de madera carbonizada. Las colmenas nunca fueron utilizadas de nuevo.

Fuente: profeciaaldia.com

marzo 19, 2016

Estudio: Evidencia que el zika podría causar parálisis temporal

Los científicos podrían contar con la primera evidencia de que el zika puede provocar parálisis temporal, de acuerdo a un nuevo estudio realizado a pacientes que sufrieron ese raro padecimiento durante el brote del virus registrado en Tahití hace dos años.

Actualmente el zika se propaga a una velocidad alarmante en todo el continente americano. La Organización Mundial de la Salud declaró la epidemia como una emergencia global hace varias semanas, ante la sospecha de que podría ser responsable de un raro defecto de nacimiento, así como del síndrome Guillain-Barré, una enfermedad neurológica que dura unas cuantas semanas.

Antes de llegar a Sudamérica el año pasado, el zika –propagado por la picadura de mosquitos– había provocado brotes en el Pacífico Sur, específicamente en la isla Yap de Micronesia y la Polinesia Francesa, incluyendo Tahití, la isla principal.

Investigadores de Tahití, Francia y otras partes del mundo analizaron las muestras de sangre de los 42 adultos a los que se les diagnosticó el síndrome de Guillain-Barré entre 2013 y 2014; prácticamente todos mostraban signos de una infección previa de zika.

Las muestras se compararon con las de pacientes que no sufrían el padecimiento ni habían presentado síntomas de zika, pero fueron atendidos en el mismo hospital a causa de otras enfermedades. Las pruebas revelaron que solo la mitad de ese grupo de 98 aparentemente había sido infectado con el virus, que normalmente no tiene consecuencias graves.

“La evidencia que vincula al virus zika con el síndrome Guillain-Barré es ahora mucho más convincente”, dijo Peter Barlow, un experto en enfermedades infecciosas de la Universidad Edinburgh Napier, que formó parte del estudio. Por medio de un comunicado, resaltó que hace falta una mayor investigación antes de llegar a la misma conclusión con el brote en el continente americano, en donde los factores locales podrían influir.

El zika se propaga principalmente por la picadura de mosquitos, y en la mayoría de las personas provoca síntomas como fiebre, dolor muscular y sarpullido. Cerca del 80% de las personas que resultan infectadas no reportan malestar alguno.

A menudo se presenta el síndrome de Guillain-Barré luego de una infección viral o bacteriana, por lo que un posible vínculo con el zika no es del todo inesperado. Ocurre cuando el sistema inmunológico del cuerpo ataca al sistema nervioso, a menudo por motivos desconocidos. Puede provocar debilidad muscular y problemas respiratorios; cerca del 5% de los pacientes fallecen a causa del padecimiento. De los pacientes observados en Tahití, no falleció ninguno y cerca del 40% de ellos podía caminar sin ayuda unas tres semanas después de dejar el hospital.

El estudio también consideró si el Guillain-Barré era resultado de personas que fueron infectadas tanto por el zika como por una enfermedad tropical relacionada, el dengue, al compararlos con personas que padecieron zika pero no presentaron síntomas neurológicos. No encontraron evidencias de que sufrir de dengue aumentara el riesgo.

Basándose en sus hallazgos, los científicos estimaron que 24 de cada 100 mil personas infectadas con zika desarrollarían el síndrome Guillain-Barré. En Europa y Norteamérica, la tasa promedio del síndrome luego de una infección por influenza o dengue es de aproximadamente uno o dos casos por cada 100 mil.

David Smith, de la Universidad Curtin de Australia, expresó que era difícil saber con exactitud la frecuencia con la que el zika provoca el síndrome de Guillain-Barré. Smith es coautor de un comentario adjunto en Lancet.

Smith indicó que debido a que el zika desaparece del cuerpo antes de que los pacientes desarrollen complicaciones neurológicas, solo existía evidencia indirecta —por medio de los anticuerpos que combaten la infección— de que el zika provoca síndrome de Guillain Barré. Se cree que el zika desaparece del torrente sanguíneo luego de aproximadamente una semana. Smith subrayó que no se puede responsabilizar al zika de todos los casos en Tahití y que el estimado de los investigadores respecto a la incidencia del síndrome podría estar inflado.

Sin embargo, los expertos pronostican que los casos de Guillain-Barré se incrementarán conforme el zika se propague en las Américas, y la OMS advirtió que es posible que la enfermedad alcance otros sitios de la región, con la excepción de Canadá y Chile.

El estudio no revela si el zika es responsable del incremento en el número de bebés que nacieron con cabezas anormalmente pequeñas en Brasil, un mal conocido como microcefalia.

“Eso sigue siendo un misterio, pero nuestras sospechas son muy serias”, dijo Jimmy Whitworth, profesor de enfermedades infecciosas en la Facultad de Higiene y Medicina Tropical de Londres.

“Tanto el síndrome de Guillain-Barré como la microcefalia son condiciones neurológicas, pero no creo que sea el mismo mecanismo el que provoque ambas”, recalcó. “Podría suceder algo ligeramente distinto con la microcefalia”.

Desde que comenzó el brote de zika en el continente americano el año pasado, se han presentado brotes en cerca de 60 países, y en ocho de ellos existe reporte de casos de síndrome de Guillain-Barré, posiblemente relacionados al zika.

Fuente: Por MARIA CHENG
LONDRES
Agenda/AP