Solo éxitos cristianos anunciando la venida de Jesucristo

Post Top Ad

Mostrando entradas con la etiqueta sobrevivió. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sobrevivió. Mostrar todas las entradas
noviembre 03, 2019

Pastor sobrevive a un ataque terrorista con bomba

De acuerdo a lo informado por God Reports, el pastor estaba saliendo de casa para ir a la iglesia. Entró en su coche, colocó las llaves en la ignición y dio la partida como lo hizo muchas veces antes. Se sorprendió por una explosión que incendió el coche, envolviéndolo en llamas.

 “Yo estaba totalmente confundido, ya no podía ver”, recuerda el pastor Joseph, que vive en Bagdad, capital de Irak. Desorientado, temporalmente ciego y en estado de shock, él dice que oía a una mujer gritando: “¡Este hombre está muriendo!”.

Joseph pensó que era su fin, pero milagrosamente él sobrevivió al atentado contra su vida, planeado por terroristas islámicos. Acabó siendo retirado entre los hierros por personas que pasaban por allí.
“El coche quedó casi totalmente destruido, excepto mi asiento”, relata Joseph. “No tuve grandes daños. El coche estaba en llamas, pero no me quemé. Nada me tocó, no perdí ni una gota de sangre”, relata, afirmando que la única explicación posible es la intervención divina.

Fuente:  http://www.actualidadcristiana.net
agosto 21, 2018

Pastores están siendo perseguidos y muertos por traficantes

Un pastor mexicano sobrevivió a un intento de asesinato en la ciudad de Juárez, frontera con Estados Unidos. Sólo en el mes de junio, hubo 177 asesinatos en el municipio, la gran mayoría resultante de conflictos de traficantes que buscan dominar el área.

El líder evangélico dijo que se ha convertido en un blanco porque el trabajo de su iglesia está sacando a las personas de las drogas, lo que es mal visto por los carteles.

Él cuenta que, el 12 de junio, un asesino entró en su casa. Armado, exigió que el pastor se arrodillara y advirtió: “usted no sabe con quién está moviendo”. Pero cuando el hombre iba apretar el gatillo, no pudo disparar. Pasó entonces a agredir al religioso hasta dejarlo inconsciente, huyendo enseguida.

“El trabajo que la Iglesia hace afecta a las actividades de los narcotraficantes y también del crimen organizado”, destaca el pastor, que no pretende desistir de ese tipo de trabajo. El 8 de junio, el pastor mexicano Eduardo García fue ejecutado con seis tiros. El caso tuvo gran repercusión en el país y dejó en estado de alerta a todos los pastores que combaten las drogas, evidenciando que están siendo perseguidos y muertos por traficantes.

Los registros de muertes violentas en México aumentaron drásticamente en el último año. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2017 hubo más de 30.000 homicidios en México, el mayor ya registrado en la historia del país.

Ministerios cristianos son blancos

De acuerdo con puertas abiertas, que luchan contra la persecución religiosa en todo el mundo “los cristianos que lo practican activamente se convirtieron en blanco.” Dennis Petri, analista latinoamericano de la organización, destaca: “Siempre que un cristiano empieza a involucrarse en el servicio social – por ejemplo, montando una clínica de rehabilitación o organizando trabajos para jóvenes – eso es una amenaza directa a las actividades e intereses del crimen organizado, pues los aleja de las drogas, lo que es una amenaza directa al mercado lucrativo de los traficantes”.

Petri mencionó que hay varios registros de pastores que fueron muertos recientemente por tener un trabajo efectivo en el combate a las drogas y en la recuperación de drogadictos. Además de clínicas, ministerios haciendo acciones como escoltas deportivos, que también pasan un mensaje contra la drogadicción.

[ Fuente:  World Wath Monitor ]








julio 18, 2017

Tenía 8 años y sobrevivió al Holocausto escondiéndose en un ropero durante un año

 Se escapaba para ver los trenes partir porque sentía que no podía ser ajena al dolor de aquellos que viajaban apilados rumbo a los campos de concentración.

