Cuando el Bluzhover Rav estaba enfermo, uno de sus estudiantes quería ir a visitarlo. “Quiero cumplir con la mitzvá de visitar a los enfermos”, dijo el joven. El Bluzhover Rav no se conmovió con su petición. “No quiero ser el objeto de tu mitzvá”, le respondió (estoy parafraseando). “Sólo ven a visitarme si realmente quieres venir a visitarme”.
Tenemos una obligación de visitar a los enfermos y ésta no depende de nuestro ánimo. Sin embargo, si realizamos la mitzvá para satisfacernos a nosotros y nuestras necesidades, inevitablemente lo haremos mal. Como todos los mandamientos de jésed (bondad), visitar a los enfermos debe hacerse con sensibilidad y consideración. No se trata de adquirir puntos en el cielo; se trata de cuidar a un amigo enfermo. La idea es realizar un acto de bondad para otro ser humano; intentar descubrir lo que ellos necesitan, lo que sería una ayuda para ellos.
Es por eso que existen pautas, y es por eso que la ley judía controla estos asuntos. Porque nos confundimos, incluso cuando intentamos hacer lo correcto. Digamos que tienes a una amiga en el hospital. Corres a tu auto rápidamente cuando te enteras que la cirugía fue exitosa para estar ahí para saludarla en la sala de recuperación. ¿Estás segura que eso es lo que ella quiere? Ella estará cansada. Probablemente se verá terrible. Quizás querrá estar sola. Cuando tú llegues, ella sentirá la obligación de entretenerte. Podría sentirse avergonzada por su condición, y ciertamente podría sentirse mal físicamente. Es por eso que visitamos a los enfermos cuando ellos quieren que vayamos y no cuando nosotros queremos ir. Deberíamos adherirnos a las horas de visita sugeridas y no convencernos de que hay excepciones a la regla.
Nuestra visita debería “darle vida” a la persona enferma. Si vamos cuando no somos bienvenidos, cuando están cansados o necesitan descansar, podríamos, Dios no lo quiera, generar el efecto contrario.
Dado que nuestra visita es para satisfacer las necesidades de la persona enferma, deberíamos intentar atender esas necesidades. ¿Hay algún tipo de comida que le gusta en el hospital? ¿Podemos parar en el camino y comprarle algo? ¿Se está recuperando en casa y no puede cocinar? ¿Podemos llevarle la cena lista? ¿Podemos hacer por ella las compras de supermercado?
Si bien la mayoría de nosotros sentimos que somos amigos bondadosos y preocupados que hacen lo necesario cuando se requiere, aún así debemos ser cuidadosos y asegurarnos de que es realmente la necesidad de la persona enferma la que está siendo satisfecha y no nuestro propio deseo de sentimos necesitados y útiles. Además, si bien es fácil visitar a amigos o seres queridos, hay personas sin familia o comunidad que están en una necesidad incluso mayor de bondad. Si podemos presionarnos a nosotros mismos para visitar a una persona que no tiene quien la cuide, habremos realizado una mitzvá particularmente importante.
Visitar a extraños enfermos no es para todo el mundo (yo personalmente no puedo imaginarme haciéndolo y puedo sentir cómo se me traba la lengua de solo pensarlo) pero probablemente no es tan difícil como yo imagino y mucho más bienvenido de lo que uno podría pensar. Una de mis hijas fue voluntaria en un hospital local y se dio cuenta que la mayoría de los pacientes estaban ansiosos por la oportunidad de conversar y disfrutaban mucho sus visitas. (¡Me estoy animando a mí misma mientras escribo!).
Aprendemos sobre la mitzvá de visitar a los enfermos cuando Dios visitó a Abraham después de su circuncisión. Nuestro trabajo en este mundo es emular a Dios. Ciertamente deberíamos visitar a nuestros amigos y de vez en cuando podríamos incluso hacer un esfuerzo extra para visitar a extraños que no tienen familia o amigos, todo esto mientras nos aseguramos que nuestras visitas son lo que nuestro amigo o conocido enfermo realmente apreciará.
