Solo éxitos cristianos anunciando la venida de Jesucristo

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¿Todas las religiones son iguales?


¿No es el cristianismo una religión más?

En otros artículos de Delirante.org abordamos la pregunta "¿No es arrogante e infantil hablar de una religión verdadera?". También la diferencia entre creer en las hadas y creer en Dios. Ahora tocamos una pregunta paralela: ¿Qué distingue al cristianismo de otras religiones?

UNA REVELACIÓN SOBRENATURAL DEMOSTRABLE Y PÚBLICA

Las religiones suelen comenzar con un individuo que asegura haber recibido algún tipo de revelación sobrenatural en privado que luego le contará al mundo. Sin embargo, el cristianismo es una continua exposición pública y masiva desde su comienzo. Jesús estuvo 3 años haciendo milagros e impartiendo sus enseñanzas en la calle. Su muerte y resurrección fue vista por cientos de testigos sin conexión entre sí. Luego serían estos testigos quienes lo contarían al mundo. Este proceder público da sentido a la singularidad de la expansión masiva de un cristianismo pacífico y perseguido sin parangón en la historia. La exposición pública pone al cristianismo en un nivel de comprobación diferente al de otras creencias.

UNA REACCIÓN MASIVA, ÚNICA E INEXPLICABLE

Psicológicamente, el mensaje y ejemplo de Jesús no parece el legado de un tarado que ve unicornios rosas. En los discípulos y testigos de su resurrección hubo además una transformación radical que no les aportaba beneficios sociales, ni políticos, ni económicos ¿Cómo explicar aquella expansión geográfica única en un movimiento que a las personas no les aportaba “nada, ningún beneficio a nivel político, social o económico sino  persecución y torturas ¿Qué debieron haber experimentado? Algo grande, liberador y único, sin duda.

LIBERADOR Y AVANZADO PARA SU TIEMPO

Otro aspecto es que el mensaje del evangelio supone una avanzada visión liberadora para su tiempo. Sólo hay que asomarse a estos escritos con un deseo genuino de aparcar tópicos, querer situarse en el contexto de la época e ir más allá de lecturas superficiales o literales. Es fácil asombrarse del poder transformador de La Biblia si se desea conocer la verdad y se leen a buenos teólogos. Y esto algo que los críticos del cristianismo no suelen hacer casi nunca.

UNA FE QUE NO SE IMPONE: AMA AL ENEMIGO

Pongamos un ejemplo de este mensaje trasgresor: "Amad a vuestros enemigos y portaos bien con los que os odian. Bendecid a los que os maldicen [...] Portaos con los demás como queréis que los demás se porten con vosotros. Porque si solamente amáis a los que os aman, ¿cuál es vuestro mérito?” (Lucas 6, 27-32).

EL OPRIMIDO ES PRIORIDAD

Otra diferencia es la ausencia de karma, meritocracia o visión individualista de la espiritualidad. El foco del cristianismo es atender al débil, al necesitado... ¡Este es el cristianismo de verdad!  (Lucas 10, 25-37. Mateo 5, 14-16/ 25,35-36.Santiago 1, 27).

JESUS DICE SER DIOS, NO UN MENSAJERO

En otras religiones, sus fundadores son profetas o portavoces de un mensaje. Pero Jesús dice ser Dios mismo encarnado. En palabras de C. S. Lewis, “O Jesús estaba loco, o era un mentiroso o era quien decía ser”. Lo cierto es que los hechos de Jesús eran propios de alguien divino.

LA MEJOR RESPUESTA PARA EL PROBLEMA DEL SUFRIMIENTO

No tenemos todas las respuestas al misterio del mal, pero el cristianismo ofrece la mejor respuesta al tremendo problema del sufrimiento. El mismo Creador del Universo sufre lo indecible al hacerse humano. Él ha prometido que un día pondrá fin a todo sufrimiento (Ap. 21, 4), Dios no es indiferente al dolor porque Él ha experimentado un grado de dolor altísimo en esta Tierra sin que tuviera que hacerlo.
No se trata (sólo) de ser buena gente

Hay un susurro sobrenatural que hace diferente al cristianismo. Siempre hablamos del cristianismo de Jesús claro, porque ya sabemos de todo el mal que se comete en el nombre de Dios... o de la libertad y la justicia, por ejemplo. Pero eso es otra cosa. No es cristianismo sino blasfemia.

El cristianismo contempla como creencia fundamental el servicio al otro y la generosidad que no espera nada a cambio. Jesús es el claro exponente de cómo entender y vivir esta realidad. Él entrega su vida para beneficio de sus enemigos, rogando a Dios para que les alcance el perdón. Se trata de una manera radicalmente distinta de tratar a quienes son distintitos que renuncia a toda violencia.
La gran diferencia: Por Gracia, no por méritos

Aunque hay mucho más, aspectos como los vistos son los que cabrían esperar de un Dios que ha hablado a sus criaturas. De hecho, el concepto de Gracia quizás sea el elemento más diferenciador del cristianismo ¿Y qué es "La Gracia"? En casi todas las religiones uno trata de esforzarse haciendo el bien. Pero la realidad constata nuestro fracaso para llegar a ser lo buenos que deberíamos ser.

El Sermón del Monte de Jesús expone el comienzo de un nuevo orden gobernado por La Gracia: “Cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: 'Tonto' a su hermano será culpable; y cualquiera que le diga: 'Estúpido' quedará expuesto al infierno de fuego. Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón. A cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por un kilómetro, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues. Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5; La Biblia).
Pero ¿No son más bien incumplibles estas condenatorias palabras de Jesús? Cierto ¡Ese es el punto! Y por eso surge La Gracia. Porque el Sermón del Monte es imposible de cumplir. Son palabras que no hablan tanto e nosotros sino más bien de lo que Dios es.

Es  cierto que el Sermón del Monte nos muestra un ideal hacia el que caminar ¿O acaso no nos irá mejor si no llamamos ¡Estúpido! al hermano? Sí, pero no llegamos a esta medida exigida. No somos tan buena gente como creemos.

Para el cristianismo, el criterio para un “aprobado en bondad” no es compararnos con quienes son peores que nosotros sino con aquello que un Dios santo, bueno y justo establece. Y como dice John Stott, el corazón del problema humano es el corazón humano, no tanto su religión o ausencia de ella. Y aunque los libros de autoayuda insisten en que miremos en nuestro interior para liberarnos, las contradicciones y egoísmos no tardarán en brotar  porque están anclados en nuestro interior. Conclusión: Estamos metidos en un lío.

Pero La Gracia es un proceso liberador que viene de fuera hacia dentro. No depende de nosotros. Viene de Dios para llevarse la culpa, la vanidad, el rechazo, el orgullo, el miedo, la autosuficiencia, la cobardía y todo aquello que nos encadena. La Gracia es un proceso que nos proporciona la alegría de vivir con un propósito eterno. No hace desaparecer los problemas y sufrimientos, pero proporciona una manera diferente de afrontarlos.

La Gracia es una impactante forma de justicia donde el culpable es absuelto gracias a los trabajos forzosos del Juez, que es Dios mismo. Si no fuera así, no podríamos ser liberados de nuestro “debe” con Dios y con quienes nos rodean. La Gracia es desatada en la cruz al ser Cristo clavado en nuestro lugar. Se rompe con la ley de causa y efecto entre culpa y pago característica de la religión humana. En Jesús ya no se reciben las consecuencias del mal cometido y se establece una relación personal con Dios. Esa es la gran noticia, una diferencia respecto a toda creencia e increencia. Una diferencia respecto a todo.

Por Delirante.org

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