Charlotte de Grünberg era una niña belga de tan solo 8 años y no podía jugar, ir a las plazas o correr por las calles. Tampoco podía ir al colegio, aprender, leer o dibujar. No podía. La historia no la dejaba. Tenía 8 años pero no tenía muñecas, juguetes, ni siquiera, amigos. Cuando el nazismo conquistó Europa, arrasó con todo y le quitó hasta la identidad.

“A los quince minutos de haberse producido la ruptura o la partida de un lugar por obligación, uno deja de ser quien es sin lograr llegar a ser otra persona, porque en el transcurso queda uno en nada: la persona se transforma en una no persona”, cuenta -aún en medio del dolor- Charlotte a LA NACION.

No se olvida. Es imposible, para ella, olvidar esa odisea que la sumergió en un eterno juego de las escondidas en las que el costo de perder era el desprecio, la tortura y la muerte. “Decidí que nunca más iba a permitir que me humillaran de ninguna forma, ni si quiera huyendo”, sostiene.

Se define a sí misma como “un pequeño pedacito de una historia que duró más de 12 años” entre persecuciones y la destrucción sistemática de la persona judía. “Soy una víctima que habla 70 años después”, dice y se toma unos minutos para explicar que aún le cuesta definirse como víctima y que, de alguna manera, carga con culpa por haber sobrevivido. “Dentro de los que no hablamos hasta estas edades avanzadas, todos tenemos la sensación de que no somos merecedores de toda la atención de la gente que sobrevivió a Auschwitz, por ejemplo, porque es el descenso al infierno total, no se puede imaginar algo peor”.

Ella cree que su dolor hoy está en las lágrimas o el sufrimiento de aquellos niños que están sumergidos en alguna guerra y eso la despierta a contar sus propias vivencias: “Hay niños refugiados que están muriéndose en todo el mundo sin haber recuperado nunca la posibilidad de una vida. Eso da para pensar, salirse de lo que es uno, su propio dolor y su mochila. Las circunstancias actuales invitan a que uno no se olvide de que el otro existe”.

En el camino, Charlotte y su familia se despojaron de todo. Ella, por un problema de bizquera, solía llevar el ojo derecho tapado con un parche pero tuvo que dejarlo para no llamar la atención el día en que escapó de su casa ante la convocatoria a su padre a ir a los campos de trabajo forzado, esos “de los que no se regresa”.

“Cuando mi padre dijo: ‘Nos vamos mañana’, no sabíamos qué nos esperaba y nos esperaba que no existíamos más. habíamos desaparecido”, explica la belga que también dejó atrás a su muñeca favorita, Katiushka, sus sueños de la infancia y su apellido: se convirtió -de repente- en la hija menor de los “Wings”, una niña con un futuro incierto y con sensaciones que hasta entonces desconocía, como el hambre. Lo único que le daba esperanza era aquella promesa que les hizo su papá antes de que se inicie la huida: “No van a dividir a nuestra familia”. Y así fue. “Gracias a él estamos vivos”, sostiene.

Hoy su lucha se volvió novela y transita las páginas de La niña que miraba los trenes partir (Aguilar), el libro de Ruperto Long basado en su historia, que acaba de editarse.

El repiqueteo de los soldados

“Las pesadillas fueron prácticamente mis visitantes diarios: nocturnos o diurnos porque no podíamos distinguir el día de la noche ya que en los lugares donde estábamos no había ventanas… no hubo un día que no oyera el repiqueteo de los zapatos de los soldados”, recuerda Charlotte. Ese sonido significaba que estaban cerca y que se avecinaba una redada. Junto a su familia fueron viajando de un lado a otro pero, independientemente del lugar donde estuvieran, el repiqueteo significaba lo mismo. 