Fuente: Aish Latino
Tenemos una obligación de visitar a los enfermos y ésta no depende de nuestro ánimo. Sin embargo, si realizamos la mitzvá para satisfacernos a nosotros y nuestras necesidades, inevitablemente lo haremos mal. Como todos los mandamientos de jésed (bondad), visitar a los enfermos debe hacerse con sensibilidad y consideración. No se trata de adquirir puntos en el cielo; se trata de cuidar a un amigo enfermo. La idea es realizar un acto de bondad para otro ser humano; intentar descubrir lo que ellos necesitan, lo que sería una ayuda para ellos.
Es por eso que existen pautas, y es por eso que la ley judía controla estos asuntos. Porque nos confundimos, incluso cuando intentamos hacer lo correcto. Digamos que tienes a una amiga en el hospital. Corres a tu auto rápidamente cuando te enteras que la cirugía fue exitosa para estar ahí para saludarla en la sala de recuperación. ¿Estás segura que eso es lo que ella quiere? Ella estará cansada. Probablemente se verá terrible. Quizás querrá estar sola. Cuando tú llegues, ella sentirá la obligación de entretenerte. Podría sentirse avergonzada por su condición, y ciertamente podría sentirse mal físicamente. Es por eso que visitamos a los enfermos cuando ellos quieren que vayamos y no cuando nosotros queremos ir. Deberíamos adherirnos a las horas de visita sugeridas y no convencernos de que hay excepciones a la regla.
Nuestra visita debería “darle vida” a la persona enferma. Si vamos cuando no somos bienvenidos, cuando están cansados o necesitan descansar, podríamos, Dios no lo quiera, generar el efecto contrario.
Dado que nuestra visita es para satisfacer las necesidades de la persona enferma, deberíamos intentar atender esas necesidades. ¿Hay algún tipo de comida que le gusta en el hospital? ¿Podemos parar en el camino y comprarle algo? ¿Se está recuperando en casa y no puede cocinar? ¿Podemos llevarle la cena lista? ¿Podemos hacer por ella las compras de supermercado?
Si bien la mayoría de nosotros sentimos que somos amigos bondadosos y preocupados que hacen lo necesario cuando se requiere, aún así debemos ser cuidadosos y asegurarnos de que es realmente la necesidad de la persona enferma la que está siendo satisfecha y no nuestro propio deseo de sentimos necesitados y útiles. Además, si bien es fácil visitar a amigos o seres queridos, hay personas sin familia o comunidad que están en una necesidad incluso mayor de bondad. Si podemos presionarnos a nosotros mismos para visitar a una persona que no tiene quien la cuide, habremos realizado una mitzvá particularmente importante.
Visitar a extraños enfermos no es para todo el mundo (yo personalmente no puedo imaginarme haciéndolo y puedo sentir cómo se me traba la lengua de solo pensarlo) pero probablemente no es tan difícil como yo imagino y mucho más bienvenido de lo que uno podría pensar. Una de mis hijas fue voluntaria en un hospital local y se dio cuenta que la mayoría de los pacientes estaban ansiosos por la oportunidad de conversar y disfrutaban mucho sus visitas. (¡Me estoy animando a mí misma mientras escribo!).
Aprendemos sobre la mitzvá de visitar a los enfermos cuando Dios visitó a Abraham después de su circuncisión. Nuestro trabajo en este mundo es emular a Dios. Ciertamente deberíamos visitar a nuestros amigos y de vez en cuando podríamos incluso hacer un esfuerzo extra para visitar a extraños que no tienen familia o amigos, todo esto mientras nos aseguramos que nuestras visitas son lo que nuestro amigo o conocido enfermo realmente apreciará.
Fuente: Aish Latino
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