El terror de la tortura era universal.

Se informaban en los cafés sobre cómo iba la guerra y cuál era la ciudad más conveniente a la cual ir. Así, durmió -junto a su hermano Raymond- durante un año en una pequeña habitación escondida en un ropero dentro de una casa en la que vivía junto a otras familias. Salía de su escondite lo menos posible porque estaba inmersa en una sociedad de la desconfianza. Cualquiera los podía entregar.

Eso les sucedió en medio de un traslado. Junto a otras familias, les habían pagado a unos hombres para que los llevaran a Suiza y gestionaran su ingreso al país, pero los dejaron antes de cruzar la frontera. Por ser franco-parlantes, los refugiados decidieron que Charlotte y Raymond fueran los primeros en cruzar y checaran si era seguro el paso fronterizo. Una vez allí, los dos hermanos descubrieron la peor verdad: los habían traicionado y se encontraban solos en medio de la “zona roja”, un terreno bajo riguroso control alemán. Esa noche, se sintió adulta por primera vez.

“La traición es posiblemente lo que más desprecio… es imposible pensar que alguien pueda delatar a otra persona sabiendo cuál es el precio”, cuestiona y todavía se siente en su voz un dejo de enojo. Y agrega: “Para el judaísmo, la figura del delator es tal vez la peor escoria de la humanidad”.

“En ese momento nos salvó un cura de campaña que arriesgaba su vida y nos hizo darnos cuenta de que había otro tipo de gente, de que no eran todos colaboracionistas”, relata y se lamenta por no recordar su nombre.

El nombre que sí recuerda es el de Aline, su única amiga en medio de la guerra. La conoció en uno de los refugios: “Fue el único cuarto de hora en que tuve a alguien de mi edad con quien intercambiar ideas porque no teníamos libros ni juguetes, así que hablábamos bajito -cuando podíamos- y nos inventábamos un mundo… yo lo pude hacer y ella no”. Aline murió en medio de una redada y Charlotte escuchó todo desde otra habitación. “Pararon, nadie sabe por qué, en el piso anterior al nuestro”.

Un universo entre las vías del tren

Ella y Raymond a veces tenían que salir a comprar la comida para la familia y, en una de esas salidas, esta adulta de menos de 10 años descubrió una pasión terrorífica: los trenes.

En medio de la angustia por el recuerdo, Charlotte cuenta: “Me gustaba sentarme a ver los trenes pasar, al principio soñando que me iba de donde estaba… hasta que un día ví brazos saliendo, gritos y hasta llegué a ver a un hombre joven que se logró tirar de un tren a toda velocidad… A los ocho años uno entiende mucho, teníamos claro que la muerte podía ser el final”.

Sigue su relato. “Entendí que esta gente no podía tener un indiferente más mirando lo que estaba pasado”, dice y agrega: “Me di cuenta de que ya lo habían perdido todo y solo les quedaba un poco de esperanza de la mirada interesada y dolorida de alguien que veía eso que estaba pasando. Sentía que era indispensable que yo lo viera, entre otras cosas, para atestiguar en su momento y, por eso, lo hice al final de la guerra”. Hoy, Charlotte ya no toma trenes.
 
La niña que miraba los trenes partir

Ruperto Long es el autor del libro La niña que miraba los trenes partir, que presenta el testimonio de Charlotte como el corazón de la historia. “La persecución deliberada de los niños y su exterminio era una parte de la guerra porque implicaba el final de una determinada raza”, explica el autor a LA NACION.

“Hay detalles que ningún novelista puede imaginar, como cuando ella cuenta que la mamá le repetía: ‘Tú no tienes que odiar’, o el hecho de que hacían juguetes con los volantes que tiraban los alemanes para exhortar a la gente a denunciar a los judíos escondidos”, destaca Long, quien se dice un convencido de que la realidad supera a la ficción.

Él conoció a Charlotte en Uruguay, donde ambos viven, pero desconocía su dolor dado que esta belga prefería no contar su pasado por pudor a los que murieron. Su marido uruguayo, José, y sus hijos tampoco sabían qué era eso que se escondía detrás de su mirada. Recién pudieron conocer sus vivencias una vez que leyeron el libro.

Ella vuelve a tomar la palabra en esta charla para aclarar que elegía expresar lo que no podía decir en palabras a través del jazz y la pintura. Y agrega: “Decidí no contarlo porque, cuando sobrevives, para sobrepasar estos dolores que te destruyen y machacan te transformas en hierro y eso es lo que, a veces, tienes que combatir”.

Fuente:lanacion.com.ar
abril 13, 2017

Misionero muere como un héroe y salva la vida de un niño de 6 años en Indonesia

Un cristiano que sobrevivió a las explosiones durante la guerra en Afganistán e Irak murió salvando la vida de un niño mientras hacia su trabajo. Tim Adams, Ohio, en los Estados Unidos, fue descrito como un hombre “muy humilde, muy emotivo y cariñoso” por su hermano Lenny.

“Adams se alistó en el ejército, se desempeñó en el Oriente Medio y sobrevivió a tres explosiones. Era ingeniero de combate. Su función principal era desarmar explosivos y promover formas fáciles de introducir la infantería “, dijo Lenny Adams a WKBN.

En enero, Adams decidió ser un aprendiz de misionero a través de una iglesia en Niles, a los 35 años. El 5 de marzo en Indonesia, que nadaba en una playa con algunos niños cuando el nivel del agua subió rápidamente por encima de sus cabezas.

“Estaba en el mar para recoger a los niños y se sacrificó por un niño de seis años de edad”, dijo Lenny. Roy Mack, pastor de la Iglesia Grace Fellowship en Niles, donde asistió a la iglesia Adams, dijo que se sentía culpable por matar a la gente durante su servicio en el ejército.

El dijo: “Usted sabe, yo quiero pasar el resto de mi vida sin cargar balas a otras partes del mundo, pero quiero llevar la Palabra de Dios y vivir mi vida al servicio de Cristo de esta manera.”.

El niño fue salvado por Daniel Adams, hijo de uno de los misioneros. De hecho, Daniel Tim todavía tenía el sombrero en la mano. La puso sobre sus hombros para evitar que el niño se ahogara. Tim dio su vida para que el niño pudiera sobrevivir “, dijo el pastor Mack.

Lenny dijo que no se sorprendió al ver que su hermano murió salvando una vida. El funeral de Tim Adams se llevó a cabo el sábado en Grace Fellowship Church, con honores militares.

Fuente: cristianosaldia.net
septiembre 25, 2016

Le clavaron un cuchillo de 24 centímetros en el ojo, sobrevivió y no perdió la vista

Un excuñado lo atacó y, después de 18 horas con el arma cortopunzante incrustada en el cráneo, médicos en Barranquilla hicieron el milagro.

En una radiografía se observa la magnitud de la herida que sufrió Alberto Palacio de 22 años. Un cuchillo de cocina quedó incrustado en su ojo izquierdo, luego de ser atacado por su excuñado.

“Sin medir distancia simplemente me agredió”, declaró la víctima. Según su relato, padeció 18 horas con el cuchillo en el ojo mientras buscaba un centro asistencial donde se lo pudieran extraer.
El neurocirujano Alberto Dau Acosta lo operó finalmente y, aunque parezca increíble, el paciente no sufrió daño alguno en el ojo.

“En el momento en que acabamos la cirugía, que sacamos el cuchillo, revisamos el ojo y hubo reflejo pupilar, respuesta a la luz de la pupila. Eso nos tranquilizó mucho, nos dice que vamos a tener buen resultado con el ojo del paciente”, declaró el galeno.

El especialista aseguró que el arma blanca entró ocho centímetros por un lado del ojo y hasta tocó una parte cerebral, pero milagrosamente el paciente dice que se siente bien.

Fuente: http://noticias.caracoltv.com

marzo 02, 2016

Oscar 2016: la historia de la joven que sobrevivió después de que su padre le disparó, la metió en una bolsa y la arrojó a un río

Saba Qaiser, una paquistaní de 18 años, se casó en 2014 con el hombre del que estaba enamorada y que había sido su prometido durante cuatro años.

Pero su familia no estuvo de acuerdo con su decisión. Entonces la joven se escapó.

Por esas mismas fechas, la documentalista Sharmeen Obai-Chinoy estaba en su Paquistán natal.

Sharmeen llevaba mucho tiempo queriendo filmar un documental sobre las "matanzas de honor" en su país, los asesinatos de mujeres que "manchan" la honra de su familia y que suman unos 1.000 cada año, según cifras oficiales.

Pero quería narrarlo desde la perspectiva de una sobreviviente, algo difícil de encontrar dadas las estadísticas.

Una mañana la documentalista leyó en un periódico de la región paquistaní de Punjab que una joven había recibido un disparo en lo que parecía haber sido una matanza "de honor".

La víctima, según la noticia, se hallaba en un hospital local. Milagrosamente había sobrevivido.
Obai-Chinoy fue a verla inmediatamente. La joven herida era Saba Qaiser, la misma que se había casado sin el consentimiento de su familia.

Su padre y su tío la habían encontrado después que huyera y habían intentado matarla por la "deshonra" que según ellos les había causado.

Su progenitor le disparó en la cara, la metió en una bolsa y la arrojó a un río.

Pero la bala solo le había abierto una mejilla. El agua fría del río la despertó, pudo salir y llegó a una estación de gasolina a pedir ayuda.
"La belleza de la historia es que los servicios sociales de Paquistán y el hospital del gobierno local la atendieron. La policía arrestó a su padre y a su tío, pero a causa de la debilidad de las leyes se les permitió salir libres", le explicó Sharmeen Obai-Chinoy a la BBC.

La cineasta contó que cuando llegó a visitar a Saba, encontró a una "joven muy decidida" y días después comenzó a filmar el documental sobre matanzas de honor desde la perspectiva de esta joven.

El producto final se llamó "A Girl in the River: The Price of Forgiveness" (Una joven en el río: El precio del perdón), un corto documental que está nominado al Oscar.

El filme alerta sobre la impunidad que predomina ante estos asesinatos.

"Si un padre mata a su hija, ¿quién lo denuncia? La gente piensa que reportar el caso va a traer más vergüenza a la casa", explicó la cineasta.

Según la directora, la ley paquistaní permite "perdonar" al autor de una matanza "de honor".

Es decir, si un padre mata a su hija, la esposa puede perdonarlo, si un hermano mata a su hermana, los padres pueden perdonarlo y si un esposo mata a su esposa, los hijos pueden perdonarlo.

Por esta razón, Sharmeen cree que el número real de asesinatos en Paquistán supera las cifras oficiales.

"Uno ve que hay padres que han matado a sus hijas y que están caminando libremente. La sociedad no los ve como asesinos, sino como hombres honorables. Necesitamos meterlos a la cárcel", opinó.
Obai-Chinoy piensa que se debe eliminar el perdón de la ley y que esta costumbre se juzgue como un crimen contra el Estado.

"No hay matanzas 'de honor', son asesinatos premeditados a sangre fría", dijo.

El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, ofreció su casa para el estreno del documental en su país y pidió que se corrija la ley que permite que los autores de los homicidios queden libres.

Obai-Chinoy comentó que al final del rodaje de su documental estaba caminando con la protagonista, Saba, y esta le dijo:

"¿Sabes? Yo perdoné a mi padre y a mi tío por la presión social y por mi familia, pero en el fondo de mi corazón, nunca serán perdonados".

Fuente: bbc.com